El nuevo ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, expone en la siguiente entrevista lo que será la identidad de su mandato: unión total entre civiles y militares, diálogo franco, disciplina y trabajo. Y por supuesto, una nueva estrategia para combatir fuerzas irregulares.
Pinzón nació en Tunja hace 39 años. Es economista, pero su alma, su formación y su herencia es absolutamente militar.
¿Lo sorprendió el nombramiento como Ministro de Defensa?
De pronto llegó antes de lo que me imaginaba.
¿Acaso lo esperaba para algún día?
Tuve la experiencia de ser viceministro. A través de los años me fui preparando académica y profesionalmente.
¿Para ser ministro?
La meta mía es servir a mi país. Ahora me dan la oportunidad de hacerlo en un campo en el que me siento muy cómodo y para el cual me he preparado.
¿Siente que tiene buen futuro como Ministro de Defensa?
El futuro se construye todos los días. Vine a trabajar. No prometo milagros, pero sí voy a motivar; voy a ser un coequipero con las Fuerzas Militares, la Policía, el Ministerio, con el resto del Estado, para ir creando factores de éxito. El éxito tenemos que trabajarlo y buscarlo todos, unidos, civiles y militares.
¿Qué quiere decir "ser coequipero"?
El país tiene militares expertos y curtidos en el combate, policías que son reconocidos, inclusive a nivel internacional, con conocimiento y experiencia. Yo no llego a imponer, sino a liderar para utilizar bien esas condiciones de nuestros militares y nuestros policías. Como ministro, daré lineamiento estratégico y conseguiré apoyo político, jurídico y económico para el éxito del esfuerzo.
El país estaba advirtiendo cierto desánimo en nuestros militares y policías. ¿Usted también lo sintió?
Noto que les preocupa cierta inseguridad jurídica y el bienestar.
Parece que les preocupa mucho el fuero militar. ¿Lo sabe usted?
Sí, por supuesto. Lo que pasa es que ese derecho de los militares a ser juzgados por una justicia especializada ha venido en declive en los últimos 20 años, hasta el punto de que hoy prácticamente sienten que, incluso, acciones de carácter operacional terminan inmediatamente en una justicia no experta en el tema.
¿Qué proyecta hacer para arreglar ese problema?
Nos toca sentarnos, y sin devolvernos al pasado, ver cómo organizamos ese marco jurídico. Hay que hablar con las cortes, con la Fiscalía, con los militares, con expertos, generando un proceso que nos permita establecer unas reglas claras. Como estamos, no estamos bien; hay que dar de una vez por todas unas reglas inequívocas. En todos las democracias del mundo, la justicia penal militar funciona con mucha importancia y solidez.
¿Cree que la justicia penal militar se está prácticamente marchitando?
Eso es lo que ven ellos y hay que estudiarlo con cuidado y dedicación.
¿Y qué hacer cuando hay choques entre las dos justicias?
Encontrar puntos de acuerdo durante la reforma, para minimizar estos choques en el futuro. Este proceso no se puede imponer, aquí hay desarrollos constitucionales desde hace muchos años. Las cortes tienen una visión y mucha profundidad sobre el tema y los militares, una concepción de la realidad operacional que enriquece la visión de las cortes. Vamos a escuchar todas las sugerencias para así corregir los problemas. Llegó la hora de hablar con detenimiento y franqueza.
¿Y en materia de bienestar qué piensa hacer?
Los militares tienen unos derechos y, por el crecimiento de la Fuerza, han venido perdiendo calidad temas de sanidad, de recreación, de bienestar general. Hay que hacer inversiones para que esos sistemas funcionen mejor. Las demandas salariales preocupan mucho. El sueldo de los retirados también inquieta. No puedo prometer soluciones inmediatas, pero sí que trabajaremos para buscar avances en ese campo. Cualquier cosa que se haga para mejorar la condición de las Fuerzas Armadas se justifica, pero es necesario hacerlo a la luz de la realidad y las restricciones.
Como usted sabe, este tipo de quejas las divulgan en voz alta los militares en retiro, porque los activos obviamente no hablan...
No solamente voy a invitar a militares de la reserva activa a que formen parte de algunas misiones que analicen los problemas, porque uno no puede desaprovechar el conocimiento y la experiencia de muchos de estos oficiales, sino también a algunos de los oficiales activos. Esa será una de las características de mi función: que ellos tengan acceso a mí y yo a ellos. Estoy motivando ya una relación franca; que comandantes y ministro nos hablemos con claridad. Con aprecio, con respeto, con dignidad, pero con franqueza. Los comandantes llevan 30 o 40 años de experiencia. Es una necedad no aprovechar eso. Yo lo haré.
¿Cómo es usted como jefe?
Una persona muy respetuosa. Me gusta escuchar a los demás. Tengo sensibilidad por el bienestar y el crecimiento de las personas. También soy una persona con carácter para decir las cosas con claridad, pero sin ofender.
¿Y qué espera encontrar en un militar?
Que ame su institución. Exijo ética y disciplina. Ética, porque hay que cumplir con el deber sin excusas, independientemente de las dificultades. El recurso público es intocable. Y disciplina, porque así se fundamentan estas organizaciones. Disciplina necesaria para alcanzar los objetivos. Actuar con foco, con dedicación.
Cada palabra suya parece confirmar que estudió para ser Ministro de Defensa.
Se lo pongo de otra manera: yo lo que no quiero es ser ex ministro de Defensa. No era el honor que estaba buscando. Yo quiero ser un ministro que tenga un impacto importante y no un ex ministro que fue ministro por el gusto de ser ex ministro.
¿Hay casos en que eso ocurre?
No, eso no es lo que estoy diciendo. Es simplemente una convicción personal.
¿Cómo resumiría su objetivo como ministro?
Quiero que los colombianos se sientan protegidos por sus Fuerzas Armadas. Quiero liderar un trabajo serio, persistente e innovador, que presione a los grupos armados ilegales a desmantelarse o a entrar a un proceso de paz en los términos y los tiempos que establezca el Presidente. Quiero que Colombia sea el territorio más hostil del mundo para el negocio del narcotráfico y que la seguridad que ofrecen nuestras Fuerzas Armadas facilite la llegada del resto del Estado a las zonas de Colombia donde nunca ha llegado.
¿Cambiará la estrategia?
Los principios de la seguridad democrática están aquí para quedarse, pero ya en materia operacional llegó la hora de innovar para seguir avanzando.
¿Qué quiere decir eso?
Que habrá una revisión estratégica que vamos a estudiar juiciosamente.
Usted habló en Medellín de unas ideas sobre seguridad ciudadana...
Vamos a crear una comisión de expertos que nos dé ideas sobre seguridad ciudadana. Seguirá lo que se está haciendo bien y habrá innovación para mejorar.
¿Y cómo piensa hacerlo?
Con el apoyo de Luis Alberto Moreno, presidente del BID, vamos a estructurar una comisión internacional, en conjunto con la Policía, con alcaldes y gobernadores que hayan sido exitosos, para hacer una revisión sobre seguridad ciudadana y, a partir de ahí, comprometer a los mandatarios locales a tomar ciertas medidas, a establecer políticas de seguridad y a generar recursos para la seguridad.
¿De qué se trata la asesoría internacional?
Voy a invitar a los nuevos alcaldes y gobernadores a reunirse con expertos y personajes internacionales, para que vean cómo es la experiencia de otras ciudades y de otros países; para que estudien bien los problemas de seguridad en cada ciudad y que asignen los recursos para que, sumados con el esfuerzo nacional -que implica, por ejemplo, el incremento de 20 mil policías en los próximos tres años y la adquisición de moderna tecnología-, se produzcan resultados. Hay que oír a los expertos internacionales.
¿Cómo quiénes?
Los vamos a buscar. Cuando tenga los nombres lo anuncio. Hay grandes comisionados de policía y alcaldes que han sido exitosísimos.
Estilo Rudolph Giuliani...
Sí, me gustaría un hombre como él, pero no lo ofrezco porque no he hablado con él. Pero así, hombres de su estatura. Y aunque aquí tenemos una Policía muy buena y efectiva, ejemplo en otras partes del mundo, buscar conocimiento le genera a uno nuevas oportunidades. Nunca se debe dejar de aprender.
Dice que persistirá en lo que se hace bien. ¿Hay cosas que se venían haciendo mal?
Lo que pasa es que las contrapartes aprenden; han venido cambiando por el éxito de las Fuerzas Armadas, y eso reduce el impacto de nuestras acciones.
Concretamente, ¿qué va a hacer?
Di instrucciones para crear un grupo de trabajo de los oficiales más destacados de todas las fuerzas, para que en un periodo de 60 días revisen lo que estamos haciendo y formulen recomendaciones para mejorar nuestra campaña.
¿Esta innovación que anuncia supone una revisión a la seguridad democrática?
No. La seguridad democrática fue muy importante y muchas de sus bases están para quedarse. Tenemos que continuar con esos esfuerzos de control territorial, de protección a la población. La innovación tiene que ver con la manera cómo se deben enfrentar nuevos retos, sin inventarse cosas mágicas, sino analizando y creando nuevos procesos de seguridad.
El Presidente y usted cambiaron la cúpula, con excepción del general Naranjo...
La nueva cúpula está compuesta por oficiales muy importantes, llenos de logros y resultados. Son líderes en sus instituciones y hombres de resultados comprobados. Van a aportarle mucho al país. Con este equipo nos tiene que ir bien.
¿Por qué relevaron a 6 generales de la Policía? ¿Pasó algo?
Se planteó la idea de hacer una renovación en la Policía. De darle aire. Son decisiones difíciles y dolorosas. Con el general Naranjo consideramos que era el tiempo de darle aire y espacio a otra gente. Eso fue todo.
Pero hubo versiones sobre ciertas complicaciones de algunos de los retirados...
No conozco de ese tema. Hablamos solamente de una lógica de renovación, de modernización y de avance institucional.
Hablando de eso, ¿qué piensa hacer en materia de Inteligencia?
La clave es integrar esfuerzos y especialidades. Fomentar y exigir un espíritu de colaboración y complementariedad entre los servicios de Inteligencia, de defensa.
El Presidente destacó su sangre de militar. ¿Se siente más militar que civil?
No. Soy un civil que quiere mucho a los militares y policías.
¿No se siente soldado?
No, y le voy a decir por qué: ser soldado, portar un uniforme, es una cuestión de honor muy importante. Yo no quisiera vulnerar ese respeto a lo que significa portar un uniforme militar o policial, aunque sí me siento parte de la familia.
Además, es toda su familia...
Pues sí. Ya identifiqué por allá un general Pinzón, ascendiente mío, de finales de 1800, que participó incluso en la Guerra de los Mil Días.
¿Y era liberal o conservador?
Era liberal, pero sus primos hermanos eran conservadores.
¿Y usted de qué rama desciende: de su tatarabuelo o de sus tataraprimos?
Para unas cosas, del abuelo; para otras, de los primos. Soy muy liberal en lo social, soy muy conservador en el orden y la disciplina.
Si todos sus antepasados fueron militares, inclusive su padre, quien es coronel, ¿por qué usted no siguió la carrera militar?
Cosas del destino. Siempre quise y terminé de economista. Pero vea lo que es la vida: hoy, curiosamente, siento que puedo hacer más por ellos que si fuera un oficial. Estaría honradísimo de serlo, pero ya no lo fui. Ahora, ¡a servir!
¿Cuántos hijos tiene?
Una niña de 13 y un niño de 6.
¿La generación de su hija tendrá los días de paz que su generación no conoce?
No sea pesimista, hombre. Tenga fe en lo que vamos a lograr para nuestra generación. ¡Tenga fe!