reyó en la subversión en la adolescencia, luego concluyó que era un camino perdido. Pocos saben que Sergio Cabrera, el más elogiado de los cineastas colombianos, fue guerrillero del Epl. Como lo fueron su padre, su madre y su hermana. Sus padres eran actores españoles exiliados en Colombia, debido al régimen franquista.
Sergio salió de la guerrilla decepcionado y convencido de que "la vía de las armas no es el camino", según él mismo lo relata. De 61 años, ingresó a la guerrilla a los 13, "para cambiar al mundo" y la abandonó a los 22, para buscar un cambio dentro de la democracia.
Sergio habla de sus dos nuevos grandes proyectos. Uno, para cine, es Todos se van, la historia de una niña cubana que se va quedando sola. Otro proyecto, para TV, es la historia del 'Doctor Mata', famoso tinterillo de los años 40, en Bogotá, que les quitaba los bienes a sus clientes y luego los asesinaba.
¿En qué proyecto trabaja hoy?
Uno es una película que haremos en Cuba y que es una reflexión acerca de cómo el poder afecta a la infancia y la juventud. Cuando uno es niño, sobre todo en regímenes autoritarios, hay quienes creen que el Estado es más hábil que los padres para educar. Yo viví eso en mi infancia en China. Los padres creían que el Estado podía ocuparse mejor de la educación que ellos mismos. La película está basada en la novela Todos se van, de la cubana Wendy Guerra.
¿En alusión a la fuga masiva de cubanos de la isla?
No, es una niña que ve cómo su entorno se desvanece. No es una película sobre la Revolución Cubana. Es sobre la niña y su drama de ver que todo el mundo se va y ella se queda sola. Hacía mucho tiempo tenía deseos de trabajar sobre un tema de infancia. Recuerdo muy bien mi época de niño en la China maoísta y cómo me afectaba el entorno, los pequeños conflictos que yo vivía, la dificultad de ser verdaderamente independiente. Siempre hay muchas presiones por todos lados que obligan a tomar decisiones, no siempre las mejores para uno. Me congratulo de haber logrado zafarme de esas presiones, entre otras, por ejemplo, haber logrado romper con los vínculos que me unían a organizaciones de extrema izquierda.
¿Cómo fue eso?
Uno construye vínculos desde la infancia y romperlos, después de tanto tiempo y cuando hay mucha gente pendiente de ti, es difícil. La película es sobre eso.
¿Y cuáles fueron esos vínculos?
Mi padre, Fausto Cabrera, era dirigente del Partido Comunista prochino y ese movimiento tenía como brazo armado al Ejército Popular de Liberación, Epl, del que él fue parte.
¿Y usted?
Yo también. Me retiré cuando tenía 22 años. Hay mucha gente que se vincula a organizaciones fanáticas de izquierda o derecha, porque los fanáticos están hechos todos del mismo material. Normalmente, cuando uno está joven, empieza a tener deseos de cambiar el mundo. Yo soy de aquella generación que Bernardo Bertolucci definió muy bien: uno se acostaba pensando que al amanecer el mundo podía haber cambiado y ahora ya sabemos que eso no es posible. Pensaba que, si era necesario, había que llegar a las armas, porque también es verdad que en este país, hace 40 años, tampoco había democracia auténtica. El país ha cambiado. Hoy es una democracia donde se permite que gente que opina diferente llegue al poder, como Petro, Navarro y otros. Ahora hago películas y sé que no voy a cambiar el mundo con una película, pero las reflexiones ayudan a pensar.
¿Cuándo y por qué decidió abandonar la guerrilla?
Cumplí 19 años en un campamento guerrillero y lo hice por un auténtico deseo de ayudar a cambiar el país. Cuando llegué al monte, y no llevaba ni un mes, empecé a ver que eso no era lo que buscaba, tenía la sensación de haberme subido en el bus equivocado y de que el bus empezaba a alejarse de la ruta que yo quería. Era difícil reconocerlo porque era una derrota personal. Me explico: ¡le había apostado tanto a ese camino! Y de pronto me encontré sin libertad, sin dinero, sin papeles y vigilado permanentemente. No es un sitio donde usted puede decir que se va pasado mañana...
¿Es muy difícil salir?
Muy difícil. En la guerrilla no hay agencias de viajes. Acepté mi derrota y comencé a buscar un camino. No quería desertar; quería salir en forma "oficial". Pero viví un episodio dramático: cuando ya había tomado la decisión de comentarles a mis jefes que no me sentía bien ahí, detuvieron a mi mamá, en un operativo en la ciudad.
¿Su madre también era del Epl?
Sí. Estábamos en la guerrilla mi hermana, mi padre y yo; ella quería ser solidaria con nosotros y estaba en la red urbana. Cuando me llegó la noticia de su captura, pensé que no debía agregarle a su sufrimiento la noticia de que su hijo se había retirado de la guerrilla, sin poder explicarle por qué.
¿Y qué ocurrió con su madre?
Le hicieron consejo verbal de guerra y la condenaron a dos años de cárcel. Estuvo en el Buen Pastor todo este tiempo. Cuando salió, ya se precipitó todo. Hablé con mis jefes, no querían dejarme ir, pero finalmente aceptaron.
¿Quién era el jefe?
Francisco Caraballo.
¿Y usted logró hablar con su madre, cuando la liberaron?
Sí, con mucha dificultad concertamos una cita y le explique. Ella también me contó que estaba muy decepcionada. Los dos nos retiramos casi al tiempo. Nos dimos cuenta del terrible daño que le hacía a la población campesina. Daño muy grave, comparado con el poco beneficio a la causa de cambiar el mundo.
¿Y qué piensa hoy de la guerrilla?
Me parece lamentable que haya pasado tanto tiempo sin que sean capaces de comprender que el mundo cambió, que el país ha cambiado y que no tiene ningún sentido utilizar las armas para intentar hacer lo que se puede hacer por vías legales. Me da tristeza la forma como la inteligencia colombiana -me refiero a la izquierda- se ha sacrificado en aras de una lucha sin frutos. Ha muerto mucha gente valiosísima. Si, en vez de gastar sus esfuerzos en una guerra estéril, los hubiera gastado en una democracia, seguramente seríamos un país más avanzado y más cerca de lo que soñábamos hacer, cuando empezó la lucha armada.
¿Cree que la guerrilla hoy ya no tiene esas metas ideológicas?
No lo sé; desde hace años no estoy cerca de nadie que milite en la guerrilla; quisiera que todavía tengan algún destello de ilusión política. Es importante que se acuerden que en un principio lo que querían era un país democrático y justo; pues ahora está en marcha y hay forma de ayudar construirlo...
¿Qué piensa del comunismo?
Es un bonito sueño. Alguien decía que es una buena receta mal cocinada.
¿Por qué la revolución cubana terminó siendo totalitaria?
Nunca podremos saber qué hubiera sido de Cuba, si no le hubieran hecho los norteamericanos la guerra que le hicieron: bloqueo económico y político, incursiones militares. Los obligaron a un proceso endogámico complejo; quién sabe qué hubiera sucedido si se hubiera dejado que la revolución fluyera.
¿Y qué piensa de Fidel Castro?
Lo que sucede en Cuba fue lo que yo observé cuando entré al Epl: la ambición personal está presente en las células más primarias de cualquier organización. El deseo de perpetuarse en el poder y ser mesiánico ocurre tanto en la izquierda como en la derecha.
Este análisis corresponde a la historia de la niña de la película 'Todos se van'. ¿Cómo se llama la niña de la historia y quién será?
Nieve. Y es posible que el título final de la película sea ese: Nieve en La Habana. La actriz no está aún. Ese ha sido uno de nuestros trabajos en estos días.
¿Y, al margen de esta historia, en qué otros proyectos está?
Haré una serie para televisión, basada en la historia de Nepomuceno Matallana, alias el 'Doctor Mata'. Es un poco la historia del nacimiento de la violencia en Colombia.
¿Quién era el 'Doctor Mata'?
Un abogado, un tinterillo, que estuvo preso en su juventud por un asesinato. Se aprendió de memoria el Código de Procedimiento Penal y, cuando salió de la cárcel, se inscribió en el colegio de abogados. Se fue volviendo un hombre importante y entonces empezó a seleccionar clientes para engañarlos y estafarlos. Cuando ya tenía poderes firmados para manejar sus fortunas, los asesinaba. Mató cerca de 30. La novela está parcialmente inspirada en los escritos de las páginas judiciales de esa época, especialmente de Felipe González Toledo, que trabajó en EL TIEMPO.
¿Y cómo hacia el 'Doctor Mata' para ocultar a sus víctimas?
Lograba, con gran habilidad, mantener 'vivos' sus muertos. Producía cartas, llamadas, mandaba regalos.
¿Cómo relaciona a 'Mata' con la violencia en Colombia?
No es una relación directa. Pero es lo que ha venido ocurriendo en Colombia. Gente que abusivamente consigue títulos de propiedad, usa las armas, desaloja, despoja. Lo que este hombre hizo en pequeño, después se hizo en grande. Hoy hay miles de 'doctores Mata'.
¿ 'La estrategia del caracol' también fue una denuncia de despojo?
La estrategia del caracol fue una reflexión sobre mi fracaso como revolucionario. Me dije: "Como no fui capaz de hacer la revolución, oy a montar la revolución en miniatura". Y La estrategia del caracol es una revolución en miniatura: cómo se organizan, cómo crean vínculos de solidaridad y confianza, cómo hacen un plan y, finalmente, obtienen una victoria, pírrica, pero victoria.
¿La frase final de 'La estrategia' -"¡Ahí le queda su hijueputa casa"-, qué simboliza?
La frase fue distinta y, si coloca la palabra que usted omitió, advertirá el significado. La frase fue: "¡Ahí les dejo su hijueputa casa... pintada!".
Su paso exitoso por España
"Llegué en el 2000, pensando que sería un paréntesis en mi vida de unos cuantos meses, pero se convirtieron en 10 años durante los cuales hice cine, teatro y, sobre todo, televisión. Fui realmente un privilegiado. Hice varias miniseries y, durante 5 años, dirigí 'Cuéntame cómo pasó', serie verdaderamente 'fuera de serie', que ha sido la de mayor audiencia de la televisión española y que cuenta la historia reciente de España a través de la vida cotidiana de una familia. También hice una exitosa superproducción sobre Adolfo Suárez, artífice de la transición de la dictadura de Franco a la democracia.