Si Iván Duque es elegido presidente de la República, como anticipan todas las encuestas electorales, su gabinete será así: la mitad, integrado por mujeres; el 75 por ciento, perteneciente a la nueva generación: 45 años de edad y con representantes de todas las regiones.
Y buscará que, en la medida de lo posible, los ministros que designe lo acompañen durante los cuatro años de su gobierno. Así lo revela el candidato en esta entrevista. Y formula una notificación perentoria: "No tengo compromisos burocráticos con nadie ni acepto conversaciones sobre repartija de puestos". Aquí están las posiciones fundamentales que Duque aplicará si es presidente.
Colombia tuvo récord de votación, récord de participación (con 19 millones de votos) y récord de tranquilidad. ¿Usted cree que eso es uno de los grandes beneficios que la paz le deja al país?
Creo que hubo una gran participación ciudadana motivada por el futuro de Colombia. Eso me compromete cada vez más con lo que yo quiero, que es unir a este país pensando en el futuro; y ese futuro implica que podamos construir una paz que nos una a los colombianos, y eso requiere que tengamos una gran generosidad con la base guerrillera, para permitir su desmovilización, su desarme y su reinserción, y que garanticemos que para las victimas haya reparación moral, material y económica; que haya verdad con aceptación de responsabilidades y que haya cumplimiento de penas, en beneficio de las víctimas.
¿La paz firmada por el presidente Santos unió o dividió?
Creo que se cometió un error grave y fue tratar de dividir a los colombianos entre amigos y enemigos de la paz. Todos queremos la paz. Se ha debido propiciar un gran acuerdo nacional para establecer condiciones mínimas de justicia.
Perdóneme que le insista: ¿la absolutamente pacífica posición del país el día de las elecciones no es una prueba de que triunfó la paz?
Hay que celebrar que fueron unas elecciones muy tranquilas, pero si bien se han logrado beneficios que tienen que ver con acallar muchos fusiles, lo cual celebro, también subsisten en el país riesgos de seguridad y orden público que tenemos que enfrentar con determinación.
El Congreso ya ratificó los acuerdos de paz de Cuba y aprobó la ley estatutaria y su reglamentación. Si lo eligen presidente, ¿usted presentará una reforma constitucional para modificar el acuerdo o su reglamentación?
La Corte Constitucional abrió una posibilidad el año pasado, en una sentencia en la que dijo que las autoridades competentes pueden hacer modificaciones. Y si son para enriquecer la verdad, la justicia y la reparación, deben ser bienvenidas, porque la verdad debe significar también responsabilidades. No voy a acabar con los acuerdos, pero sí les haré modificaciones o reformas, sobre todo en beneficio de las víctimas.
¿Qué le preocupa del acto legislativo reglamentario?
El mayor reto está en lograr lo que han pedido la Corte Constitucional y la Corte Penal Internacional en materia de proporcionalidad en la sanción.
¿Presentará una contrarreforma constitucional?
Colombia tiene que consolidar la paz: se necesita verdad, justicia, reparación y no repetición. En ese proceso de decir la verdad se tiene que asegurar que también haya aceptación de responsabilidades y que haya una proporcionalidad en las sanciones por crímenes graves.
Concretamente, ¿qué le preocupa?
Que se haga compatible una sanción por un crimen de lesa humanidad con la representación en el Congreso. Me parece que eso puede generar impunidad; por eso es tan importante lo que dijo la Corte Constitucional el año pasado: la proporcionalidad es un elemento para cumplir también las obligaciones con el derecho penal internacional.
¿Qué espera entonces sobre la representación de las Farc en el Congreso?
El Gobierno no le cumplió al país luego de decir que responsables de crímenes de lesa humanidad no llegarían al Congreso sin haber cumplido penas, dicho toda la verdad y reparado a las víctimas. Ante esta realidad, que es dolorosa y una burla para las víctimas, se debe dejar claro que si una persona está en el Congreso y le ratifican una condena por crímenes de lesa humanidad debe dejar la curul y se debe nombrar quien lo sustituya, que no tenga ningún crimen de lesa humanidad.
En general, ¿serán sometidos a ajustes tanto el acto legislativo que introdujo a la Constitución los acuerdos de paz como las leyes que lo reglamentaron?
Sí, señor. Creo que hay muchas cosas de la implementación de los acuerdos que están saliendo mal, que deberían poder modificarse para que todo el país se una y tomemos decisiones por el bien de Colombia, pensando en el futuro; y en todo caso, que ese tipo de reformas pueda ser producto de un gran acuerdo nacional, como ha debido ser anteriormente.
Es decir: habrá ajustes, no contrarreforma...
No voy a hacer trizas los acuerdos. Por el bien del país y pensando en unir a Colombia, habrá modificaciones y ajustes que permitan tener una paz creíble, sostenible y cimentada en la justicia. De nada sirve una paz pasajera, que no deje bien sustentados sus pilares fundamentales.
Por ejemplo...
Uno, lo que ya anoté. Dos: debemos de una vez por todas dejar claro en la Constitución que el narcotráfico no es un delito conexo al delito político y, por ende, no es amnistiable, para que no sigamos teniendo grupos armados ilegales que quieran seguir financiándose con el narcotráfico y el día de mañana buscar ribetes ideológicos para tener el mismo tratamiento de las Farc. Puede que no tenga efectos retroactivos, pero es importante para el futuro del país.
El alegato en la Farc sobre si el narcotráfico es o no conexo es que era su manera de financiar la guerra...
Por eso digo que la norma que se adopte no tenga efecto retroactivo. Pero hay que cerrar la puerta. No más grupos armados ilegales que digan que el narcotráfico es para financiar sus actividades. También es importante dejar claro que las Farc están incumpliendo: ha pasado un año y medio desde la firma de los acuerdos y esta es la hora que no han entregado la información de las rutas del narcotráfico, de sus laboratorios, de sus socios, de cómo además lavaban los activos, quién les entregaba el abastecimiento de precursores químicos y otros tipos de insumos.
Si las Farc como organización hubiesen entregado esa información oportunamente, no estaríamos viendo la tragedia de Santrich, que presuntamente siguió narcotraficando, y no estaríamos viendo a las disidencias utilizando hoy las mismas rutas, esas mismas conexiones con los carteles mexicanos. Por eso es muy importante que se exija de inmediato a las Farc que entreguen toda la información de lo que fueron sus vínculos con el narcotráfico.
¿Y cómo se hace, cómo se logra eso?
Primero: eso está en el acuerdo.
Dicen que lo van a hacer individualmente ante la JEP...
No, señor, porque los vínculos que tenían con el narcotráfico no era cabecilla por cabecilla, era como organización, y necesitamos esa información para desmantelar las estructuras criminales que hoy se están valiendo de la expansión de los cultivos ilícitos para seguir haciendo fechorías con los carteles mexicanos.
El narcotráfico es un estigma del que nos tenemos que librar en beneficio de nuestras próximas generaciones. Además, porque los mayores depredadores del medioambiente son los narcotraficantes.
¿O sea que usted le exigiría a la Farc que cumpla estrictamente con los acuerdos de La Habana?
Sí, señor. Les voy a exigir que cumplan con la colaboración para el desmonte del narcotráfico, y eso significa que entreguen la información rápidamente.
Si usted le exige a la Farc que cumpla con el acuerdo, el Estado también tiene que cumplir con lo que prometió. La Farc dice que el Estado no está cumpliendo...
Voy a garantizar que las bases guerrilleras tengan verdad, justicia y reparación, y que gocen de la protección del Estado. Pueden estar tranquilos. Además, tenemos que corregir el error que cometió el Gobierno al no haber tenido la grandeza, en su momento, de buscar un gran acuerdo nacional.
Nuestro deber es asegurar verdad, justicia, reparación y no repetición que satisfagan plenamente a las víctimas y nuestros compromisos internacionales. Tenemos que enmendar las cosas que están saliendo mal y que representan una amenaza institucional.
Entonces, con respecto a la Farc: primero, respeto, protección y ayuda para la base guerrillera desarmada y desmovilizada...
Toda la generosidad con ellos para su transición a la reconciliación.
Segundo, ¿y los jefes?
Quienes sean llamados por la justicia tendrán que presentarse y esos jefes deben someterse a los principios de verdad, justicia, reparación y no repetición que sean acordes con los compromisos internacionales de Colombia, y con la proporcionalidad exigida por la Corte Constitucional en la Sentencia C-764 del 2017.
¿Y el Eln?
Nunca me ha gustado que se acepte negociar o dialogar mientras hay alguien que está en la ilegalidad ejerciendo la violencia, porque la violencia termina siendo utilizada como un mecanismo de presión en las mesas.
Nunca he sido amigo de los ceses bilaterales del fuego porque, a la luz del artículo segundo de la Constitución, el Estado no puede renunciar nunca a la defensa de la vida, la honra y los bienes de los colombianos, en todo momento y lugar del territorio.
Si el Eln quiere desmovilización, desarme y reinserción, bienvenidos con las siguientes condiciones: concentración previa con supervisión internacional, suspensión de todas las actividades criminales y un tiempo perentorio para avanzar en el proceso de desmovilización, desarme y reinserción. Y puedo aceptar una medida transicional, que sea la reducción sustancial de penas, pero no la ausencia de penas.
¿Y si el Eln no acepta lo que usted está diciendo?
Se ejercerá toda la debida presión ofensiva, disuasiva y sancionatoria del Estado.
Su compañera de fórmula, la doctora Marta Lucía Ramírez, fue ministra de Defensa. ¿Ese ministerio podría volver a ser manejado por una mujer?
No tengo ningún inconveniente en que cualquier ministerio pueda ser dirigido por una mujer. Voy a formar un gabinete con una gran participación de la mujer, que represente primero a una nueva generación; segundo, que tenga gran solvencia técnica en cada una de las carteras; tercero, que represente la diversidad regional del país y, cuarto, que sean personas que puedan estar en el ejercicio del cargo idealmente los cuatro años.
Es decir, tendrá un gabinete totalmente estable...
Sí, en la medida de lo posible.
¿Cuántas mujeres estarán en su gabinete si es elegido presidente?
Me gustaría tener mujeres idealmente en la mitad del gabinete.
¿En serio?
Sí.
El gabinete son 16...
Me gustaría un gabinete en el que la mitad sean mujeres.
¿Tiene alguien a quién consultar?
Todos los días estoy pensando en las personas que le pueden servir bien al país.
Pero mi pregunta fue si va a consultar la integración de su gabinete...
Nombraré un gabinete que haga sentir orgulloso al país. No tengo compromisos sino con el pueblo colombiano.
¿Así va a ser?
Sí, señor.
Usted le va a dar una participación importante a la mujer. ¿Qué participación va a tener la gente joven, su generación?
El 73 por ciento de los colombianos somos menores de 45 años y yo quisiera que el gabinete reflejara esa nueva generación. Hay mucho joven capaz.
¿Pero si alguno tiene 50 años?
No me voy a poner con rigideces. Hay personas que están en 47, en 48, que son excelentes, pero sí quiero promover un gran relevo generacional. El país necesita empoderar a personas que tengan ese liderazgo; es una oportunidad para fomentar un relevo generacional, pero también quiero buscar equilibrio entre esas nuevas generaciones y algunas personas de más edad que tengan un bagaje en la vida pública. Debe ser una combinación.
¿Usted está adelantando contactos con líderes políticos?
Más que con líderes políticos, con la ciudadanía. Siempre he dicho que la coalición que quiero es una coalición con la ciudadanía, por la ciudadanía y para la ciudadanía, y eso me parece importante que quede consignado.
No tengo acuerdos burocráticos con nadie, no acepto conversaciones de ningún tipo de apoyo político que partan de la base de una repartija burocrática, sino sobre la base de un respaldo a una visión de país. Queremos concentrarnos más en lo que nos une que en lo que nos divide, aceptando todas las diferencias.
¿A qué conclusión llegó luego de su diálogo con el expresidente Gaviria?
Lo conozco desde hace mucho tiempo y hemos tenido siempre una relación amable; me parece que ese tipo de conversaciones son valiosas. ¿Qué veo yo? Por un lado, el deseo mío de decirles a todas las bases de los partidos políticos y también a sus dirigentes que vean nuestro programa, analicen y, después de hacer una evaluación seria, si lo consideran, lo consulten a su gente y vean si hay posibilidad de encontrarnos, porque mi deseo es unir a los colombianos.
No estoy con la política del odio ni con la desunión. Nosotros somos la esperanza, somos quienes defendemos las libertades, no el dedo expropiador e inquisidor. Lo que queremos es que en este país se puedan expandir la micro, la pequeña, la mediana y la gran empresa, con unas reglas de juego estables y no abiertas a cualquier cambio anímico del presidente. Lo que queremos no es un modelo de confrontación entre empleadores y trabajadores, sino una relación cordial y fraterna, para que trabajadores y empleadores puedan derrotar la pobreza y expandir la clase media. Ese es el contraste con el otro modelo.
El director del Banco de la República, Juan José Echavarría, dijo ante el Congreso que el país requiere grandes reformas. Y con urgencia, la pensional. ¿Qué piensa?
Una reforma pensional como la que requiere Colombia tiene que ser equitativa, con justicia social. No voy a aumentar la edad de pensión, no voy a acabar la pensión sustitutiva y voy a mantener Colpensiones. La reforma de equidad es para que los subsidios no vayan a la población más rica, sino que vayan para quienes más los necesiten.
Esa reforma se tiene que implementar, obviamente, sin afectar derechos adquiridos, y voy a ser claro también en una cosa: uno de los programas complementarios a la política pensional es el programa del adulto mayor. Que a este grupo poblacional se le pueda aumentar el monto que recibe por encima de la línea de pobreza y, adicionalmente, hacer todos los avances logísticos para que en lugar de pagarla cada dos meses se pueda pagar mensualmente, con el fin de asegurar su mínimo vital.
Sobre temas económicos: el café. ¿Usted es partidario de rebajar tanta presencia ministerial en el Comité de Cafeteros?
Históricamente, el Estado colombiano ha hecho mucho por el sector cafetero. No creo que la presencia de los ministros en el Comité de Cafeteros haya sido negativa ni perniciosa, no lo siento así. Mis ministros en el comité promoverán la creación urgente de un fondo de estabilización de precios, para establecer un mecanismo de precio mínimo, obviamente no un cheque en blanco, sino que esté soportado sobre una serie de indicadores y que, al mismo tiempo, se vaya incentivando la mejoría de la productividad.
Hace unos días, el señor embajador de los Estados Unidos hizo una crítica a la JEP que provocó una reacción de la presidenta de esa institución, Patricia Linares, quien afirmó que él no puede inmiscuirse en temas nacionales...
Le voy decir esto: en el país hay funcionarios que tienen inconsistencias. Sale la presidenta de la JEP a regañar al embajador y yo pregunto: ¿No fue el Gobierno el que metió a Estados Unidos en el proceso como observador? Y si lo metió como observador, era precisamente para que pudiera ser garante de lo que estaba ocurriendo. Ahora resulta que cuando opinan sobre algo que está saliendo mal entonces le dicen que hay injerencia en la política doméstica. Por Dios, seamos coherentes: si no queremos que otros países opinen sobre el proceso, pues no los inviten a participar; pero los invitan, los meten y después, cuando hacen alguna observación, salen a criticarlos.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO