Al comenzar su diálogo con EL TIEMPO, dice: "Soy una académica activista, dedicada a entender a la Colombia profunda, desde sus conflictos ambientales, sus necesidades sociales, las inequidades que existen y absolutamente comprometida con la justicia social y la investigación ambiental".
Fundamentalmente, ¿usted es una mujer académica?
Sí. Soy investigadora senior de Minciencias, que es la más alta categoría; soy Fulbright Scholar, que es un altísimo reconocimiento a la excelencia en desempeño académico; acabo de hacer un par de posdoctorados, me he preparado toda la vida y tengo un montón de méritos que no me gusta poner como presentación porque prefiero la humildad que hace siempre falta entre académicos.
¿Investigación y estudios que ha realizado, fundamentalmente motivada por algún propósito puntual?
Para contribuir al cambio del país. Desde siempre he estado convencida, incluso desde cuando estaba en la Universidad Nacional en mi pregrado, de que el país necesitaba cambiar porque la inequidad nos ha hecho profundamente injustos y esa injusticia nos ha hecho profundamente violentos; y me duele. Es una motivación muy personal y hasta emocional. Me he comprometido en que mi agenda de investigación pueda impactar socialmente en ese cambio.
¿Usted tiene doctorados y maestrías?
Sí. Tengo una maestría y un doctorado en geografía política y humana.
¿Geografía política?
La geografía en general es el estudio de las relaciones entre la sociedad y la naturaleza; cuando además de esa relación le incluimos la dimensión política, es para comprender relaciones de poder, de opresión, de subordinación, de dominio, de resistencia.
¿Cómo enfocó su doctorado?
En analizar procesos de desplazamiento forzado originados por conflictos ambientales. Lo que hice fue analizar tanto la dimensión de los conflictos ambientales como los procesos de migración; entonces hice un acompañamiento a esas diásporas para entender qué terminan haciendo cuando han sido desplazadas por conflictos ambientales.
¿Y qué provoca las diásporas o dispersiones?
En el caso que estudié, una primera diáspora que provocó el proyecto Salvajina en el Cauca, que es una hidroeléctrica multipropósitos que se construyó en los años 80, y que produjo el mismo efecto de desplazamiento que Hidroituango. No solo produjo un desplazamiento masivo de la población local, sino que, en algunos casos, generó confinamiento de comunidades que quedaron completamente aisladas por las vías en las que la masa de agua se puso de por medio. Luego analicé cuando en el año 2001 hubo otra gran diáspora, en este caso por la presencia paramilitar en el Naya, por la cordillera Occidental y se generó otro proceso de desplazamiento por la confrontación entre guerrillas y paramilitares.
¿Son, entonces, muchas las causas de desplazamientos masivos en Colombia?
Claro. Hay unas causas estructurales porque no hay servicios públicos, no hay universidades y los jóvenes no tienen nada para hacer en los territorios rurales. Ahí hay un desplazamiento económico que obedece a carencias estructurales y esa violencia está íntimamente relacionada con la violencia política y armada; hay unos ciclos en los que la gente empieza a movilizarse y termina enganchada en los grupos criminales porque no encuentra otras formas de subsistencia económica; hay motivaciones políticas que generan procesos de violencia profunda en esos territorios y ahí hay otra causa. Las causas no son aisladas.
¿Todos estos problemas pueden estar conectados?
Son economías paralegales que se retroalimentan. Hay grupos que compiten entre sí por estas economías ilegales y producen una retroalimentación de la violencia.
¿Qué es lo que origina todos estos fenómenos?
Están profundamente arraigados en la pobreza; la preferencia de los campesinos no es ser cocaleros, lo que pasa es que terminan forzados a sembrar coca o marihuana porque no hay otras salidas económicas. La gente tiene menos de media hectárea en las zonas de ladera, en esa área tan pequeña nada es productivo. Por eso la pobreza es algo que tenemos que atacar.
¿Cómo conoció a Gustavo Petro?
Soy petrista desde hace años. Nunca había hablado con él. Nos conocimos horas antes de la posesión.
¿Pero, entonces cómo le ofreció el Ministerio de Minas?
Me llamó su secretaria y me dijo "Doctora Irene Vélez Torres, el Presidente tiene una propuesta para usted en razón a su experiencia en todos los temas mineros y por su compromiso con la protección ambiental y es ser ministra de Minas y Energía". Yo alcancé a pensar que era una tomadura de pelo porque esta cartera siempre se había asociado a personas técnicas del sector minero-energético, ingenieros o economistas expertos en la extracción o electrificación. Y yo soy una mujer de conocimientos interdisciplinarios, ambientalista, y de tejedora de puentes entre los conocimientos y las comunidades. Por eso me sorprendió
¿Tuvo ocasión de preguntarle a él por qué la nombró?
Sí. Me dijo que lo hizo porque soy ambientalista y soy una mujer que le daba mucha confianza por transparencia y dedicación.
Usted me dijo que es petrista desde hace mucho tiempo. ¿Cómo es esa historia?
Cuando Carlos Gaviria se lanzó a la presidencia yo hice campaña por él desde el Polo. Ahí comenzó mi afinidad con la izquierda. Después, seguí y estudié sus programas, sus planes de gobierno. Me apasionaron sus ideas, me gustaba el cambio que prometía, su madurez política y admiro sus ideas sobre la justicia social, que es algo de lo que estoy absolutamente convencida. Pero no lo conocía en persona.
¿Qué debe esperar el sector minero-energético con usted como ministra?
Vamos a ser un ministerio de puertas abiertas, partimos del principio del diálogo y la concertación como importante para hacer país. Lo ideal es que con los gremios podamos hacer la transición energética juntos. Ya están montados en este tren de las energías renovables, no es un discurso nuevo; no nos estamos inventando la rueda, sino que estamos acelerando este proceso y asegurando que vamos a invertir nuestros recursos en la transición. Este afán es planetario, tenemos el cambio climático que nos está pisando los talones y si no hacemos un gran esfuerzo, la humanidad perece. Lo que haremos es que este sector haga el tránsito de manera segura y se descarbonice.
La mayoría de técnicos que hablan de la seguridad energética en Colombia tratan principalmente dos temas: no hay ninguna entidad pública que produzca las utilidades de Ecopetrol y eso ha conducido a que los expertos en el tema concluyan en que la transformación de la dependencia de la extracción de petróleo, gas y carbono es una cuestión que requerirá muchos años...
Exactamente. La nuestra será una transición paulatina. Precisamente por eso no es un cambio intempestivo. Vamos a ir transformando el modelo para que de aquí a 15 años podamos tener una economía descarbonizada, para tener un ambiente sano y unas comunidades robustas y saludables en sus territorios.
¿Cuáles son los objetivos del cuatrienio?
No dar un salto al vacío, sino sentar pilares de aceleración y asegurar que nuestras políticas van con la desactivación de la economía extractivista.
Pero, en estos cuatro años el Estado va a tener que vivir de Ecopetrol, ¿cómo reemplazar esos ingresos?
La ventaja de esta transición es que no es un proyecto de este Ministerio, sino de país; es un proyecto de nuevo gobierno en su totalidad. Entonces vamos a intensificar una economía productiva, a fortalecer el campo, a hacer un turismo sostenible.
El Presidente ha dicho que las concesiones que han sido otorgadas se respetan...
Sí, pero no se van a otorgar nuevas concesiones. En ese sentido, la seguridad energética en particular se va a garantizar en el desarrollo de energías alternativas.
Para despetrolizar, desgasificar y descarbonizar la economía nacional hay que acudir a la energía hidráulica, a la eólica y a la solar, ¿qué va a hacer usted?
Vamos a trabajar muy fuertemente en el desarrollo de estas tres energías. En campaña el Presidente dijo, por ejemplo, que era muy importante construir un instituto de investigación para la transición energética, que no tenemos y estamos valorando si puede ser el Instituto Geológico Nacional, le ampliemos presupuesto y su misión o creamos uno nuevo. Hay también que evaluar cómo vamos a hacer esa transición y ahí hemos pensado que la participación de actores no solo empresariales, sino otros que están en el sistema; por ejemplo, los usuarios del sistema eléctrico y las comunidades que están en los territorios donde estos proyectos van a tener su realización.
¿Qué va a hacer cuando en su cartera deba tomar decisiones sobre el fracking?
Nosotros estamos aquí para proteger la casa grande y las comunidades, para asegurar que nos guiamos por el principio de precaución y que nuestros recursos van a la transición energética, es decir, el fomento de energías renovables.
El presidente Petro ha dicho que no habrá fracking; entonces, ¿qué va a pasar con los pilotos que se están implementando?
Actualmente hay dos pilotos: el Platero, que no tiene licencia ambiental, y Kalé, que ya tiene una licencia ambiental. Lo estamos revisando en este momento. Estamos revisando el escenario jurídico y técnico para construir una ruta en la que bajo un principio de seguridad jurídica y fiscal podamos encontrar una alternativa.
¿Se mantendrá el fraking mientras se avanza en el proceso?
No. Con Venezuela tendríamos unas posibilidades de conexión con gasoductos que nos permitirían asegurar la provisión de energía. Eso nos generaría una dependencia, pero nos daría una transición. Si podemos depender solo temporalmente, mientras robustecemos nuestra matriz energética a partir de renovables, es un buen escenario. Por otro lado, ya hay unos proyectos que no vamos a detener porque ya están concesionados. Esperamos que esto nos dé al menos un colchón para tener una transición completa.
Mientras se produce la transición, ¿qué va a pasar con Ecopetrol?
Ecopetrol es el líder de las energías alternativas en Colombia y queremos que continúe con ese liderazgo. Queremos un Ecopetrol que no sea extractivista, sino sustentable, amigable con el ambiente, socialmente responsable, líder para mitigar el cambio climático. Ecopetrol no se va a acabar, es una empresa de la que estamos absolutamente orgullosos como colombianos. Se seguirá transformando.
¿Qué va a pasar con la gasolina en materia de precio?
Estamos revisando cómo está esa situación; no habrá incremento inmediato.
Pero la situación del fondo de estabilización es grave...
Es gravísima y así nos dejó Duque el país y nos lo dejó en este sector con un déficit tremendo en el tema de la gasolina. Es un incendio que tenemos que apagar nosotros y, por esta razón, necesitamos tiempo para generar escenarios adecuados para poder crear las rutas.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO