Desde cuando se acordó, en el año 1945, la creación de las Naciones Unidas como organismo encargado para mantener la paz en el mundo y la asistencia humanitaria, jamás Colombia había sido representada en esa entidad por una mujer indígena. Leonor Zalabata, arhuaca, será la nueva embajadora de nuestro país en ese foro.
"La designación de un indígena a un cargo de alto nivel como la embajada de Naciones Unidas en Nueva York significa la aplicación de la Constitución de 1991 que hasta ahora no se ha visibilizado en cuanto a la multiculturalidad que establece", dice la diplomática al iniciar su diálogo con este periodista para EL TIEMPO.
¿Cómo se acordó su designación como embajadora?
Es una pregunta sin respuesta. No hubo acuerdo. Es el reconocimiento de que los indígenas también podemos ocupar posiciones de importancia.
¿Cuándo y cómo conoció usted al presidente electo, Gustavo Petro?
Lo traté como alcalde de Bogotá, muy tangencialmente, en dos oportunidades. Conocí su gestión como senador y he escuchado sus propuestas en la campaña política; estuve en su cierre de campaña.
¿Pero usted no habló con él sobre su nombramiento?
No, todavía no lo he hecho. Supongo que conoce mi vida y mis batallas por los derechos indígenas, dentro del movimiento indígena colombiano, y mi actuar internacional. No es una cuestión ligada a un movimiento social, o a un partido político, sino que ha correspondido a mi identidad de ser arhuaca.
¿Y qué piensa usted de él?
Ha sido muy directo en definir lo que necesita este país; son tres ejes en los que él ha sido muy claro: la paz, la justicia social y la justicia ambiental.
¿Cuál es, en general, la posición indígena sobre la paz?
Nosotros somos pueblos indígenas y frente al tema de la paz tomamos nuestras propias decisiones y no necesitamos tener gente armada para defender nuestros territorios y nuestra cultura. Creo que hay que impregnarle a Colombia la paz que siempre hemos practicado en nuestros territorios.
¿De qué manera piensa usted plantear el asunto de la paz en Naciones Unidas?
Mi objetivo será siempre buscar la cooperación internacional para conservar y cumplir los acuerdos; buscar su apoyo y su acompañamiento en todos los sectores sociales del país. Colombia logrará la pacificación con justicia social.
¿Cuál será fundamentalmente su gestión como embajadora ante la ONU?
Mi principal gestión está relacionada con la paz; paz para los pueblos indígenas, paz en las zonas rurales y en los pueblos étnicos, paz con los raizales, paz con los afros, los campesinos. Para la terminación del conflicto necesitamos que la población tenga garantías de desarrollo propio, y tener el acompañamiento adecuado del mundo entero.
¿Cree usted que están en riesgo los pueblos indígenas en Colombia?
Claro que están en riesgo. Estamos en riesgo. La Corte Constitucional en 2009 dejó muy claro que estamos en riesgo. En la sentencia 004 del 2009 nos declararon pueblos en riesgo de ser exterminados física y culturalmente. Esa investigación de la Corte está ajustada a nuestra realidad. La violencia y el conflicto armado llegaron a los territorios indígenas como llegó a todas partes del país. En el sentido cultural, no hay políticas adecuadas y se está destruyendo nuestras tradiciones indígenas.
¿Piensa usted entonces que los pueblos indígenas en Colombia están amenazados?
Por supuesto. Los pueblos indígenas estamos amenazados por falta de políticas públicas adecuadas; estamos amenazados en los territorios por el desarrollo económico a través de la destrucción de la naturaleza que se produce con la minería, las represas, la infraestructura de carreteras que, si bien sirven para un beneficio social, también contribuyen a la destrucción del medio ambiente y perturban el equilibrio ecológico, y esto nos pone en riesgo de desaparecer.
¿Qué la condujo a convertirse en radical defensora de derechos humanos?
La humanidad ha definido una carta universal que reconoce que hay unos derechos del ser humano que son inalienables. En todas las razas. En casos como los pueblos indígenas, somos grupos donde prima la colectividad. Los individuos somos sujetos de derecho colectivo y comenzamos a ser tenidos en cuenta para que la humanidad reconozca que hay vivencias y convivencias colectivas y nos da cabida dentro de lo global y universal para poder tener derechos fundamentales.
¿Por qué estudió odontología y no prefirió alguna profesión de carácter social?
En mi época, en los años 70, no teníamos alcances económicos para poder escoger lo que queríamos estudiar, ni los medios para hacerlo; sin embargo, tuve la oportunidad de encontrar apoyo y cuando llegué a la Universidad de Antioquia este programa me pareció muy importante, pese a que no era mi escogencia, sino que fue lo que me ofrecieron: la odontología social. Esa parte social fue la que desarrollé y así formamos el primer consultorio arhuaco en nuestro territorio, gracias a mi formación.
¿Cómo transcurre su vida? ¿Sigue viviendo en la Sierra?
Simplemente soy arhuaca, indígena y siempre he llevado como formación mi vivencia en la Sierra Nevada. Crecí con nuestras costumbres, nuestras prácticas, conviví con la naturaleza, somos hijos de la tierra, nos alimentamos de ella y eso me da la identidad que todavía llevo. Sin embargo, no nos encerramos en la práctica de la cultura propia, sino que nos relacionamos con el resto de la sociedad mayoritaria. Era necesario y, por eso, siempre fue una decisión que los arhuacos aprendiéramos a leer y escribir, que fuéramos a una escuela, luego a un bachillerato y después llegar a la universidad. He escalado políticamente por la defensa de los derechos que nos merecemos los indígenas.
Usted concurrió a una de las mesas de la Asamblea Nacional Constituyente del año 1991. ¿Por qué lo hizo?
Las mesas de trabajo de la Constituyente fueron muy importantes para que los pueblos indígenas pudiéramos tener presencia y una incidencia política en la Constitución de la República. A través de los constituyentes indígenas Lorenzo Muelas y Francisco Rojas Birry era necesario alimentar a los constituyentes con la información de nuestros territorios y yo hice lo pertinente.
Su hijo Arukin es físico. ¿Cómo es su historia?
Eligió esa profesión por su inclinación a las ciencias. Y estudió en una escuela pública, al igual que lo hice yo y al igual que mis nietos. Las escuelas públicas son muy importantes para todos y creo que la formación allí es vital porque logran conocimientos y se conoce gente de la misma clase social. Él estudia en la Universidad Nacional y ha logrado escalar con sus conocimientos.
¿Y sus dos hijas qué hacen?
Además de ser esposas y personas que han venido desarrollando sus profesiones, no dejan de hacer lo nuestro: cocinar, lavar, tejer y creo que lo más valioso que tenemos es no abandonar nuestras costumbres, estar vinculadas a las regiones y a las comunidades; hacer parte de nuestra identidad como indígenas. Una de mis hijas estudió psicología y la otra es bióloga y tiene maestría en Botánica, donde su investigación se orienta hacia las plantas tradicionales endémicas de la Sierra Nevada que hacen parte de nuestro territorio.
¿Cómo se definiría usted?
Como una indígena arhuaca que ha podido desarrollar su capacidad política alrededor de sus comunidades, de sus autoridades tradicionales y también conocer un sistema que, aunque no nos corresponde, tenemos que relacionarnos, conociendo los valores de otras culturas.
¿Cómo se siente como embajadora?
Como una persona que puede relacionarse con facilidad interculturalmente y eso nos da la posibilidad de ejercer liderazgos para participar, debatir y aportar.
Usted hizo parte del grupo de trabajo 'Poblaciones indígenas' de la ONU. ¿Qué aportó ese foro?
Nuestra participación permitió solidarizarnos, evaluarnos y unir nuestra voz en torno a los derechos y poder participar en temas de territorios, cultura y tradiciones, con lo cual pudimos aportar con nuestra experiencia y conocimientos a la definición de nuestros derechos globales internacionales a través de la ONU.
Usted también participó en la declaración de los derechos de los pueblos indígenas de las Naciones Unidas. ¿Cuál fue la gran conquista de esa declaración?
La declaración de los derechos de los pueblos indígenas tiene que ver con un marco internacional de derechos, donde se registra lo que debería regir en un país que tiene habitantes indígenas, porque hemos estado establecidos milenariamente en estos territorios. Lo que se buscaba era un marco de entendimiento de derechos entre el sistema global y los sistemas indígenas para tratarnos como iguales.
Suecia le otorgó un reconocimiento a su lucha por los derechos humanos de los indígenas...
El premio de Suecia fue relevante porque es un país que se ha mantenido al margen de las guerras y en favor de la paz. Tiene autoridad moral para valorar la lucha por la paz, la vida digna y por el coraje que se le pone para luchar frente a determinadas dificultades. Ahora tenemos derechos que nos ayudan a mantener la identidad como pueblos autodeterminados.
En una reunión con la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), en la Sierra Nevada, usted dijo que "las diferencias son nuestra mayor riqueza"...
Colombia es un país que está geográficamente determinado por dos mares, que tiene nieves perpetuas, llanuras, selvas, y en todos esos espacios estamos los pueblos indígenas y los diferentes pueblos étnicos, al igual que la identidad campesina, y esas diferencias que tenemos en Colombia nos hacen poseer una riqueza propia que se encuentra en cada una de esas regiones geográficas, para aprovechar la producción, para resolver la vida misma. Si la dejáramos desarrollar aún más, tendríamos diversidad en la solución de nuestros problemas y diversidad en la aplicación de conocimientos.
Usted dijo, en el mismo foro, que la paz no puede ser solo con la gente sino también con el territorio. ¿A qué se refería?
Los territorios en paz nos permiten mantener diversidad de cultivos, plantas endémicas y una convivencia de conocimientos que se comparten en las comunidades. Esa es una de las grandes riquezas en este país: la sabiduría que nos da el territorio para interpretar nuestros espacios geográficos; los campesinos y los indígenas podemos aportarle más de lo que hoy hacemos, como el aire limpio y el agua sana. Si las culturas perdieran el conocimiento propio, perderíamos el equilibrio que se está perdiendo de la tierra.
YAMID AMAT
ESPECIAL PARA EL TIEMPO