Nueva época de máxima austeridad, de recorte en el gasto público, de eliminación de nóminas paralelas, de reducción de los "contratos de servicios", de congelación absoluta de la nómina, de reducción de gastos generales, anuncia el Gobierno. El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, informó que en el proyecto de presupuesto que presentará la semana entrante al Gobierno todo se reduce. Dentro de esos propósitos de ahorro, se objetará la ley que rebaja del 12 por ciento al 4 por ciento el aporte de los pensionados a la salud.
¿Qué novedades trae el presupuesto?
Seguimos
en la política de austeridad. Vamos a continuar reduciendo el gasto,
con el objetivo de cumplir con las metas fiscales y consolidar la
calificación BBB de nuestro país.
¿De cuánto fue el presupuesto de gastos para este año 2017?
Para
la actual vigencia, incluidos los recursos de la adición, se aprobaron
gastos sin considerar el servicio de la deuda, por valor de 181,7
billones de pesos.
¿Y para el año próximo de cuánto será?
Va
a tener una reducción en cifras reales de un poco más de 5 billones de
pesos. Se espera que el monto sea cercano a los 182,1 billones de pesos,
sin considerar el valor del servicio de la deuda.
Pero ¿de dónde van a recortar?
Tenemos
que hacer un esfuerzo muy grande en todos los frentes. Se recortarán
gastos generales; la planta de personal seguirá congelada en todas las
entidades estatales; los aumentos salariales de la mayoría de los
funcionarios públicos no podrán exceder el 1 por ciento por encima de la
inflación. En fin, vamos a mantener una política firme de austeridad.
El gasto público el próximo año tiene que caer en 0,5 por ciento del PIB,
equivalente a la reducción en el déficit que nos impone la regla fiscal
entre 2017 y 2018. El presupuesto que presentaremos al Congreso antes
de terminar el mes reflejará cabalmente ese compromiso.
Con respecto a la planta de personal, ¿no se harán recortes ni despidos?
No
se harán recortes ni despidos, pero sí congelamiento de la nómina, es
decir, que no se van a proveer las vacantes que hoy existen ni se
contratará personal nuevo en las entidades. Estricto cumplimiento a lo
estipulado en la Ley 617 del año 2000, que dice que el costo de la
nómina total no puede exceder la inflación. También habrá una reducción
en contratos de prestación de servicios y en gastos generales.
¿A qué llama usted "gastos generales"?
Viáticos, gasolina, papelería, teléfonos celulares, publicidad. Todo tiene que seguir reduciéndose.
¿Hay espacio para reducir?
Sí,
habrá controles muy estrictos. Mantendremos para 2018 la instrucción
que se impartió en el artículo 104 de la ley de presupuesto de este año:
reducción de viajes, nada de materiales impresos, solo publicaciones
electrónicas. Nada de compra de edificios, de embellecimiento de sedes,
ni compra o renovación de vehículos. Y, obviamente, también vamos a
tener que hacer un recorte en inversión.
¿Estos propósitos de recorte y austeridad van a afectar la inversión social?
El
gasto social es prioritario. En virtud de la Constitución Política y
del Estatuto Orgánico del Presupuesto, el gasto social tiene prelación
sobre los demás gastos; por eso, en las asignaciones presupuestales de
la próxima vigencia se les dará la mayor prioridad a los programas
sociales, para que no se vean afectados por el recorte del gasto.
¿Y qué piensa hacer para reducir el déficit fiscal?
Con
el recorte adicional del gasto se reduce el déficit fiscal,
complementando una tarea que venimos haciendo desde que se cayeron los
precios del petróleo; entre 2014 y el presupuesto que llevaremos al
Congreso para el 2018, el gasto del Gobierno diferente a intereses pasa
de 16,8 por ciento del PIB a 15,5 por ciento del PIB. En línea con los
lineamientos impartidos por el Comité Consultivo de la Regla Fiscal,
conformado por expertos independientes al Gobierno, el déficit fiscal
este año debe ser 3,6 por ciento del PIB y el de 2018 de 3,1 por ciento
del PIB. Como los ingresos totales del Gobierno se mantienen estables en
estos dos años, esa reducción del déficit solo puede venir de la
reducción del gasto.
¿Esto quiere decir, señor Ministro, que la llamada 'mermelada' se acabó?
La
mal llamada 'mermelada' son proyectos de inversión para el beneficio de
las regiones, cuyos contratos, avances e informes de interventoría
pueden ser consultados por la ciudadanía, un aliado fundamental en
control de los recursos públicos, en el Portal de Transparencia
Económica. Todos los rubros del presupuesto, todos, se reducen. Quiero
ser muy claro en esto: las posibilidades de hacer inversión se limitan,
se controlan las nóminas, se reducen los gastos generales. Habrá una
austeridad inteligente, que no afecte la calidad de vida de las personas
más vulnerables, es decir, que podamos mantener la política social,
mantener los beneficios sociales de la población.
La firma
calificadora Fitch dijo que si el Gobierno no reduce el déficit, pone en
peligro la buena calificación en materia de riesgo que tiene el país...
Las
calificadoras lo que hacen es poner notas y esa nota nos la mejoró
Fitch en marzo, cuando nos pasó de perspectiva negativa a estable. Ahora
lo que nos están diciendo es: "Ustedes, después de que les mejoramos la
nota no se pueden ir de fiesta, tienen que seguir trabajando, y el paso
siguiente es reducir el déficit fiscal el año entrante". Por lo tanto,
Fitch nos está haciendo una advertencia: hay razones de peso para seguir
bajando el déficit fiscal y esto lo vamos a cumplir. Ya hicimos la
parte más dura, lograr la aprobación de la reforma tributaria, con un
gran costo político, que era necesarísima e indispensable para que el
país mantuviera la calificación BBB. No dejaremos la tarea a mitad de
camino.
"Pensábamos que para el segundo trimestre del año la economía iba a empezar a mostrar mejores resultados"
A propósito de la reforma tributaria y el aumento del IVA, la economía sigue resentida, la industria no crece, el comercio denuncia caída del consumo...
El
efecto de lo que pasó el año pasado, altas tasas de interés, alta
inflación, desaceleración asociada con fenómeno del Niño, paro
camionero, todo eso ha tenido un coletazo que ha resultado más largo de
lo que nosotros mismos habíamos pensado. La desaceleración económica fue
una consecuencia natural del ajuste ordenado de nuestras cuentas
externas, que evidenciaban un déficit muy elevado debido a la caída en
los ingresos petroleros. Este proceso se dio el año pasado y a comienzos
de este, y era necesario para asegurar la confianza de los
inversionistas y las calificadoras.
Soy absolutamente sincero:
con la rebaja de tasas de interés pensábamos que para el segundo
trimestre del año la economía iba a empezar a mostrar mejores
resultados; que no haya mejorado más, no quiere decir que eso no va a
pasar.
Si algo funciona en la economía es que si se bajan las
tasas de interés, se estimulan el consumo y la inversión, y eso vendrá;
ya empezamos a ver algunas cifras positivas que lo llenan a uno de
confianza: las exportaciones creciendo al 23,4 por ciento; inversión
extranjera directa creciendo al 8,1 por ciento; la demanda de energía
completó tres meses consecutivos de crecimiento en junio; la agricultura
mostró un repunte fuerte de 7,7 por ciento en el primer trimestre del
año; el alza en las cifras de ocupación hotelera; alza en el turismo,
aumento de casi el 50 por ciento en número de visitantes. Avanzamos en
la dirección correcta, pero reconozco que esto ha estado un poco más
lento de lo que habíamos pensado, sin que con esto queramos decir que la
recuperación no se va a dar. La recuperación viene de la mano de una
menor inflación -por primera vez en el rango meta del Banco de la
República desde enero de 2015-, de menores tasas de interés, de las 4G,
etc. El crecimiento este año va a estar como lo proyecta el Gobierno, en
2,3 por ciento. Tampoco puedo crear una expectativa de que vamos a
seguir bajando las tasas de interés al mismo ritmo de los últimos meses o
en el mismo monto, porque ya estamos llegando al final del proceso de
recortes en la junta directiva del Banco de la República.
¿5,75 por ciento en las tasas de interés no sigue siendo alto?
El
Banco de la República ha llevado a cabo reducciones en la medida en que
la corrección de la inflación y la vulnerabilidad externa lo han
permitido. Es importante decir que el mejor dato que hemos tenido en los
últimos meses es el de inflación de junio, 3,99 por ciento, ya dentro
del rango que ha fijado el Banco de la República de entre 2 y 4 por
ciento.
La noticia de la reducción de la inflación es excelente.
Hace un año la inflación llegó a estar casi en el 9 por ciento, poniendo
a prueba la capacidad de nuestro arreglo institucional en materia de
política económica. La respuesta del Banco de la República fue
responsable y acertada. Hoy, la economía tiene más certeza de que los
ajustes en los precios se darán de acuerdo con la meta del Emisor. Una
inflación baja y estable es condición importante para la inversión, la
generación de empleo y el crecimiento.
La Asociación Bancaria
acaba de expresar una seria preocupación porque ya se advierte un
inquietante crecimiento en las diferentes carteras que tienen los
bancos: la hipotecaria, la de consumo, la comercial. ¿No es grave que
eso ocurra en un sector que hasta el momento era el que empujaba la
economía?
Sí, razón de más para justificar la reducción
de la tasa de interés, porque eso no solo ayuda a estimular el consumo y
la inversión, sino también a que quien tiene deudas, para que las
pague. No vamos a tomar medidas que sean desesperadas o que sean
irresponsables; tenemos que seguir por esta vía porque ya hay luz al
otro lado del túnel. Continuamos realizando un seguimiento cercano de la
evolución de la cartera y vemos que la desaceleración se ha concentrado
en la cartera comercial, mientras que la cartera a los hogares se ha
sostenido de mejor manera. En todo caso, a pesar del crecimiento
reciente de la morosidad, los niveles de cartera se encuentran lejos de
los alcanzados en los últimos escenarios de estrés del sistema
financiero. Y las provisiones son un colchón relevante, que representa
un respaldo importante en esta coyuntura.
¿Cuánto les va a asignar el presupuesto del año entrante a los proyectos de paz?
Este
año es de 1,8 billones de pesos. Para el año entrante será de 2,4
billones de pesos, esto muy centrado en el financiamiento de los
llamados PDET, Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial, que se van a
instalar formalmente la semana entrante con la participación del
Presidente de la República.
¿Y cuál es el objetivo?
Implementar
de manera prioritaria y con mayor celeridad los planes de la reforma
rural integral, consignados en el punto uno del acuerdo final, en los
170 municipios más afectados por el conflicto armado, la pobreza, la
presencia de cultivos ilícitos y el bajo desempeño institucional. Además
de la importancia de dar prioridad a estos territorios para que lleguen
las vías rurales, la salud, educación, agua potable, energía, la
vivienda, el desarrollo productivo y el acceso a la tierra, la gran
innovación de los PDET es que serán construidos de manera participativa
por todos actores el territorio. Con esto me refiero a que participarán
activamente las organizaciones sociales, las juntas de acción comunal,
los indígenas, los afros, alcaldes, gobernadores, el sector privado y
los gremios locales y las universidades regionales, entre otros.
¿Qué término tienen para presentar ese informe cada uno?
En nueve meses.
Otro
tema: ¿qué va a pasar con la ley que aprobó el Congreso que rebajó del
12 al 4 por ciento el aporte de los pensionados a salud?
La ley será objetada.
¿Por qué razón?
Las
razones para la objeción son 4. La primera: ese tipo de leyes requieren
de un aval del Gobierno porque el Congreso de su propia iniciativa no
puede tomar la decisión de bajar las tarifas de los tributos. El
Gobierno fue consistente a lo largo de todo el debate en que no la
avalaba. Entonces hay un vicio en la constitucionalidad. Hay un segundo
vicio de trámite que también hace inconstitucional el proyecto: en la
votación del informe de conciliación en la Plenaria del Senado se
hicieron cerca de 5 votaciones, algunas de ellas sin el quórum
suficiente. En tercer lugar: es una ley que rompe con otros principios
constitucionales, que son la equidad, la solidaridad y la progresividad:
le baja cotización a salud tanto al pensionado del salario mínimo como
al pensionado que recibe una pensión de 18 millones de pesos, no hay
progresividad, no hay equidad. Y, en cuarto lugar, no es sostenible
fiscalmente; el Estado simplemente no cuenta con los recursos para
reemplazar esos 3 billones de pesos que le quitarían de impuesto a la
salud. Esas contribuciones que se hacen por parte de los pensionados
financian la salud, así que si se dejan de recibir 3 billones de pesos
de aportes a la salud, el Ministerio de Salud no tendría otra
alternativa que reducir afiliación al régimen subsidiado de cerca de
cuatro millones de personas.
Pero se ha insistido en que esa ley fue una promesa de la campaña del presidente Santos para su elección en el 2014...
Sí.
La razón es que en el 2014, en el primer semestre, estábamos viviendo
en una economía con el auge petrolero, a más de 100 dólares el barril,
unas condiciones muy diferentes, donde era posible pensar en ese tipo de
beneficios. Sin embargo, con el petróleo en 50 dólares por barril, las
condiciones han cambiado radicalmente.
¿Y qué va a pasar con el tamizaje neonatal?
El
Congreso de la República no envió esa ley, porque en el proceso final
de conciliación se cometieron unos errores que generaron una situación
donde el proyecto quedó viciado y el Congreso no lo envió a sanción
presidencial.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO