'El servicio militar debe ser para todos sin excepciones'

'En el Ejército, yo no fui hijo del Presidente sino soldado', dice Esteban Santos Rodríguez.

Foto: El Tiempo
Domingo 28 de Julio del 2013

“Es injusto, y no debería seguir ocurriendo, que los estratos altos de la sociedad no presten servicio militar”.

La queja es de Esteban Santos, hijo menor del presidente Santos, quien, con apenas 19 años, está terminando su servicio. Durante un año, como soldado bachiller, hizo parte de la Escuela de Lanceros en Tolemaida, fue paracaidista e integrante de las fuerzas especiales.

“Fue una experiencia que marcará mi vida –dice–. Desde pequeño, cuando mi papá era ministro de Defensa, soñé con portar uniforme, ser soldado. Tan pronto me gradué de bachiller, decidí ingresar al Ejército, y ya en el servicio aprendí muchas cosas: a respetar, a obedecer, a mantener una estricta disciplina, a valorar la familia y especialmente, a amar mucho más a la patria”.

¿Por qué cree que “marcará” su vida?

Cuando uno ve a un soldado, no piensa en nada distinto a que es un hombre que desempeña un trabajo. Pero, cuando es uno el que tiene las botas y el camuflado, y lleva la bandera y el escudo de la Nación, comprende que son héroes anónimos que lo dan todo y reciben poco. Debemos agradecer, apoyar y amar mucho más la labor que cumplen los hombres de nuestro Ejército.

¿Por qué dice “dan todo y reciben poco”?

Infortunadamente, algunos tienen que entregar hasta su vida por el país, y muchas veces no lo reconocemos como deberíamos. Todos los colombianos debemos recordar día a día que hay hombres y mujeres que están arriesgando su vida por nuestro bienestar.

¿Usted alguna vez combatió?

No. Hay tres tipos de soldados: los profesionales, que están en la carrera militar; los soldados bachilleres, que prestan un año de servicio y los soldados regulares. Los bachilleres nunca vamos a zonas donde el orden público está alterado. Allá van soldados profesionales, con más entrenamiento y más tiempo en el Ejército; están más preparados para el combate. Sin embargo, los soldados bachilleres y los regulares estamos sujetos a órdenes: si un general decide enviar un batallón de soldados bachilleres o regulares a combate, tenemos que estar ahí.

¿Sus compañeros de contingente qué actitud asumieron frente a usted?

Al principio, de expectativa: ¿cómo prestará el servicio el hijo del Presidente? ¿Dormirá y comerá con nosotros? En la medida en que me vieron como uno de ellos, con las mismas obligaciones e igual trabajo, sin ningún tipo de tratamiento especial, durmiendo con ellos, trabajando como ellos, comiendo lentejas, arroz y papa como ellos, me dieron el tratamiento de compañero. Claro, todos me preguntaban por qué había cambiado la comodidad de la Casa de Nariño por un batallón. Yo les expliqué y se convirtieron en mis amigos.

¿Cómo era un día suyo?

Éramos 85 hombres. Diana a las 4 de la mañana. Salir a trotar hasta las 5:30. Ducha y desayuno hasta las 6:30. Después, todo el día era de instrucción general: orden cerrado, derechos humanos, curso de combate.

¿Qué enseñanza le dejó el servicio?

Valorar más a soldados y policías. Llevaré conmigo esos valores vitales y principios morales que se enseñan desde el primer día en la vida militar.

Si el ministro de Defensa lo llamara y le pidiera algún consejo para cambiar en el servicio militar, ¿qué le diría?

Que el servicio militar debe ser para todo el mundo sin excepciones. En los estratos altos se presentan mil excusas: que usa anteojos, que tiene pie plano, que baja estatura, etc. Podrían cursar su servicio en la parte administrativa o un servicio social, pero me parece que muy poca gente de estratos altos lo presta; en cambio, la gente del pueblo sí tiene que prestarlo. No estoy de acuerdo con eso. No debe haber excepciones.

¿Por qué y para qué?

Primero, es un honor poder portar el uniforme; hace crecer el amor por la Nación. Segundo, es una gran escuela de formación, educación y disciplina; estoy seguro de que quien ha prestado servicio militar nunca se va a arrepentir de eso. Y tercero, no es justo que mientras unos, de clases media y baja, están un año prestando su servicio, lejos de la familia y de sus amigos, otros, de estratos altos, no quieran hacerlo.

¿Los compañeros suyos en la unidad eran de estrato alto?

Tristemente, los jóvenes de estratos altos hacen lo posible por evitar prestar el servicio, y eso lo vi reflejado en mi unidad. Pero lo más interesante es que, como allá no existen estratos, la compenetración y la amistad se basa en otras cosas. Allá todos somos lanzas, todos somos compañeros.

¿Usted seguirá la carrera militar?

No. La carrera es algo muy diferente al servicio. Ser militar es una vocación para toda la vida. Para pasar de subteniente a capitán se requieren 9 años. Y para pasar de capitán a coronel, ¡14!

¿Qué piensa estudiar?

Economía e Historia

¿Su superior qué grado tenía?

Teniente.

¿Y tenía ciertas limitaciones para darle una orden?

Al contrario, me exigía más.

¿Alguna vez lo castigó?

Sí, claro. Cualquier ejercicio, cualquier esfuerzo que no cumplía bien tenía que repetirlo. Y mientras no aprendiera, no me dejaban ir a descansar.

¿Qué ejercicio exige más sacrificio?

Los patrullajes por la noche. Muchas veces nos levantaban a la 1:00 de la mañana a caminar hasta las 5:00, y se simulaba el combate como si fuera real.

¿Qué impacto tuvo la reciente masacre de los muchachos soldados en Fortul?

El Ejército es una familia; cualquier militar o policía que muere nos duele como si fuera un hermano. Y mucho más cuando los rematan en indefensión. Ese fue un acto cobarde. Cuando el Ejército entra en combate y la guerrilla abandona a sus heridos, por más de que minutos antes estaban tratando de matar a los soldados, estos les prestan los primeros auxilios, los respetan y salvan. Contrasta con la perversidad de la emboscada y de rematar heridos.

A raíz de esa masacre, algunos piden suspender los diálogos de La Habana. ¿Diría lo mismo?

Hemos vivido 50 años de mucha violencia, casos increíbles de violación de derechos humanos, 50 años de duelos, de lutos, de dolor, de pérdida de vidas humanas. Me parece que toca ponerle fin a semejante tragedia. Ya no más. Los soldados siempre hemos dicho: la paz es la victoria. Todos queremos la paz, seguimos dando todo por la paz.

¿Para qué sirve aprender a disparar?

Para poder someter a estos grupos terroristas y criminales.

Si hay paz y termina la acción de la guerrilla, ¿se justifica tener Ejército?

Claro que sí. Todas las naciones lo tienen. Y sin conflictos interno. Se deben defender las instituciones del Estado y la soberanía. Si hay paz, el Ejército seguirá con su sagrada misión de proteger y ayudar a la población civil.

¿Hay antecedentes de hijos de presidentes en ejercicio prestando el servicio?

No. Jamás un hijo del Presidente había entrado al Ejército a servicio.

¿Y la decisión quién la tomó?

Yo. Lo tenía claro desde hace mucho tiempo. Cuando le comuniqué a mi papá, me apoyó sin ninguna objeción, ni advertencia, ni reparo.

¿Y sus compañeros de colegio, ante su decisión, qué le comentaron?

¡Que yo era loco! Hoy, al terminar, yo quisiera pedirles a todos los jóvenes de mi edad que tengan esa ‘locura’ de amar a su patria. No debería ser como obligado, sino como un honor infinito querer portar el uniforme de nuestro Ejército. Y tener presente siempre que hay que luchar por el país.

¿Qué es luchar por el país?

Siempre nos decían: ¿por qué luchamos? Para derrotar militarmente a los grupos narcoterroristas y defender nuestras instituciones. Luchamos por la libertad y la paz de los colombianos.

¿Si hubiera estado en combate, usted habría sido capaz de disparar y matar?

Si la persona que me tocara combatir está atentando contra la libertad de alguien o amenaza a alguien, mi misión y deber es luchar y disparar.

¿Qué tan sabio es que a un soldado bachiller le enseñen a matar?

Su pregunta contiene un grave error: a nosotros no nos enseñan a matar. Jamás nos dicen: “Vamos a matar”, “Vamos a combatir para matar”. Nos entrenan militarmente para proteger a la población civil y a las instituciones.

¿Es muy duro prestar el servicio militar?

Sí. No son vacaciones, pero no es un castigo. Es como aprender a caminar, o a leer o a escribir. Al comienzo es difícil, después se comprende. Fue un honor haber pertenecido al Ejército y haber podido compartir como soldado de Colombia. Hoy me siento más agradecido por lo que hacen los militares y policías. Por el sacrificio que ellos hacen es que hoy podemos estar hablando de paz. Si no fuera por ellos, no se estaría negociando la paz. Gracias a ellos, Colombia es hoy un mejor país.

Una experiencia que le deja satisfacción y orgullo

¿Usted habló con su papa, el presidente Santos, sobre el balance de su servicio?

Sí. Y le dije: ya entiendo por qué siempre has dicho que el mayor honor de tu vida ha sido portar el uniforme de la Armada.

¿Hasta cuándo porta el uniforme?

Hasta el próximo 5 de agosto.

¿Y qué va a hacer el 6?

No me voy a afeitar.

¿Se va a dejar crecer la barba?

No, como descanso, un par de días.

¿Es una especie de recuperación de la libertad?

Para nada. Es el fin de un servicio muy importante que le pude brindar a mi país y a mi institución, algo que siempre voy a recordar con satisfacción y orgullo.

¿Y volver con la novia?

No tengo novia ni la tenía cuando ingresé al Ejército.

¿Usted no podía salir?

No, no podemos salir. A veces podemos recibir visita de los padres.

¿Su madre sufrió mucho?

Sí. Cuando podía visitarme, los domingos permitidos, de 12 a 3 de la tarde, al despedirse siempre lloraba. Me decía que estaba orgullosa y apoyaba mi servicio, pero que no le gustaba que estuviera por fuera de la casa. Y terminaba llorando.

YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO