La tradición de medir las realizaciones de un gobierno en sus cien primeros días de gestión tiene, según historiadores, dos orígenes. Uno es la versión francesa y otro, la versión americana. Guardadas proporciones, hay una relativa semejanza entre la versión francesa y los cien primeros días de gobierno del alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa.
En el caso francés, los cien días fueron los que transcurrieron desde el regreso de Napoleón a París, tras escapar de su exilio en Elba, en marzo de 1815, hasta su derrota final en Waterloo, en junio del mismo año. En esta versión, la insistencia sobre la importancia de los primeros cien días de un gobierno proviene, paradójicamente, de la derrota de Napoleón.
En la versión americana, el presidente Franklin Delano Roosvelt, luego de ser elegido en 1932, prometió que en sus primeros cien días cambiaría el rumbo del país. Lo hizo y el éxito de su mandato fue logrado porque puso a los mejores hombres en su gabinete y consiguió superar las secuelas de la terrible recesión del 30. En los primeros cien días de Enrique Peñalosa hay un poco de la versión francesa: las encuestas sobre su gobierno son aterradoramente malas. Y hay un poco de la versión americana: está trazando el camino para la transformación total de Bogotá.
¿Cómo definiría sus primeros cien días de Gobierno?
Encontramos una ciudad desbarajustada, con problemas financieros enormes y desorden en casi todo. En estos primeros cien días comenzamos a poner la casa en orden y a estructurar las grandes obras que trasformarán a Bogotá, como el metro, las autopistas mediante asociación con inversionistas privados, los programas para construir cerca de 180.000 viviendas o los 30 nuevos colegios.
¿Qué ha logrado en materia de seguridad, una de las mayores preocupaciones?
Redujimos casi a la mitad el hurto de celulares. Bajó en 29 % el hurto a tiendas, en 20 % el hurto a las personas y, lo más importante, redujimos el 15 % en los homicidios. 53 personas menos asesinadas en los primeros 3 meses.
¿Cómo logró, en general, el mejoramiento en índices de seguridad?
Acabamos con el divorcio entre la Policía y el Alcalde: hoy somos un equipo y ejerzo como comandante de la Policía. Le damos mucha importancia a la seguridad. Creamos la Secretaría de Seguridad, y allí está Daniel Mejía, uno de los mayores expertos en el tema en América Latina. Él lideró un proceso para identificar 750 puntos de la ciudad donde se concentraban la mayor parte de los delitos y ya se intervinieron. Estamos recuperando el orden en el espacio público, que no es un tema menor. Está probado que si hay más limpieza, más iluminación, no hay afiches ni pasacalles, se crea un ambiente de orden, en el que hay autoridad.
¿En qué consiste el centro de control que está organizando?
Bogotá requiere hace mucho tiempo un gran centro de comando y control: esa será nuestra tarea para devolverle a Bogotá el derecho a vivir sin miedo. Vamos a tener miles de cámaras en toda la ciudad. Tenemos muchas menos cámaras no solo que Medellín o Barranquilla, si no también en ciudades como Villavicencio.Construimos en tiempo récord dos canchas sintéticas iluminadas y esperamos entregar más de 100 en los próximos años. A veces una cancha de estas puede ser más efectiva para mejorar la seguridad que un CAI.
¿La suspensión de la rumba extendida en algunos sitios mejoró la seguridad?
Sí, en algunos lugares podrá ya ser reactivada. Lo haremos en la medida en que veamos que existen las condiciones para hacerlo.
¿Y en materia de lucha contra bandas organizadas?
Desarticulamos 41 bandas, priorizando las dedicadas a venta de droga a niños.
Tengo la impresión de que los primeros cien días de su gobierno los caracteriza el anuncio y la polémica posterior sobre la reserva Van der Hammen...
Ese fue sin duda el tema más mediático. Pero el tema no es la reserva; es dónde y cómo debe crecer Bogotá. Hoy tenemos 2,6 millones de viviendas en la ciudad y municipios aledaños, y en los próximos 40 años, por el crecimiento de la población, se van a necesitar 2,7 millones más. La ciudad está creciendo mal; los bogotanos se están yendo a vivir a Chía y Cajicá, sin grandes vías, ni transporte masivo. Y esa es una razón de los trancones monumentales de la autopista Norte.
¿Por qué tanto interés suyo en construir en la reserva?
Primera razón: el crecimiento de la ciudad. Segunda: la reserva tiene bloqueada la construcción de las vías que servirían para desembotellar el norte: la ALO, la avenida Ciudad de Cali al norte, la Boyacá al norte, la vía de Cota a la 170; ninguna de ellas se puede construir hoy. Si no creamos las condiciones para que 1,3 millones de personas puedan vivir en el norte de Bogotá en 6.000 hectáreas, se irán 30 kilómetros más lejos, a ocupar 20.000 o más hectáreas de sabana, lo que multiplicará el número de carros; puede generar un problema de tráfico imposible de solucionar y producirá un impacto negativo sobre el calentamiento global.
¿Pero qué va a pasar con el medio ambiente?
Es bueno aclarar algunas falsedades que se han dicho: la reserva no tiene humedales, y en su gran mayoría no tiene árboles. Solo el 7,8 por ciento del área tiene bosque. Y, por supuesto, quedaría protegido dentro de los terrenos que mantendríamos como reserva. La reserva hoy está ocupada por invernaderos, barrios, universidades, pastos, etc.
¿Por qué no dejarla como está?
Primero porque son predios privados que habría que comprar y cuestan billones. ¿De dónde va a salir el dinero para eso? Y segundo porque queremos mejorar la reserva Van der Hammen, pues como está delimitada hoy no conecta los cerros con el río Bogotá. En nuestra propuesta tenemos varios grandes parques lineales que harán esa conexión, y lo más importante es que los predios se obtendrán de manera gratuita, como cesiones obligatorias.
Pero los ambientalistas lo están acusando de destructor de lo verde...
Nosotros no estamos pidiendo permiso para hacerle un daño al medioambiente, a cambio de otros beneficios: estamos convencidos de que lo que proponemos es mucho mejor para el medioambiente. Se ocupan muchas menos hectáreas de sabana, se consume mucho menos combustible y vamos a tener enormes zonas verdes para el disfrute de todos los bogotanos.
Esta insistencia suya en el uso de la reserva ha bajado mucho su favorabilidad...
Mire: soy consciente del enorme costo político que este esfuerzo tiene. Para mí sería más cómodo ignorar el tema de dónde y cómo debe crecer Bogotá. Nadie me reclamaría que no lo hiciera. Pero es lo más importante que tenemos que hacer, para la calidad de vida. Pero, en últimas, quien decide será la CAR.
¿Por qué derogó el decreto que permitía construcciones sin límite de altura?
Porque le estaba haciendo mucho daño a la ciudad. Permitía grandes alturas en más de 9.000 hectáreas, sin importar que fueran zonas residenciales con vías angostas, sin parques, sin redes de acueducto adecuadas, sin cercanía al transporte.
¿Hoy no se pueden construir edificios para vivienda de gran altura?
Hay muchos sitios donde sí se puede. Y en nuestro POT las permitiremos, siempre y cuando estén las condiciones dadas.
A propósito, ¿sobre qué bases va a estar fundamentado el nuevo POT?
Sobre una ciudad mucho más verde, con un gran circuito ambiental, con alta densidad, y estimulando crecer en el norte y alrededor del río, donde haremos un malecón para que la ciudad crezca alrededor de él.
En materia de vivienda, ¿cuál es el balance de los cien días?
La construcción de vivienda de interés social (VIS) en Bogotá estaba bloqueada. La destrabamos. Vamos a construir 80.000 viviendas VIS el año entrante. Esto es 722 por ciento más de lo que se hizo en el cuatrienio anterior. Y vamos a destrabar muchos planes parciales que estaban bloqueados, como el Plan Zonal del Norte; en los próximos dos meses vamos a generar unas 110.000 viviendas más, de las cuales más de 40.000 son VIS y VIP. A diferencia del pasado, estamos haciendo equipo con el Gobierno Nacional. Y eso le ayuda mucho a Bogotá. No solo en subsidios para vivienda social, o en seguridad, sino también en educación: con la Ministra construiremos 31 colegios nuevos. Asimismo, en vez de pelear con Bienestar Familiar, estamos haciendo equipo y se van a beneficiar cerca de 250.000 bogotanitos de 0 a 5 años. Y ni hablar del metro: el Ministro de Hacienda y el Director de Planeación están jugados con Bogotá.
A propósito, ¿sí va a haber metro o era promesa de campaña electoral?
La diferencia del metro que estamos estructurando con el metro del que vienen hablando hace muchos años y al que le han gastado miles de millones de pesos en propaganda no es que uno sea elevado y el otro bajo tierra. La diferencia es que nosotros sí lo vamos a hacer. Abriremos la licitación en 2017 y estará listo en 2020. En esto, otra vez, estamos trabajando en equipo, no solo con el Gobierno Nacional sino con el Concejo de Bogotá, que está debatiendo en este momento la creación de la empresa Metro. Esperamos comenzar a comprar predios en el segundo semestre de este año y a reubicar redes de servicios públicos.
¿Qué seguridad tiene Bogotá de que esta vez sí es en serio la promesa?
Le doy mi palabra. El metro elevado no solo va a ser una mejor experiencia para quienes viajan, sino que tendrá un costo mucho menor, menos riesgos de sobrecostos. Además, haremos un gran trabajo de redesarrollo urbano alrededor del metro. Esa es una de las razones por las cuales con el Gobierno Nacional invitamos a Andrés Escobar, como gerente del Metro, pues él es un gran experto en renovación urbana.
En materia de salud, ¿qué logró?
La crisis en la que encontramos los hospitales era monumental. Después de haber sufrido con el llamado 'cartel de la contratación', la anterior administración los abandonó. En los últimos 10 años no se aumentó una sola cama de hospital y encontramos muchas obras abandonadas, como la ampliación de urgencias del hospital de Kennedy. Las imágenes eran dramáticas los fines de semana; amanecían en los corredores y en el piso de las salas de urgencia personas apuñaladas, enfermos graves... Por eso, lo primero que hicimos fue declarar la emergencia sanitaria para poder hacer ajustes, reubicaciones, construcciones para ampliar rápidamente la capacidad de las urgencias. Pero tal vez lo más importante es que el Concejo nos aprobó una reforma revolucionaria: los 22 hospitales de Bogotá se reagrupan en cuatro redes con cuatro gerentes mucho mejor calificados.
¿Eso qué significa?
Que podremos tener un esquema de compras unificado para lograr mejores costos. La administración se va a mejorar. Y, sobre todo, se reduce el calvario de los pacientes, que ya no tendrán que pedir autorizaciones en la EPS para pasar de un hospital de un nivel a otro.
Usted está aplicando un presupuesto que fue presentado por su antecesor. ¿Proyecta presentar un presupuesto adicional?
Perdóneme, pero ese no es el problema. El problema es que recibimos una crisis financiera monumental. Por ejemplo, el SITP (el servicio integrado de transporte) lo entregaron con un déficit de 800.000 millones de pesos al año y comenzar a arreglarlo vale otros 800.000 millones. Eso es una bomba atómica. El SITP pierde más de 2.000 millones de pesos al día; todos los operadores pierden, más de la mitad están quebrados, a los barrios les quitaron los buses tradicionales y no los remplazaron con buses del SITP.
¿Qué va a hacer?
Una serie de reformas profundas que estamos definiendo. Adicionalmente, con base en una distribución extraordinaria de más de 800.000 millones de pesos de utilidades de la EEB, se montaron en una gran cantidad de gastos recurrentes, que ahora no hay cómo cubrir.
En el libro blanco que usted publicó, hay un déficit en todos los sectores del gobierno. ¿Cómo lo va a cubrir?
Tratando de reducir costos principalmente, porque aquí había un desorden monumental, una mala gerencia en todo.
¿Cómo reduce costos, con destitución de gente?
Muchos contratos se van acabando y no se podrán renovar. Nos duele por la gente, pero hay que ser responsables con las finanzas de la ciudad.
¿En qué consistía la doble nómina paralela del alcalde Gustavo Petro que denunció?
La alcaldía de Samuel Moreno había aumentado ya la planta de contratistas a casi 29.000 personas. Y en la administración pasada le aumentaron 20.000 contratistas más. Miles de ellos no tenían funciones claras o, como en el área de salud, encontramos cientos de contratistas sin la formación requerida en salud.
En cultura y educación, ¿qué balance hace de los 100 primeros días?
Hemos puesto el foco en los niños de 0 a 5 años. Vamos a invertir en ellos 3,5 billones de pesos, y por primera vez se va a priorizar la atención en los 243.000 niños más vulnerables en Bogotá. En educación, así como hace 18 años hicimos una revolución en la cobertura, con colegios de calidad que hoy están mostrando sus frutos, ahora vamos a repetir y mejorar ese esfuerzo. Y vamos a lanzar en dos semanas un ambicioso plan de lectura distrital: 'Leer es volar'.
¿Logró usted reactivar la participación de la empresa privada en su gobierno?
Sí. En ese tema hemos avanzado mucho con el Gobierno Nacional. Vamos a comenzar la ampliación de la autopista Norte por APP (asociación público privada) desde el peaje actual y estamos en discusión de hasta dónde llegamos, lo más al sur posible, ojalá hasta los Héroes. También en la estructuración de la carrera 7.ª desde la Caro hasta Bogotá, y la ALO desde Soacha hasta la calle 13, entre otras. Estamos corriendo para ver si se logra empezar la obra en el 2017. Pero si me hubieran preguntado hace 18 años qué habíamos hecho en los primeros cien días, no habría podido hablar de las bibliotecas, de las ciclorrutas, ni los colegios por concesión ni los jardines sociales de lujo en los sectores populares. Lo que le quiero decir, Yamid, es que lo mejor está por venir.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO