‘Una nueva reforma tributaria aumentará el riesgo de recesión en Colombia’: Bruce Mac Master

El presidente de la Andi habla sobre la situación económica del país, el acuerdo nacional del presidente Petro, la 'paz total', entre otros temas de la agenda nacional.

Foto: El Tiempo
Domingo 11 de Agosto del 2024

Las denuncias que formula el máximo representante de los empresarios de Colombia, el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, no pueden ser más graves: notifica que el país no tiene cómo pagar más impuestos y sugiere una preocupante situación nacional.

El diálogo con este cronista para EL TIEMPO comienza con su opinión sobre la anunciada nueva reforma tributaria. "Tuvimos una en el año 2021, otra en 2022, la más grande de la historia de Colombia, cerca de 22 billones de pesos. Ni los hogares colombianos, ni los emprendedores, ni las pymes ni las empresas tienen cómo costear más impuestos. Para quien los paga, Colombia es uno de los destinos más costosos de todo el mundo. El Estado tendrá que reducir el gasto", dice. 

¿Usted piensa repetir el lobby que alguna vez hizo en el Congreso? 

Sí, y le voy a decir por qué. Si se aprueba una nueva reforma tributaria, nos vamos a dirigir directo hacia la recesión de verdad. Hacia una recesión profunda, una recesión donde los hogares no van a tener cómo mantenerse, ni las empresas cómo operar. Una nueva reforma tributaria aumentará el riesgo de recesión en Colombia. Y el Gobierno tiene que ser consciente de eso. La única solución al problema fiscal es un recorte en el gasto en las ambiciones del Gobierno. 

¿Recorte del gasto público?

Sí. El presupuesto ha crecido el 40 por ciento nominal compuesto en dos años. 

Es decir, ¿no aceptan los empresarios la propuesta del Gobierno?

Si la propuesta es que haya una ley de financiamiento que significa una reforma para aumentar impuestos, tendremos que decir que eso es inconveniente... 

¿A ustedes los han consultado?

Ni a los empresarios ni a la sociedad. En el caso de la reforma de salud, los médicos, los científicos, los hospitales, las clínicas, las EPS, la academia, todo el mundo ha advertido que se va a producir una gran crisis de atención en salud. El Gobierno tiene la oportunidad de trabajar y de concertar. Si el llamado es a construir soluciones colectivas de la sociedad, nosotros estamos más que listos. Si el llamado es a aceptar imposiciones, nosotros tendremos entonces que dar nuestra opinión, con tranquilidad, sin apasionamientos, pero con claridad. Las imposiciones corren el inmenso riesgo de llevar a equivocaciones. La sociedad tiene el derecho a eventualmente alzar la voz y alertar si se va a cometer un error.

¿Y a qué conduce esa situación?

Vivimos, desde el punto de vista económico, uno de los momentos más complejos en toda la historia. Hemos perdido buena parte de la confianza de los mercados, que habíamos construido a lo largo de muchos años, a pesar de toda la violencia que tuvimos. Vivimos las mejores apreciaciones de crédito, nos consideraban buen destino para la inversión. Hoy esas cualidades están en duda. Tenemos una de las situaciones económicas más complejas.

El Presidente de la República ha propuesto cuatro puntos para un gran acuerdo nacional en el remate de su gobierno. El primero, la paz. ¿Cuál es su opinión?

No tengo la menor duda de que Colombia amerita todos los esfuerzos para tratar de buscar la paz. Somos muchos los que creemos que la única forma realmente de poder lograr la voluntad de paz de los grupos armados es bajo el principio de que el Estado debe tener el monopolio de la autoridad. Es la única forma de negociar. En el pasado negociaron porque el Estado tenía una posición fuerte y ellos se vieron en la necesidad de sentarse con la sociedad. Si no, no lo habrían hecho. 

¿Eso no está claro hoy?

Hoy no es claro y por eso hemos tenido tantas diferencias sobre los mecanismos de negociación. Tenemos una preocupación profunda alrededor de la pérdida de acción de las autoridades, así como de las múltiples negociaciones, incluso con grupos que no son insurgentes, como grupos criminales grandes y con gran impacto sobre la sociedad, pero que no son grupos insurgentes. La paz debe ser entendida como control del territorio, como reducción significativa de violencias. 

¿Qué llama usted control del territorio? 

Básicamente, la capacidad que debe tener la Fuerza Pública y las autoridades estatales de garantizar que son la única autoridad en el territorio. Que les ofrezcan seguridad a los ciudadanos, a los campesinos, a los empresarios y a los emprendedores. 

¿Eso no está ocurriendo?

No, eso no ocurre hoy en día, no se ha logrado integralmente nunca, pero hoy la situación es muy grave. Tenemos retrocesos por el secuestro, la extorsión, las masacres que han aumentado significativamente.

¿Pero qué hacer?

El proceso debe partir del fortalecimiento de la autoridad, y solo así adelantar procesos de negociación. No son compatibles la negociación y el debilitamiento de la autoridad. Las fuerzas de policía y las Fuerzas Armadas deben tener la capacidad de poder actuar, hay que fortalecerlas y aumentar sus capacidades operativas. Deben tener autorización para poder ejercer la autoridad. Si esto no sucede, no va a ser exitoso ninguno de los procesos de negociación hoy en camino, y eso lo sienten y reclaman los ciudadanos. Si usted pregunta cuáles son las dos principales preocupaciones, le van a decir: seguridad y pobreza, ambos relacionados especialmente con el empleo. No se puede abandonar el fortalecimiento de la autoridad en el territorio.

El presidente Petro, al comenzar su gobierno, habló de la 'paz total'. Si no se habla con el narcotráfico, no parece que haya paz total. ¿Usted es partidario de que se hable con el narcotráfico?

A mí no me gusta esa idea en especial porque se trata justamente de grupos criminales, que incluso cometen también delitos de lesa humanidad. Pero lo cierto es que tenemos que ser prácticos en el sentido de buscar soluciones para problemas tan graves. Las posiciones principistas dirían que el Estado no debe hablar con criminales, pero no se puede abandonar la posición de autoridad del Estado. En el pasado, Colombia ha conversado con grupos por fuera de la ley, aunque es probable que se deba crear un marco jurídico que permita esas conversaciones. Tendrán que decirlo los juristas, especialmente la Corte Constitucional. Con los grupos narcotraficantes el único camino es el sometimiento a la justicia. Y si eso pasa por hacer algunos procesos de conversación, pues yo estaría de acuerdo, pero para someterse al Estado de derecho. 

¿Su posición supone que usted apoya la idea de negociar con ellos?

El camino tiene que ser el sometimiento; no puede haber una negociación política. Ellos no son agentes políticos, ni representan a nadie en lo político. Pero hay que hacer esfuerzos por salvar vidas.

¿No es débil el Estado para una eventual negociación?

Yo creo que sí lo es. El Estado no ha sido suficientemente fuerte para imponerse.

¿Usted cree que los actores armados dedicados al narcotráfico están ganando?

No, pero tampoco está ganando el Estado.

¿La estamos perdiendo?

No. Pero no la estamos ganando tampoco.

¿Y qué hacer?

Fortalecer las fuerzas desde todo punto de vista: presupuestales, operativas, estratégicas, de presencia en el territorio, con voluntad de autoridad. Hay que hacerlo pronto. El Estado no puede seguir perdiendo espacios en términos de control del territorio. Si renunciamos a ello, perdemos el país. La pérdida de presencia y control del territorio por parte del Estado puede darse muy muy rápido. La retoma de ese control tomará muchos años y Colombia no puede descuidarse más. Hemos perdido control territorial por ausencia de fuerza o por falta de voluntad. El día que perdamos presencia del Estado terminan entrando otros grupos y otras fuerzas violentas que son tremendamente nocivas y peligrosas. 

El Presidente ha propuesto, al cumplir dos años de gobierno, un acuerdo nacional para implementar la paz. Es claro que para llegar a un acuerdo sobre la paz hay que hablar con el narcotráfico...

Hay que buscar mecanismos de sometimiento a la justicia. No es lo mismo una negociación política que una negociación para el sometimiento. Tenemos que ser enfáticos. Y hay muchos colombianos muy sensibles a eso. Esto solo lo logra un Estado con autoridad.

Es decir, no se trata de una negociación...

Colombia no puede hacer concesiones a grupos criminales, habría que construir mecanismos que conduzcan al sometimiento. 

¿Negociar?

Derrotar o someter... La historia ha demostrado que no hemos logrado derrotarlos. El narcotráfico no es un problema que Colombia pueda afrontar sola. Es absurdo que tengamos en este momento más de 200 poblaciones donde el control del territorio lo tienen eventualmente grupos por fuera de la ley.

Otro tema: ¿cómo van las relaciones con el Presidente de la República?

Soy un gran amigo de conversar, pero de conversar genuinamente. Los monólogos no son conversaciones. Las conversaciones no son discursos de un lado y cero escucha a la sociedad del otro. Los intentos de imposición no son conversaciones, no son diálogos.

¿Está hablando del Presidente de la República?

Usted me preguntó por el Presidente, pero hablo también de algunos funcionarios del Gobierno, que en algunos casos nos han invitado a encuentros que no han terminado siendo conversaciones. Por eso yo sí tengo la ilusión de que, después del discurso del Presidente del 7 de agosto, en realidad él tenga el interés genuino de conversar. Si el mensaje del Presidente es ese, es una gran noticia para el país. Si él tiene el interés genuino de conversar con nosotros, va a encontrar interlocutores interesados, sinceros, constructivos y bien intencionados.

¿Qué futuro le espera al país bajo este gobierno?

No, no están rotas. Pero hasta ahora no sentimos voluntad de escucha. Y eso es muy costoso para la sociedad porque un buen líder es quien convoca, escucha, trata de construir consensos y trata de hacer que el país avance. Más allá de la idea de querer imponer su opinión, más allá de querer imponer su posición y sus ideologías. Todos tenemos opiniones e ideología. Pero tenemos que entender que los liderazgos no son para imponerse, sino para trabajar en colectivo, en favor de una comunidad que somos todos. 

¿Cuál ha sido la razón del enfrentamiento con el Presidente?

No, yo no siento que estemos enfrentados. Lo que sí siento es que no ha sido fácil el diálogo. Este ha sido muy difícil por los ataques a tantos sectores y eso, por supuesto, la gente lo siente como una agresión. 

¿Usted ha pedido audiencia con el Presidente? 

Muchas veces. Y él lo ha ofrecido, pero no se ha cumplido. Mire, Colombia está ad portas de una gran crisis energética. No vamos a tener gas natural para el año entrante. Sabemos que nos van a faltar cerca de 83 millones de pies cúbicos diarios de gas natural el año entrante y dentro de dos años nos van a faltar más de 258 millones de pies cúbicos. Algunos pensaban que eso se iba a poder surtir en parte con lo de Venezuela. Ya el ministro de Minas dijo en el Congreso que el gasoducto de Venezuela no va a funcionar. Nos va a tocar importar. El gas importado vale tres veces más que el nacional. Habrá aumentos en las tarifas de gas, en las tarifas de energía, y se suspendieron los proyectos piloto que nos iban a dar autonomía para 20 o 30 años y no se reemplazaron por nada. Hoy vemos las consecuencias. 


Yamid Amat