Los ocho puntos determinantes para la agenda económica del país, según la Andi

Bruce Mac Master habla de lo bueno, lo malo del 2024 y las perspectivas para el Gobierno en 2025.

Foto: El Tiempo
Martes 07 de Enero del 2025
Las cosas buenas y las cosas malas que deja el año que ya se acaba y lo que se espera del año nuevo que comienza. Bruce Mac Master, presidente de la Asociación Nacional de Industriales (Andi), analiza en la siguiente entrevista para EL TIEMPO los hechos destacados del año que termina y expone lo previsible para el nuevo año.

Mac Master nació en Cartagena y es hijo de inmigrantes escoceses que llegaron a Colombia en el siglo XIX. Estudió Economía en la Universidad de los Andes, fue viceministro de Hacienda bajo el gobierno de Juan Manuel Santos y alcalde de Cartagena.

¿Usted qué resumen haría de las cosas que pasaron en el año que termina?

Yo diría que son ocho los puntos principales que determinan nuestra agenda económica. El numero uno y más importante fue la reducción de la inflación. Colombia durante el 2024 logró bajar la inflación a niveles del 5 por ciento. Lo más interesante es que el 2025 puede ser un año con inflación aún menor. El Banco de la República ha hablado del 3 por ciento. El segundo punto es que hubo recuperación económica. Pasamos de 0,6 por ciento de crecimiento a alrededor del 2 por ciento. Y aunque leve, registramos crecimiento con tendencia positiva.

¿El tercer punto?

Llegamos al 2025 con inmensos interrogantes desde el punto de vista fiscal. El Estado colombiano, a pesar de tener el presupuesto más grande de la historia, tiene problemas de caja hoy en día, problemas de ejecución, problemas de recursos guardados que no ha sido capaz de ejecutar y necesidades importantes que no ha sabido cómo atender.

El cuarto tema es que hay inmenso desorden administrativo desde el punto de vista del Estado, a pesar del gran presupuesto. Proveedores que no reciben recursos, programas detenidos, recursos guardados en fiducias. Con todo el sistema de salud en crisis, con gran cantidad de consecuencias. Ese sería el quinto punto, la salud está en una situación supercrítica, no solamente por la reforma, que también nos preocupa, sino porque hoy nos encontramos con que todos los mecanismos de financiación, de atención a pacientes, de compra y disposición de medicamentos e incluso de pago a las clínicas y a los hospitales están sufriendo un colapso que está conduciendo a que el nivel de atención del sistema se vea afectado significativamente.

El sexto punto es el energético. Colombia, por primera vez en muchos años, avizora un horizonte dentro del cual eventualmente vamos a tener posible escasez, en términos de oferta de energía, para hogares y para industria.

Otra especie de apagón. ¿Para cuándo, calcula usted, habrá esa escasez?

Para el 2028. Si no hacemos una serie de proyectos de generación o líneas de transmisión, vamos a tener en 2028 una situación energética parecida a los años 90 (apagón) o similar a la de Ecuador hoy.

El séptimo punto es la seguridad. La extorsión está disparada, la seguridad ciudadana, el crimen que ha venido aumentando significativamente durante los últimos meses, el reclutamiento forzado de niños, niñas y adolescentes.

Y el octavo punto es que entramos al año llenos de incertidumbres generadas especialmente por la forma como el Gobierno ha decidido tramitar sus reformas.

¿En qué sentido?

El Gobierno, en lugar de hacer consensos y debates democráticos, lo que ha hecho es generar gran temor con amenazas populistas, o clientelistas. A estos temas hay que adicionar que entramos en un año electoral y que llega la administración Trump. Los años electorales son propicios para la polarización y el populismo, y preocupa que eso vaya a afectar el desempeño económico.

¿Cuál es la queja que usted formula sobre la baja ejecución?

Hay gran cantidad de proyectos que no están siendo llevados a cabo. Hay grandes presiones sobre la caja de las personas y entidades que contratan con el Estado. Tenemos, por ejemplo, noticias de que el Ministerio de Hacienda, por ejemplo, ha suspendido pagos, ha hecho aplazamientos en los pagos. El sector de salud está registrando niveles inmensos de deudas con los hospitales, clínicas y proveedores, por ejemplo, de medicamentos. Es un problema de ejecución, sin lugar a dudas.

Y en este balance del año que termina, ¿qué es lo que usted llama desorden administrativo?

Es exactamente eso: desorden. Al Estado hay que administrarlo, como cualquier organización donde se conocen muy bien los ingresos, gastos, inversiones, deuda. Por ejemplo, en la Unidad de Gestión del Riesgo, donde se transfirieron recursos por más de 700.000 millones de pesos, quizá porque allá no había que cumplir con las normas de la contratación. Y fíjese usted lo que pasó. Estamos metidos en un problema que ya se llevó inclusive por delante hasta a un ministro de Hacienda.

¿Usted cuál diría que es el peor hecho de seguridad del año que termina?

La extorsión. El último dato que tenemos del último trimestre muestra un crecimiento en la extorsión de cerca del 21 por ciento respecto del trimestre anterior, en el que también había crecimiento.

¿Extorsión de quién contra quiénes?

Extorsión dirigida muy especialmente a pequeños comerciantes, a pequeños talleres, a restaurantes. Y la gente sí lo siente y lo siente como una falta real de capacidad del Estado de poder ofrecer seguridad. Nos está preocupando mucho también el tema del reclutamiento forzado de menores, porque ya habíamos superado esa parte de la historia de Colombia y es un inmenso retroceso en términos de control territorial.

Alrededor de la salud ha habido muchísimas sesiones y audiencias...

Nos recorrimos, al lado del Ministerio del Trabajo y de los ponentes, el país completo y nos daban la oportunidad de hablar tres minutos. El ministro, el ministro de Salud y sus discursos destemplados, y el congresista hablaban 25 minutos cada uno. Nos pedían opinión y nos daban tres minutos para hablar. Y al final nosotros como representantes de los prestadores, los proveedores, de una buena parte del sistema, teníamos muchas cosas que decir que creíamos iban a ser útiles para los congresistas y sus decisiones. El sistema de salud es la capacidad que tiene el Estado de atender pacientes y eso se olvida en medio del debate político.

Los peores sucesos del año que termina...

Han sido la extorsión, el reclutamiento de menores, el clientelismo, la corrupción y la crisis de la salud. Y tenemos muy muy de cerca la eventual crisis energética que se nos viene encima.

¿Y usted cómo ve el futuro?

Lo dividiría en dos. Primero, hay que poner la casa en orden. Significa esto que el Estado sea un buen administrador. Planee bien, planifique bien. Sea consciente de sus limitaciones. Y segundo: retomemos la agenda de largo plazo. No tenemos, en este momento, una agenda de desarrollo clara y definida que nos permita seguir pensando. Estamos permanentemente en la discusión del trino del Presidente, en la respuesta del Presidente a uno y otro líder político, en los debates de redes sociales. Abandonamos la agenda de desarrollo.

¿Qué quiere usted decir cuando sugiere o pide que el Gobierno sea un buen administrador?

Vea, hacer la mejor gestión posible frente a la deuda es cuestión de administración pública. No es ni siquiera cuestión de ideología. Ya es cuestión de administración pública. Es cuestión de tener a las personas trabajando en que efectivamente las funciones que tiene que cumplir el Estado se cumplan. Muy ilustrativo es lo que pasa en el sector de salud. Fíjese usted, hemos tenido tres superintendentes de Salud en tres años. Se han intervenido inicialmente siete EPS y nombraron siete interventores de empresas gigantescas. Cambiaron al superintendente de Salud y decidió que él cambiaba a todos los interventores. ¿Por qué los cambió? ¿Era que no confiaba en ellos? ¿Fue que se equivocaron? ¿Fue que cometieron errores? ¿O no estaban habilitados para ser interventores? O nombraron siete nuevos interventores como cambiar un equipo de fútbol. Luego, pues, se hizo la intervención de la octava EPS, bueno, con un nuevo interventor. No podemos estar jugando la salud de los pacientes al vaivén de la política. Al final quienes terminan pagando esto son los pacientes.

Lo que usted afirma, entre otras cosas con su respuesta anterior, es que el actual gobierno no es un buen administrador.

Yo creo que no, no ha sido un buen administrador y creo que no se ha concentrado en administrar el Estado. Yo, por ejemplo, cuando se terminó la legislatura de este año, pensé: "qué bueno que se acabó esta legislatura para que el ministro de Salud se dedique a administrar la salud de Colombia. Qué bueno que tenga tiempo para dedicarse a atender a los pacientes y asegurarles que las medicinas le van a llegar. Qué bueno que las autorizaciones quirúrgicas se van a dar a tiempo". No. El ministro permanentemente sale con excusas y culpa al pasado y a las EPS. Realmente esa no es su tarea. Su tarea es administrar la salud, garantizarles a los pacientes que los atiendan. Pero no está en eso. Parece en campaña política sin responsabilidades. Pregúnteles a las personas que no están teniendo tratamientos cuál es el costo que están pagando. ¿Están pagando el costo con su salud?

¿Y las cosas buenas?

La reducción de la inflación, que es un inmenso logro, y la segunda, que también no es menor, es que Colombia registra una reactivación económica. Pasamos del 0,6 por ciento en el año pasado a un crecimiento cercano del 2 por ciento. Hay que cuidar eso muy bien para que en el año 2025 siga creciendo. Esos dos temas no son asunto menor. Ha estado acompañado por la reducción de la tasa de interés que el Banco de la República ha hecho. Ha sido consecuente con las necesidades de la economía, también ha sido consecuente, debo decirlo, con la prudencia que se requiere para el año entrante. Nosotros en el pasado le pedimos al Banco de la República que redujera la tasa, al lado del ministro Bonilla. En este momento entendemos las preguntas que ellos plantean acerca de la autonomía, de la sostenibilidad fiscal y acerca de cuál puede ser el efecto del salario mínimo. Seguramente el Banco va a esperar un rato para poder definir si puede seguir bajando la tasa de interés.

¿Usted qué cree que debe hacer?

Yo creo que tiene que esperar un poco a ver cuál es el efecto del salario mínimo sobre la inflación. Mirar lo que pase en enero y febrero y con base en eso tratar de hacer su máximo esfuerzo en reducción de tasa. El Banco seguramente va a actuar con cautela y por eso también en la última reunión redujo la tasa en 0,25 puntos básicos y no en 0,5 puntos básicos, como mucha gente esperaba.

¿Qué quiere decir usted con la afirmación de que se debe actuar con cautela?

Hacerlo poco a poco y con información conocida, entender cuál es el efecto del salario sobre la inflación, medirlo con hechos reales, y con la información real entender si tenemos más espacio para reducir la tasa y a qué velocidad. Eso significa hacerlo con cautela.

¿Cómo pinta el nuevo año?

Con la realidad actual y la llegada del gobierno Trump a Estados Unidos, pinta como un año en el cual vamos a estar en alerta máxima. Ojalá Colombia tenga la sabiduría para navegar el año con serenidad y con seriedad. Ojalá no vayamos a cometer errores populistas que sean demasiado costosos. Este último año siempre es peligroso. En ese orden de ideas, será muy importante poder contar con la máxima responsabilidad del Gobierno. Hay que acelerar los proyectos de energía eléctrica, hay que estabilizar el sector de salud, hay que estabilizar las finanzas públicas y la administración pública. Ojalá lográramos también una mayor reactivación.

¿Cuál debería ser el propósito fundamental del Gobierno para el año próximo?

Estabilizar todas las funciones que tiene el Estado. Estabilizar las finanzas públicas. Estabilizar la salud. Estabilizar el sistema energético. Estabilizar los temas de seguridad. Estabilizar la presencia del Estado y control del territorio. Hay mucho activismo. Pero no tenemos un plan para sacar a la gente de la pobreza. Vemos funcionarios públicos queriendo ser congresistas, o hasta presidentes, pero no tenemos a las personas haciendo la tarea de administrar el Estado.

Yamid Amat