“Yo soy un soldado del presidente Santos y en el Partido Liberal vamos a trabajar por la recuperación de su imagen y por obtener su reelección”.
Con estas palabras, el expresidente César Gaviria les pone fin, en el siguiente reportaje, a las versiones sobre un supuesto malestar del exmandatario con el Jefe de Estado.
Gaviria hace además una enérgica defensa de la posición asumida por el presidente Santos frente al diferendo con Nicaragua. “Comparto con el presidente Santos que en estos momentos el fallo es inaplicable. Para buscar una solución, hay que encontrar un camino jurídico constitucional que hoy no existe. Será un camino largo por recorrer y que implica un buen grado de unidad nacional. El fallo de la Corte Internacional de Justicia fue evidentemente muy lesivo para los intereses de Colombia, y no va a ser fácil enderezar eso”.
¿El apoyo expuesto tanto por el expresidente Uribe como por el Polo Democrático no anticipa que es posible una gran unión nacional?
Sí, pero eso solo se podrá hacer cuando el Gobierno tenga una fórmula de carácter jurídico; en este momento no la hay. Y también, cuando exista una agenda de objetivos.
¿Cómo resumiría usted cuáles son las aspiraciones de Colombia?
Ese es un tema mayor. Tiene que ver con la unidad del archipiélago, el respeto a otros tratados que ha firmado Colombia, la reserva natural, los derechos de los pescadores, desechar la idea de la extensión de la plataforma continental de Nicaragua. Por ahora, con su posición, el Presidente interpretó al país, y yo creo que ese es el camino a seguir.
¿Cuál es su opinión sobre la demanda contra el Pacto de Bogotá presentada por el presidente Santos ante la Corte Constitucional?
Pues que definitivamente no vamos a seguir sometiéndonos a la jurisdicción de la Corte Internacional de La Haya, y yo creo que el Presidente tiene razón. El fallo nos impuso una delimitación a lo que no estábamos obligados, pero un día decidimos aceptarlo expresamente. La Corte Internacional no tiene una facultad propia para delimitar sin que los países, y en este caso Colombia, lo soliciten. No veo para qué vamos a seguir en esa jurisdicción.
¿Cree que Colombia debe implementar pronto el fallo o está de acuerdo con la teoría de que eso requiere muchos años de estudio?
Ese es un tema que tiene dos aspectos: uno, Colombia tiene que tomar esas decisiones en un clima más sereno, menos crispado en torno al fallo de la corte; dos, hay que definir cuáles son nuestros objetivos; tiene que estar claro el camino jurídico. Aún no lo tenemos, y no creo que este sea el momento para buscarlo.
Pero, concretamente, ¿qué es lo que no está claro?
El Presidente no puede decir simplemente “acato el fallo”. La Constitución no dice cómo se hace eso. No hay en la Constitución un camino que señale cómo cambiamos los límites del país sin un tratado internacional. Allí hay un vacío. No se prevén los arbitrajes o fallos. Y ahora hay otros objetivos que defender.
¿Cómo cuáles?
La unidad del archipiélago, que lo dejaron hecho pedazos.
Pero el Presidente anunció el establecimiento de lo que él llamó “zonas integradas” para salvar esa unidad.
Esa es una manera de buscar la unidad, pero no necesariamente es la definitiva; eso va a tener que quedar en un tratado. Por ahora, el Presidente procede bien emitiendo los decretos y dejando claro que Colombia aspira a que no le toquen la unidad del archipiélago.
El presidente Ortega ha dicho que Nicaragua está dispuesta a negociar inmediatamente un tratado con Colombia. ¿Cuál es su opinión?
Allí puede haber un camino, pero para eso los colombianos, y no me refiero solo al Gobierno, tienen que hacer una discusión clara. Incluidos los miembros de la asesora, que nos están asistiendo para tratar de ver cuáles son nuestros objetivos. Una salida solo se podrá concretar cuando nos pongamos de acuerdo en lo que es esencial, es decir, donde están los derechos de Colombia que son irrenunciables.
¿Es partidario de que todos los expresidentes, incluyendo a Uribe y a Pastrana, vayan a la asesora?
Ese es un tema de ellos. Pero no podemos seguir ahondando las diferencias que pueda haber con los presidentes Uribe o Pastrana, o con la excanciller Noemí Sanín. Tenemos que ver entre todos cuál es el camino a seguir y cuáles son las aspiraciones que tiene el país.
¿Usted no tiene claro cuál es el camino a seguir?
No, claro que no, ni el Presidente tampoco.
¿Ahora, sobre política nacional, cómo va el país?
En el país hay un malestar muy grande, no muy distinto del que se dio en Brasil contra el mundial de fútbol, o en Chile contra el sistema educativo, o en Francia por aumentar en 2 años la edad de jubilación, o los grandes incendios de los barrios de Londres, o las protestas de Turquía. En los países hay tensiones de distinta naturaleza y se dan oleadas de malestar, y hay que tener paciencia; la gente protesta y expresa su malestar, pero no tiene a la mano sus soluciones.
¿Pero, en general, cómo cree que va el Gobierno?
Colombia está en la cima de los países del mundo en materia de crecimiento hoy. Solo Panamá, Chile, Perú están creciendo en América Latina como Colombia. Entonces es difícil decir que el Gobierno es malo, o que todo es culpa del Gobierno. No. Hay cosas que algunos funcionarios no hacen bien; hay problemas en el funcionamiento de la economía, en el sector agropecuario. Pero yo creo que la clase dirigente de este país no se puede dejar emborrachar por argumentos extremistas. Tiene que serenarse y rodear al presidente Santos, más allá de la reelección, para no perder el rumbo ni el sentido de las proporciones. La solución no está en acceder a lo que todo el mundo pide. Una buena política no se hace de retazos. Los problemas que Colombia tiene no son por lo que hizo Santos, ni Uribe; los problemas que hay son por lo que hemos dejado de hacer desde hace muchos años.
Esta declaración suya contradice la versión callejera de que usted está muy molesto con el presidente Santos. ¿Es así?
Yo no estoy molesto con el Presidente. Estoy molesto porque se generaron situaciones indeseables y toda clase de versiones inverosímiles, que nadie contrarrestó, sobre qué había buscado el Presidente con el cambio de gabinete.
¿Situaciones indeseables e inverosímiles como qué?
Unas iban dirigidas a golpear a algunos partidos de la coalición. A eso no le veo utilidad, y eso es innecesariamente ofensivo.
¿Pero, como cuáles?
Hablemos de las más precisas: que yo había estado atajando el nombramiento del doctor Alfonso Gómez Méndez, por quien tengo gran admiración y de quien creo que ha debido ser el primer ministro de Justicia del presidente Santos. Esa era la persona que le hubiera ayudado a hacer una buena reforma de la justicia. Él es una persona muy independiente y creo que no es de nadie; él mismo dice que es y ha sido lopista toda la vida. Pero frente a las cosas que se dijeron, tanto la Presidencia como Alfonso pasaron callados, y entonces yo quedé con ese pecado, parece que insoluble ya. La gente de la W tiene razón en mantener su versión. Esta versión pudo surgir de una reunión reciente que salió en los medios de Alfonso Gómez con Germán Vargas, en la cual hicieron las paces, porque el doctor Vargas se había opuesto al nombramiento de Alfonso Gómez como ministro al crearse el ministerio.
Hubo otras versiones un poco denigrantes que decían que la única persona leal con el Gobierno es Germán Vargas Lleras, y nadie ni en el Gobierno ni en la Fundación Buen Gobierno ha desvirtuado eso. El propio doctor Vargas ha podido decir que él no creía que él sea la única persona leal al Presidente. El único que no era traicionero. Ese silencio implica concesión.
¿Pero el problema fue el nombramiento de los ministros?
No. En el Partido Liberal no hay ministros samperistas, ni gaviristas, solo liberales; el martes hubo una reunión de todos los parlamentarios con el director del partido: apoyaron a todos los ministros. Y al Presidente en su posición frente al fallo de La Haya. Entre otras cosas yo no me le meto al Presidente en la escogencia de colaboradores. Él lo sabe; yo nunca lo he llamado para que nombre a nadie o no nombre a alguien, o ‘desnombre’ a algún colaborador.
¿Entonces por qué hubo tanto ruido?
Le hicieron daño al Presidente con esas lecturas que parecen venir de miembros de la Fundación Buen Gobierno, que, como está hoy funcionando, no cumple ningún papel para ayudar a que la coalición se fortalezca. Parece haber más acciones de disociación que de unión. No sé cómo van a ayudar a guiar una campaña con un ambiente tan negativo como el que están creando.
¿Pero, entonces, concretamente qué fue lo que originó su malestar?
Es que hay por ahí la impresión de que en la Fundación Buen Gobierno hay dos planes: un plan A, que es reelegir a Santos, y un plan B, que es elegir a fulano de tal, si Santos no se presenta. ¡No! Qué pena, ¡no! El Partido Liberal está en la reelección del presidente Santos; no tiene un plan B. A ese plan B no nos van a llevar ni a palo ni a rejo. Ya estamos muy grandes para aceptar eso.
¿Es que realmente usted cree que hay un plan B?
Hay gente que cree en eso y están trabajando en función del plan B. ¡Nosotros no! Y no creo que los otros partidos de la coalición anden en eso.
¿Cree que el presidente Santos se va a presentar?
Estamos pasando por un mal momento, pero creo que el Presidente se va a recuperar y se va a presentar. Vamos a dar la batalla por que recupere su imagen y lo logremos reelegir. Él es un presidente bien estructurado. No recuerdo de ningún otro en décadas recientes tan bien preparado como el presidente Santos; es una persona serena, que no ha divido el país, que ha tratado de tomar buenas decisiones, aunque algunos colaboradores le han fallado en ese propósito. Él debe sacar el proceso de paz adelante.
¿Cree que el Partido Liberal irá unido al próximo congreso?
A pesar de todos los intentos que han hecho en estos días por crear discordia, la unión liberal está viva e iremos unidos; esperamos tener un congreso sereno cuyo principal objetivo será impulsar la candidatura del presidente Santos.
¿Como ve usted a Vargas Lleras?
El doctor Germán Vargas, como todo el mundo lo sabe, está dedicado a hacer sus listas y a inaugurar sus casas solito. Creo que eso lo está haciendo mejor que sus actuaciones en favor de la coalición que respalda al Presidente. La Fundación Buen Gobierno, a mi juicio, está empezando su tarea con el pie izquierdo, restando más que sumando.
¿Usted piensa regresar a la política activa para respaldar la reelección del presidente Santos?
No sé si me necesiten. Tengo claro que quiero defender al Gobierno.
¿Pero le han dicho hasta ‘traicionero’?…
Porque a veces digo lo que yo pienso. Son errores de los funcionarios; yo no veo que se le haga bien al Presidente simplemente con lisonjas y complacencia, diciendo que todo está bien. Voy a estar bajo la orientación de mi partido y prestándole al Presidente los servicios que él quiera que le preste en el momento en que decida lanzarse a la reelección. Yo soy su soldado.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO