"Aquí no hay golpe de estado. Ni duro. Ni blando". Esta categórica afirmación, hecha por el senador y ex vicepresidente, Humberto de La Calle recoge con acierto la opinión del país. "Salvo algún loquito, nadie quiere tumbar a Petro", precisa el influyente dirigente político en diálogo con este cronista para EL TIEMPO.
De La Calle acude a su independencia política para lanzar dardos contra el Presidente Petro, contra el gobierno y le pide al partido liberal, definirse si es de gobierno o de oposición. El ex vicepresidente sugiere, además, a la actual vice fiscal, Martha Mancera, que se retire mientras se investigan sus supuestos vínculos con personas aparentemente unidas al narcotráfico. Nuestro diálogo comienza con un análisis sobre la situación política del país.
- Sin duda hay una serie de tensiones. Algunas están creciendo y, en parte, son normales porque estamos viviendo un proceso de cambio. Gustavo Petro ofreció el cambio y tiene derecho a impulsarlo y eso genera controversia. Yo he repetido mil veces que no hago parte de la oposición ni del gobierno, Yo procedo sin agendas ocultas y sin estar sirviendo de mandadero de nadie. Y allí sí veo yo un problema muy complejo, que es un doble mensaje del Presidente de la República, totalmente desconcertante. No termina de proponer un Acuerdo Nacional y, a las 24 o 48 horas, arremete de nuevo con diatribas completamente incendiarias, donde todos los que no estemos de acuerdo 100% con lo que él dice, pues somos hijos de esclavistas, oligarcas, desalmados. Y además presenta la historia de Colombia como señalando que en 200 años aquí todo lo que ha habido de manera generalizada, como él lo plantea, es una serie de corruptos, unos bucaneros que se aprovechan del Estado. El Presidente sigue siendo candidato y no presidente.
- ¿Por qué lo dice?
- El Presidente arranca con unas ideas iluminadas, por ejemplo, el caso de los combustibles fósiles, donde uno ve una brecha muy grande entre ese razonamiento planetario, las realidades fiscales de Colombia y la situación coyuntural de nuestra economía. Ahora la verdad es que las realizaciones son muy pocas y entonces uno a veces interpreta que esta situación de dificultades crecientes van cimentando como una especie de disculpa anticipada, en virtud de la cual el Presidente pueda, al final de su mandato, decir "yo traje un mensaje de cambio, pero no lo logré porque esos señores descendientes de los esclavistas me lo impidieron". Es como una especie de vacuna frente a un posible legado que va a limitarse a una retórica grandilocuente, pero seguramente con pocas ejecuciones.
- ¿Cuáles son los riesgos que corre el presidente sobre su gobierno?
-Pues yo creo que él tiene una pasión y es dejar una huella que lamentablemente, creo que termina siendo un ejercicio retórico. El riesgo, el gran riesgo para el legado de Gustavo Petro, es que termine convirtiéndose en un presidente gramático, respecto del cual lo que queda realmente para la población, más allá del discurso, es realmente muy poco.
- ¿Cuáles son las cosas que le parecen más preocupantes?
- El derecho colectivo, porque hay una inyección de poder muy grande a los sindicatos, lo cual no es que sea revolucionario ni un sacrilegio, pero en una economía cuyo defecto principal es la informalidad, me parece que caminar demasiado intensamente en los derechos laborales de los sindicatos puede generar problemas de mayor informalidad, exactamente lo contrario de lo que queremos.
- Usted dirigió una comunicación al señor Luis Almagro, secretario general de la OEA, en la que rechaza sus afirmaciones, en el sentido de que están en peligro nuestras instituciones...
- Aquí hay tensiones y dificultades políticas. Pero esas afirmaciones del señor Almagro, además, dichas de manera categórica, como si fuera una plena prueba, son realmente sorprendentes y de alguna manera indignantes. El papel de un secretario general de la OEA es más el de cierta neutralidad, de conciliación, de la búsqueda de resolver problemas, no de crearlos. En este caso, el señor Almagro está pintando una Colombia que no existe. Aquí nadie quiere tumbar a Petro, nadie que tenga un dedo de frente. Aquí ni las fuerzas militares, ni los medios de comunicación, ni los gremios económicos quieren tumbar al presidente. Esa parece ser una visión que el señor Almagro recibió, y se la comió sin digerirla. Yo le envié una carta al señor Almagro en la que le propongo que corrija eso, porque ha ofendido a los colombianos. Este no es un país de golpistas, me da mucha pena. Él debe estudiar la historia de Colombia y no solo la realidad actual, pero tiene una forma de reparar el daño que ha hecho. Le propuse que abriese un foro en la OEA multipartidista, con presencia de todos, con el Gobierno presente, con el pacto histórico presente, para que hagamos una evaluación equilibrada de lo que está pasando en Colombia... Y bueno, tampoco debe ser la actitud del presidente Petro, que sugieren que hay un movimiento que supone un golpe blando.
- ¿Usted sí cree que hay un riesgo de golpe?
- Aquí no hay golpe de Estado, ni duro ni blando. Nadie medianamente sensato está pensando que lo que le conviene a Colombia es tumbar anticipadamente a Gustavo Petro. Luego yo creo que él tiene un diagnóstico equivocado o una estrategia que no sabemos cuál será, pero que alienta una visión donde se presenta como una víctima.
- En su carta al secretario Almagro de la OEA, usted dice que sus afirmaciones no solo son absolutamente inaceptables, sino ajenas por completo a la realidad de nuestro país. ¿Eso quiere decir que en Colombia no hay riesgo de un golpe?
- Salvo algún loquito, nadie quiere tumbar al Presidente.
- ¿Y entonces por qué alguien insiste en crear ese escenario?
- Yo entiendo que el presidente Petro hizo una promesa de cambio. Unos pasos para el cambio es la demolición. Yo creo que él tiene derecho a demoler y cambiar las instituciones. ¿Cuándo uno pide que se respeten las instituciones no es para decir que no se pueden tocar, porque entonces cuál sería el cambio? Él tiene razón en que puede cambiar instituciones, pero tiene que hacerlo a través de métodos que no sean los actuales, que es infundir el desconcierto y la persecución desde la presidencia a personas que piensan distinto a él.
- A propósito se sabe que una delegación del partido de gobierno, el pacto histórico, se reunió con Almagro. ¿Podría haber recibido una mala información?
- Pues es posible
- Escuché por radio una entrevista donde algún congresista decía que había ido una delegación del Pacto Histórico a explicarle al señor Almagro que había en marcha un golpe de Estado. Pero eso no justifica ni explica la respuesta de Almagro, porque lo que tenía era la obligación era de examinar la versión para que no nos metamos mentiras. La carta del señor Almagro es catastrófica. Es una carta para ahondar un problema ficticio que alguien le contó. Eso no es la responsabilidad de un secretario general de la OEA. Quien presidió las deliberaciones del Consejo Permanente que desembocaron en la Carta Democrática Interamericana fui yo. Perdóneme que hable de esta manera, pero hay mil posibilidades para que Almagro no cometa los dislates francamente asombrosos en los que incurrió.
- ¿No puede ser que el Presidente, cuando habla de golpe blando, se refiera no a un golpe militar sino a una actitud política oposicionista de otros sectores?
- Es muy probable. Quizás él no tenga en mente una idea del clásico golpe militar latinoamericano y por eso entonces busca un adjetivo adicional, el del golpe blando. Claro que ha habido discusiones, ¿pero dónde está el golpe? ¿Qué pasó el jueves pasado? Yo no voy a decir que el doctor Petro llamó a los vándalos y les dio instrucciones de que se metieran a la Corte Suprema. Sería una tontería decirlo, pero el clima que creó el propio Gobierno y el presidente, el clima de zozobra, eso de decir que todo el que no esté en el propósito de que se nombre de inmediato el fiscal General es que es asociado al narcotráfico. Eso son palabras absolutamente disolventes. Hay que nombrar cuando el Presidente exige que tiene que ser ya y le impide a la Corte trabajar en libertad y en los tiempos que la propia Corte requiere para tomar esa decisión.
- ¿Qué le parecieron las declaraciones del jefe del liberalismo, Cesar Gaviria?
- Lo que debe ocurrir después de las declaraciones del jefe del Partido Liberal es que seriamente ese partido diga sin ambages y de manera transparente si está en la oposición o está en el gobierno. Ese doble carril me parece que es muy nocivo.
- En su opinión ¿Cuáles son las características de la mentalidad del presidente?
- Petro tiene una mentalidad mesiánica, no me queda duda. Y eso no sería grave si no fuera porque siempre hay un riesgo de que se desborde ese mesianismo.
- ¿Tuvo razón el presidente Petro al ordenar a la Fuerza Pública su intervención?
- No me queda duda, pero en lo que sí me queda duda es en la actitud posterior al minimizar el acontecimiento, lo cual me parece hasta más grave que el acontecimiento mismo.
- ¿A qué se refiere?
- El presidente dijo "Yo no he alentado estos actos". Repito, no ha alentado las vías de hecho, pero creó desde el Gobierno, a través de un lenguaje absolutamente belicoso, un ambiente que indujo a estos señores a actuar de esa manera agresiva. ¿Cómo me va a decir el Gobierno que no era posible prever que ante semejante carga propagandística, contra las instituciones y contra la Corte no ocurriera lo que ocurrió? "Esto no fue lo que nosotros queríamos", dijo el gobierno. Pero claro, esa es la actitud del papa, que en Navidad va y compra pólvora y después se sorprende de que su hijo termine quemado por la pólvora. Aquí sí se jugó a riesgo con el criterio de la protesta generalizada promovida por el presidente y por el Estado. ¿Me parece muy olímpico del Gobierno que simplemente diga "esto no era lo que queríamos"? Yo sé que no era lo que querían, pero era absolutamente previsible. Y el dueño de la casa es dueño de los efectos.
- El problema actual es si la corte suprema debe acelerar la elección de la nueva fiscal para contribuir al arreglo de la situación. ¿Qué prefiere que haga la Corte?
- Yo creo que la Corte no debe dilatar la elección. . Yo creo que la Corte tiene al frente una terna que es innovadora, que proviene del seno de la Administración de Justicia y que, en mi opinión, hasta donde conozco, las candidatas provienen de fuentes independientes al poder político. Luego me parece que no hay razón para no nombrar. Ahora, hay una hipótesis que también habría que examinar y yo puedo ser objeto de insultos, por lo que voy a decir: la Vicefiscal Mancera se está tornando inviable. Me da pena decir esto. Yo creo que es otra forma de resolver esto. Yo creo que la propia doctora Mancera, podría, en un acto de grandeza, retirarse. Es que perdóname que le diga, con razón o sin ella, yo no la conozco, no soy capaz de calificar la veracidad de los ataques que le hacen a la doctora y pueden ser injustos, pero se está volviendo inviable. Y hay algo más grave. Esa terna que yo aplaudí en su momento muestra independencia y respeto. Respeto a Petro por la justicia. Pero un nacimiento con fórceps en medio de esta algarabía va a terminar mancillando también la independencia de la elegida. O sea, para la elegida va a ser una situación muy difícil de manejar si es elegida en medio de esas de estas alteraciones que estamos viendo.
- ¿En consecuencia, es conveniente que la Corte acelere la elección de fiscal?
- Sí. Pero complementó eso de la siguiente manera. La situación actual a nadie le sirve. A nadie. Todos están saliendo mal librados de esto. Luego la corte debe acelerar tranquilamente sin el asedio al que la están sometiendo.
- ¿Usted diría hay que pedirle a la Corte que es indispensable su ayuda y proceda a elegir fiscal, para evitar más problemas?
-Estoy absolutamente de acuerdo con esa afirmación. Y agrego algo: porque nadie ha oído que haya una objeción a la terna. Pero no nos podemos quedar en este remolino. No se pueden repetir los 16 meses de fiscal encargado. A mí me parece que eso no es conveniente para Colombia.