El cese bilateral del fuego no es una tarea mecánica ni fácil. A esa conclusión se llega luego de escuchar el análisis que hace el general (r) Óscar Naranjo, uno de los oficiales más respetados y quien hace parte de la mesa de negociación de la paz con las Farc, que avanza en su tarea en Cuba.
“El cese del fuego se iniciará cuando el Presidente de la República considere que ya existen las condiciones para ello”, afirma enfáticamente, pero los estudios sociomilitares concluyen no solo que esas condiciones aún no existen, sino que hay otros pasos indispensables para callar los fusiles del Ejército y la Policía. La suspensión del reclutamiento de menores, el desminado de más de 650 municipios y el conocimiento de la verdad sobre lo ocurrido con miles de desaparecidos son algunas condiciones básicas para el cese bilateral. Además, 8.000 guerrilleros tendrían que ser ubicados y protegidos, para verificar el cumplimiento del acuerdo. (Lea también: Estos son los pasos para llegar a un cese del fuego definitivo)
¿El cese bilateral del fuego podría acelerar el acuerdo?
El Presidente de la República ha estimado que la madurez que tiene el proceso significa que debemos avanzar en el estudio serio de las condiciones y el modelo para poner en marcha un cese del fuego bilateral y definitivo. (Lea también: ¿Habría cese bilateral antes de firmar un acuerdo final?)
¿Cuándo pasará eso?
Los negociadores, por instrucciones del Presidente y con el apoyo de la subcomisión técnica, iniciaremos con las Farc la discusión del tema. Su aplicación será una decisión que se tomará en el marco de los acuerdos que se vayan construyendo, y será el Presidente quien determine cuándo se aplicará el cese bilateral y definitivo. Adicionalmente, en la mesa se discuten los temas sobre el desescalamiento, tales como desminado, reclutamiento de menores y desaparecidos en el marco del conflicto, entre otros. (Lea también: Iglesia respalda cese bilateral, pero cuando se firme acuerdo final).
¿Estamos hablando de cese del fuego antes de un eventual fin del conflicto?
Será el presidente Santos quien evalúe si los avances y las condiciones permiten aplicar con eficacia un cese bilateral y definitivo antes de la firma.
¿El cese bilateral será negociado en La Habana?
Hay una subcomisión técnica, encabezada por el general Javier Flórez e integrada por un alto equipo de oficiales de la Fuerza Pública, que estudia el tema. Esa comisión debe proponer a los plenipotenciarios de La Habana modelos alternativos para el cese bilateral.
¿Las comisiones técnicas del Estado y de la guerrilla se van a unir para hacer una propuesta conjunta?
Sí. Está previsto que en los próximos ciclos se inicien las conversaciones sobre este y otros temas relacionados con el fin del conflicto. Se trata de obtener las mejores recomendaciones que permitan garantizar la eficacia y la sostenibilidad del cese bilateral y definitivo que silencie para siempre los fusiles.
¿Qué significa hablar del desminado como medida de desescalamiento?
Acordar medidas inmediatas para descontaminar cerca de 688 municipios donde se sembraron minas antipersonales.
¡Eso es más de la mitad del total de los municipios!
Sí. El barrido que ha hecho el programa de desminado humanitario señala esa dramática realidad.
¿Las Farc tienen un mapa propio de campos minados?
No quiero faltar a nuestro compromiso de confidencialidad de las negociaciones. Las Farc ya han expresado su voluntad para ayudar con el desminado.
¿Cuántas personas han sido víctimas de minas?
Desde 1990 se han registrado 11.006 víctimas, entre muertos y lesionados.
En el año que acaba de terminar, ¿cuál fue la cifra?
Doscientos setenta y siete colombianos resultaron víctimas de las minas.
¿Cuál es el departamento más minado?
El Meta y el que registra más víctimas, Antioquia.
Dijo usted que otra medida de desescalamiento del conflicto, y que está relacionada con el cese bilateral, es el fin del reclutamiento de menores. ¿Las Farc aceptan terminar con esa práctica?
Han dicho que están dispuestas a hablar sobre el reclutamiento de menores y ver de qué manera se toman unas decisiones para superar esta problemática.
Entonces, si no hay acuerdo sobre reclutamiento, ¿no habrá cese del fuego?
Sobre estas bases es sobre las que el Presidente determinará cuándo aplicará el cese bilateral y definitivo.
Entonces, ¿quienes piensan que el cese bilateral es un factor inmediato para avanzar en el proceso están equivocados?
Sí, esto está concebido para que la firma del acuerdo signifique que hay cese bilateral y definitivo del fuego y hostilidades, y eso hay que garantizarlo. Eso no es tan mecánico. Hay procedimientos por hacer. Este es un proceso y es lo que las comisiones técnicas discutirán para plantear alternativas.
¿No habrá, entonces, un cese bilateral antes de la firma del acuerdo final?
El Presidente valorará, en función de la construcción de los acuerdos, la madurez del proceso y la dinámica que impone desescalar el conflicto, cuándo resultará prudente aplicar el cese bilateral y definitivo.
Cuando el Presidente anuncia que dio la orden de negociar el cese bilateral, ¿eso es en respuesta al cese unilateral de las Farc?
No. El cese de las Farc es unilateral e indefinido. En cualquier momento lo pueden suspender. Indefinido es que no tiene definición. Cuando hablamos de cese bilateral hablamos de cese definitivo, para siempre. Ahí es donde está la diferencia.
Es decir, ¿no hablamos de cese indefinido?
No, de cese definitivo.
Ni se hablará jamás de cese indefinido.
No, nunca.
No es que el Ejército decida ya no disparar más…
No. Aquí lo que buscamos es crear condiciones que nos permitan llegar a un acuerdo sobre cese bilateral del fuego con base en el acuerdo general de La Habana, que en su punto 3 habla de los temas relativos al fin del conflicto.
Entonces, ¿la ofensiva del Ejército de la Policía contra la guerrilla seguirá con los parámetros de siempre?
Continuará mientras que el Presidente no determine que el desescalamiento del conflicto impone nuevas dinámicas en la aplicación de la fuerza militar.
¿A qué llama desescalar?
Reducir o eliminar procedimientos de un conflicto de más de 50 años. Desescalar es renunciar a prácticas intolerables, como el reclutamiento de menores.
¿El fin de los bombardeos es parte del desescalamiento?
Sí, eso puede ser parte del desescalamiento. Si las condiciones ya no exigen bombardeos, pues no se bombardea. Si la dinámica del conflicto va reduciendo el uso de la violencia, el uso de la fuerza legítima del Estado lógicamente se ajustará a las nuevas realidades.
El Ejército y la Policía cumplen funciones de defensa de la población y de ataque a los grupos alzados en armas. ¿Eso continuará?
Si las condiciones tienden a la normalización del país y a la eliminación de la confrontación, sería lógico suponer que nuevos protocolos de actuación de las autoridades serán necesarios.
Es decir...
Seguramente entraremos a una fase donde el desempeño de la Fuerza Pública será diferencial para enfrentar las distintas formas de criminalidad.
¿Cómo se determinará ese nuevo protocolo para la Fuerza Pública?
Será el resultado de una directriz del Presidente, como comandante supremo, en función de las nuevas realidades.
¿Cuántos hombres tienen las Farc?
Según los registros oficiales, cerca de 8.000 guerrilleros y un número indeterminado de milicianos, y la práctica en otros procesos, de cara a ceses bilaterales y definitivos, es que se ha previsto su concentración en áreas determinadas.
Es decir, el cese bilateral supone concentración. ¿En dónde se concentrarán?
Los centros de ubicación serán motivo de las discusiones de las subcomisiones técnicas. Es algo complejo y sensible y sería irresponsable adelantar conclusiones. Este tema estará vinculado a otros, como garantías de seguridad.
El expresidente Uribe y su partido declaran de manera permanente que es un sometimiento del Gobierno a las Farc...
Las opiniones críticas al proceso, si están basadas en verdad y están libres de prejuicios y odios, hay que tenerlas en cuenta. Lo que puedo asegurar es que el Presidente y los negociadores no estamos entregando el país. Al contrario, si se leen los tres puntos ya acordados, lo que se encuentra allí son decisiones que significan el fortalecimiento de la democracia en el país. A mí me sorprende un poco que no se tenga en cuenta que las Farc están renunciando al uso de la violencia de las armas para cambiarlas por las ideas y la participación en política.
Pero los críticos del proceso afirman que los acuerdos son impunidad…
La verdad es que hablamos de narcotráfico con las Farc sobre dos realidades. Primero, que el narcotráfico ha financiado el conflicto en Colombia, y segundo, que ya logramos que ellos se comprometen a romper con cualquier vínculo que tengan o hayan tenido con el narcotráfico y que contribuirán de manera efectiva a la solución del problema de las drogas en Colombia.
¿Y la justicia para los autores de delitos?
Debemos empezar a ponernos de acuerdo sobre si queremos perpetuar la guerra, privilegiando la aplicación de una justicia extrema, o si queremos sacrificar algo de justicia en función de verdad y de reparación para la reconciliación. Pensar que la justicia lo resuelve todo es un error; y pensar que la verdad lo resuelve todo sin justicia es otro. Las víctimas han dicho que, a pesar de haber sido víctimas, están dispuestas a reconciliarse y perdonar; esos mensajes habría que traerlos más al país para generar conciencia de que llegó la hora de la paz.
¿Este año se firmará la paz?
Es el año más desafiante de la negociación y es el año donde los colombianos tenemos que empezar a crear también condiciones para la paz. Es muy importante ponerle fin al conflicto con las guerrillas, pero también dejar de matarnos entre nosotros. Cuando se revisan los homicidios por fuera del conflicto, se ve un desafío urgente. Es vergonzoso que nos estemos matando sin sentido. Es necesario prepararnos para construir la paz, y eso significa poner fin al conflicto armado con las guerrillas, neutralizar a las ‘bacrim’, someterlas a la justicia y crear condiciones de convivencia para ganarle esta batalla a la muerte.
Respuestas a las críticas de Uribe
¿La paz no necesita unión nacional?
La unidad nacional no significa que se renuncie a convicciones políticas; significa que se construya la paz desde distintas orillas. Estamos aquí por los esfuerzos que han hecho otros presidentes, que nos dejaron lecciones y nos mostraron los riegos de una negociación, que estamos tratando de corregir. Hay un mérito en los jefes de Estado que, bienintencionados, asumieron otros procesos de paz. Si fracasaron o no, no es momento de hacer juicios de valor. Lo que hay es que aprender de esos procesos.
¿Uribe habría preferido la solución militar?
Él, como político, sabe bien que no tiene sentido hacer la guerra si es para perpetuarla; tiene sentido si conduce a la paz y crea las condiciones para una salida política y negociada del conflicto.
¿Son enemigos de la paz los críticos del proceso?
Es un error graduar de enemigos de la paz a quienes critican el proceso; me parece que ese sector que tiene desconfianzas necesita más información. No estamos entregando el Estado a las Farc. Al final, los dividendos de la paz van a permitir que Colombia experimente una segunda oleada de democratización tras la Constitución del 91.
¿Usted cree en la paz?
Es posible e inaplazable ponerle fin al conflicto y, a partir de allí, empezar a construir una paz estable y duradera. Firmar un acuerdo con las Farc no es lograr en automático la paz. La paz son muchas cosas: convivencia, cultura y legalidad, y proscripción de costumbres que derivan en el irrespeto y la violencia. Las señales que estamos recibiendo indican que será posible firmar un acuerdo.
¿Usted cree en las Farc?
Las he visto cada vez más comprometidas con el proceso. Con los avances logrados, con lo que está en los acuerdos, hay razones para creer que llegaremos al fin del conflicto.
¿Las Farc habrían podido ser derrotadas por la guerra, como dicen algunos?
Llevamos 50 años pensando así, y el riesgo de decir que sí a su pregunta es esperar otros 50 más y encontrarnos con una tierra arrasada.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO