La jerarquía eclesiástica colombiana, cuyo máximo representante es el cardenal Luis José Rueda Aparicio, se opone a la consulta popular anunciada por el presidente Gustavo Petro, por considerar que ese mecanismo "nos empuja al abismo del autoritarismo". El asunto es que el primer mandatario anunció lo siguiente en un discurso pronunciado el pasado 18 de marzo ante una multitud de apoyo a su reforma laboral rechazada por la comisión 7.ª del Senado: "Quedan convocados, arranca la consulta popular, la movilización es permanente y creciente".
La Iglesia, a través de monseñor Rueda Aparicio, le dijo a este cronista, en diálogo para EL TIEMPO, que "el principio de la separación de poderes es fundamental para mantener nuestro Estado de derecho y la estabilidad de nuestra democracia" y anunció su oposición a la consulta.
Luis José Rueda Aparicio nació en San Gil (Santander) en marzo de 1962, es el décimo entre once hermanos. Trabajó con su padre, don Luis Emilio, en construcción, como obrero en la fábrica de Cementos Hércules, hasta el día del ingreso al seminario. Realizó estudios de especialización en la Academia Alfonsiana de Roma, donde obtuvo el título de licenciado en teología moral.
En nuestra conversación, el cardenal Rueda se refirió a los enfrentamientos que hoy existen entre el Gobierno central y comisiones del Senado.
Dijo lo siguiente: "Es riesgoso pensar que si el Legislativo no promueve una iniciativa del Gobierno estamos ya ante una pugna o enfrentamiento de poderes. Cada poder tiene el derecho de obrar dentro de los límites que le permite la Constitución. Todos estamos llamados a superar la tentación de creer que tenemos la única y la última palabra siempre y en todo; esta tentación nos empuja al abismo del autoritarismo y a pretender la solución de los conflictos por la fuerza en lugar del diálogo"
¿Está de acuerdo con la consulta popular que promueve el Gobierno para que en votación popular se decida no solo el tema laboral, sino todo un bloque de reformas?
Aunque la consulta popular es un mecanismo de participación válido, contemplado en la Constitución Nacional, no me parece prudente realizarla en medio de un ambiente preelectoral. La proximidad de las elecciones y la realización de la consulta popular le puede robar seriedad y visión de país tanto a la consulta como a las elecciones. Nos exponemos a una mezcla poco sana. Pero, no podemos olvidar que la reforma laboral es necesaria y urgente en Colombia. Debemos explorar caminos constitucionales libres de utilizaciones, y más bien conducentes a construir respuestas justas. Si nos lo proponemos con libertad frente a intereses personales o grupales, seguramente lograremos el bien posible para la mayoría.
De otra parte, monseñor, en esta Semana Santa que comienza ¿cuál es su mensaje para los colombianos?
Cada Semana Santa es una ocasión para recordar que la vida, la alegría y la comunión fraterna tienen que triunfar sobre todo intento de sembrar muerte, incertidumbre y división en medio de nuestro pueblo. Jesús, con su humilde y amorosa entrega, nos enseñó a vencer toda forma de mal. Por eso no debemos permitir que nada ni nadie nos robe la esperanza. Los días santos nos invitan a seguir caminando juntos, todos los colombianos, con la esperanza de un país mejor.
¿Y cuál su pedido para los dirigentes políticos del país?
Los modos son muy importantes. Se necesita mucha valentía para mantener el ejercicio de la actividad política y de gobierno dentro de los límites de la nobleza y la decencia. Algo tan serio como el destino de un país requiere un lenguaje sensato y reflexivo. La confrontación agresiva e imprudente de los líderes deteriora las relaciones de los ciudadanos y genera incapacidad de argumentación razonable y serena. Yo doy gracias a Dios por todos los servidores públicos que asumen con seriedad su responsabilidad social, con altura moral, con el debido respeto, incluso a sus contrarios.
El país se acerca a 10 millones de afectados por el conflicto armado, que cumple más de 50 años. La cifra fue revelada durante el día de las víctimas realizado el miércoles pasado. ¿Qué hacer para acabar con la guerra?
Creo que todo colombiano sensato se ha sentido afectado. La nación entera es víctima, de una u otra manera, por la situación de violencia y conflicto armado que acompaña como un lastre a nuestro país. Como decía San Pablo: "Si sufre un miembro del cuerpo, todos sufren con él".
¿Y cómo se acaba con la guerra?
El mismo Apóstol, luego de hablar del sufrimiento de todo el cuerpo, propone la vía de la caridad. Ahí está el secreto de la paz. La amistad social conduce al perdón, y el perdón desarma a las personas desde dentro.
Colombia afronta en este momento el riesgo de una descertificación por parte del Gobierno de Estados Unidos ante el crecimiento de la producción de cocaína...
La descertificación nos trae dificultades. Pero, más importante que la descertificación desde el exterior, es nuestro compromiso nacional y nuestra autoevaluación, que nos impulse a corregir lo que tengamos que corregir, con el fin de avanzar en la lucha contra la grave enfermedad del narcotráfico. Pero este tipo de evaluaciones, que llevan a la certificación, debería aplicarse también al trabajo serio de la comunidad internacional para prevenir el consumo, a la lucha sincera contra la producción y el tráfico de armas, y de precursores químicos. No podemos cansarnos de trabajar para solucionar un problema tan complejo y tan destructor. Solo venceremos si se llega a un compromiso global.
El Gobierno prometió que triplicará la meta de erradicación de cultivos de coca, ya hay contratos para usar glifosato, pero el Presidente dice que privilegiará la erradicación voluntaria, ¿cuál es su opinión?
El hecho de que los cultivos y la producción de coca hayan aumentado considerablemente en nuestro país, a pesar de que ya se han intentado ambas formas de erradicación, es un indicativo de que el problema no está solamente en el eslabón de los cultivadores, sino en algo más estructural e integral. Recordemos que la erradicación manual debe estar acompañada por la sustitución sostenible para que los cultivadores no recaigan en la esclavitud de la economía mafiosa. Recordemos, además, que la fumigación con glifosato tiene efectos nocivos contra la vida de la casa común. Si no se erradica la 'cultura' de la coca, los cultivos siempre reaparecerán en la geografía más abandonada y se multiplicarán. La erradicación voluntaria genera confianza solamente si las familias involucradas son acompañadas por las diversas entidades del Estado.
Otro tema: ¿a qué adjudica usted, cabeza visible de la salud moral del país, para que se produzcan tantas tutelas sobre reclamos en el sistema de salud físico?
Los reclamos se deben a la afectación real que están sufriendo muchos usuarios debido al estado del sistema de salud. En nombre de Dios les pido al Gobierno Nacional y a los actores del sector privado que hacen parte del sistema de salud de Colombia: actuemos pronto, antes de que sea demasiado tarde, para encontrar la solución y el camino, porque está en juego la vida de niños, jóvenes, adultos y ancianos, de todas las familias, especialmente de las más pobres. Colaboremos todos, busquemos con sabiduría social la mejor manera de salvaguardar el derecho a la salud en Colombia. A mí me duele, por ejemplo, escuchar una abuela que tiene que volver a su casa, después de casi una mañana de espera, sin recibir su medicina, o al enfermo de cáncer que le postergan su quimioterapia. El Gobierno debe encontrar una solución pronta al problema de la financiación del sistema de salud, pero también la iniciativa privada debe recordar que la salud no se puede someter exclusivamente a la lógica del mercado, sino que hay una responsabilidad social, de servicio que debe primar sobre la mera ganancia. Yo invito al diálogo sobre este punto, es algo urgente.
Hay una creciente preocupación en Colombia por el asesinato de miembros de la población Lgbtiq, ¿qué hacer ante semejante tragedia?
Toda muerte violenta de una persona es injusta y nos debe doler, máxime si está motivada por algún tipo de discriminación, de intolerancia de las diversidades o de exclusión por género. La Iglesia se solidariza con las víctimas y recuerda la exigencia del quinto mandamiento: No matar. Toda vida humana es sagrada y merece ser cuidada.
Respetando su dignidad religiosa, le pregunto al ciudadano: ¿qué le ha parecido el gobierno del presidente Petro, qué condiciones debería tener su sucesor?
La evaluación del gobierno del presidente Gustavo Petro les corresponde a todos los colombianos. De mi parte considero que lanzar juicios subjetivos, cuando todavía falta tiempo para que se cumpla el período para el cual fue elegido, en vez de aportar a la construcción de la unidad que todos anhelamos, aporta a la polarización y con la polarización todos perdemos. Por esta razón prefiero escuchar y reflexionar que apresurarme a elogiar o a descalificar.
¿Cuáles deberían ser las condiciones de su sucesor?
Creo que el próximo presidente debe ser una mujer o un hombre con sabiduría, humildad y alegría, con orejas gigantes para escuchar a todos, dispuesto al diálogo sincero, con liderazgo sinodal al servicio de la unidad nacional, capaz de discernir los mejores caminos para nuestra Colombia con la ayuda de todos los actores sociales, alguien capaz de sobreponer el interés de la nación a su beneficio personal o al de su partido, ser una persona profundamente democrática, conocedor por experiencia de la realidad de nuestro país, con valentía combativa para trabajar por la paz, agradecido con lo que otros líderes han logrado por Colombia. Yo admiro la tenacidad y valentía creativa de nuestras mujeres y, particularmente, la de las mamás colombianas, que todo lo resuelven. Sin duda, sería una bendición tener un presidente con corazón y sabiduría de madre.
La polarización es un virus que se propaga silenciosamente y nos impide entablar relaciones humanas limpias de vanidad y venganza
¿Cuál es el mayor problema que afronta hoy el país al margen del narcotráfico
La polarización, porque es una bestia salvaje disfrazada de ideas y argumentos que engendra odios, nos llena de desconfianza recíproca e impide el diálogo y la valoración del aporte a la construcción de la unidad desde la diversidad. La polarización es un fantasma que nos hace ver al que piensa distinto como el enemigo al que debemos destruir o eliminar y así, sintiéndonos Abel, actuamos como Caín. La polarización es un virus que se propaga silenciosamente y nos impide entablar relaciones humanas limpias de vanidad y venganza, es tan letal que logra contaminar la vida de la familia y desde allí a todo el cuerpo social. Un antídoto para la polarización es el cultivo del arte de dialogar, el diálogo familiar y el diálogo social, dialogar siempre, no cansarnos de aprender a dialogar.
¿Cómo le parece que va el país?
Nuestro país va tejiéndose en medio de las fragilidades del ser humano, pero siempre de la mano de Dios, quien camina siempre con nosotros, que nos ama de manera incondicional y que respeta nuestra libertad. Hay que confiar, creer en el bien y la belleza de lo nuestro. Porque Dios no nos desampara, seguimos trabajando por construir una Colombia mejor. Cada uno de nosotros tiene algo valioso para aportar al bien y a la amistad social. La esperanza no defrauda.
YAMID AMAT