Antes del juego Santa Fe-Nacional, le propuse al presidente del Santa Fe, César Pastrana, realizar este reportaje después del partido, con la seguridad de que se obtendría el título, para que relatara la prodigiosa historia de cómo había logrado sacar al equipo de la terrible postración en la que lo recibió y ubicarlo a la vanguardia del fútbol del continente (es uno de los cuatro mejores equipos de la Copa Liberadores) y a la cabeza del torneo nacional (conquistó la 7.ª estrella después de 37 años de sequía y estaba logrando la hazaña de alcanzar la 8.ª tan solo un año después).
Sin embargo, el fútbol es impredecible. Es a veces cínico, y el mejor equipo de Colombia terminó, en el momento definitivo, con los jugadores perdiendo el alma. Perdiendo el alma y el partido.
Medité sobre si podría tener aún vigencia la realización de la entrevista con Pastrana. ¿Por qué hacerla y para qué hacerla si todo se había perdido? ¿Y por qué no? ¿Acaso no fue casi más noticia que el Santa Fe perdiera, especialmente por la forma como perdió, a que Nacional ganara?
Recordé entonces una frase de Gerardo el ‘Tata’ Martino cuando dirigía la selección del Paraguay, en julio de 2011. Paraguay eliminó a Brasil en la Copa América. Por radio y televisión, los comentaristas destacaban el “orden colectivo” de Paraguay y hablaban del “gran trabajo técnico de Martino”. Pero Martino los rectificó: “No salió nada de lo planeado: ganamos de culo”. Para aplaudirlo de pie.
Ante Nacional, el Santa Fe no tuvo ni eso. La palabra tiene dos significados: suerte y fuerza. Santa Fe no tuvo ni lo uno ni lo otro. ¿Por qué? Esa es la pregunta que explica la entrevista.
Pastrana tiene 48 años y posee un extraordinario instinto empresarial. Su amor por Santa Fe lo condujo a delegar en sus hijos todo lo que logró como empresario, para dedicar su vida al equipo.
Cuando asumió como presidente, en marzo del 2010, era dueño de la empresa Caterpilar, empresa de maquinaria pesada a la que entró como mensajero. A los 6 meses pasó a bodegas. Luego fue vendedor y, dos años después, se retiro, para crear su empresa Prodecat. Su fuerza empresarial lo hizo crecer. Retornó a Caterpilar, pero como dueño de la compañía.
¿Qué le ocurrió al Santa Fe?
Fue una pesadilla y, como toda pesadilla, fue un sueño de terror sin explicación de qué lo originó. Lo peor de esta pesadilla es que no fue un mal sueño. Fue una realidad que parecía mentira. Estoy desconcertado porque el equipo lo venía haciendo bien y estuvo totalmente desconocido.
¿A qué puede atribuirse que todos hubiesen jugado tan mal?
No encuentro explicación. Hicimos un buen partido en Medellín, en donde impusimos las condiciones. He hablado con el técnico y con los jugadores, y todos piden perdón. Creo que la lesión de Omar (Pérez), el cansancio, los jugadores sin piernas nos derrotaron, al margen de que Nacional jugó un buen partido.
¿Pero cómo cambia tan radicalmente un equipo en solo tres días?
Entramos a jugar contra Nacional con 12 partidos más: 6 en la fase de grupo de la Copa, ante Garcilaso, Tolima y Cerro. Dos en octavos con Gremio. Luego, en cuartos de final, de nuevo con Garcilaso dos veces y dos más en la semifinal con Olimpia. Eso, en seis meses, suma bastante. Son más de dos meses y medio de competencia. Es cierto que había un desgaste, pero estábamos muy cerca del título, y eso no se podía dejar escapar así; así, como ocurrió.
Nacional esperaba un huracán. La prueba es que colocó a un solitario Duque en el ataque. Pero ese solitario Duque acabó con Santa Fe…
Apenas vi el sistema de juego que puso el profesor Juan Carlos Osorio con tres hombres en el fondo, copando toda la mitad del campo y dejando un hombre en punta, me dije: Santa Fe ya es campeón… Pero no salió nada. Nuestros jugadores claves no estuvieron en el partido.
Omar Pérez hace varios partidos viene jugando muy mal…
Omar es una insignia, pero ciertamente sintió el trajín. Sin embargo, no se le puede adjudicar toda la culpa. Nuestro cerebro es él, pero los demás no anduvieron bien.
¿Y Medina?
Fue un partido que jugó tan mal que hay que olvidar. Como si no hubiera ido al terreno de juego; pero no puedo olvidar que nos dio contra Gremio un gol que fue para nosotros fundamental para seguir en la Copa Libertadores.
¿Se alegra hoy de haberlo vendido?
Fue un buen negocio para el Santa Fe. Pero, no crea, perdemos un gran jugador.
¿En cuánto se vendió?
Casi un millón de dólares.
¿Y cuánto costó?
No, no. Wílder no costó nada porque simplemente le aposté al ser humano. Él estaba solo y desechado para el fútbol. Lo trabajamos con tratamiento sicológico de desintoxicación terapéutico intensivo, y lo rescatamos. Hoy es otro hombre.
¿Cómo definiría usted lo que le faltó a Santa Fe en el partido?
Jerarquía. Nos faltó jerarquía en este partido. Tenemos una columna vertebral que falló, columna de hombres valiosos, veteranos y de batallas, como el caso de Valdés, de Bedoya, de Omar; incluso de Wílder, que salió, me abrazó y lloró. En el bus veníamos cantando ‘Volveremos, volveremos’. Valdés dijo unas palabras muy hermosas: “Esta afición merece todo”. Fue una noche inconcebible. La forma como Nacional planteó el partido era para que Santa Fe lo arrasara. Y no se dio…
¿La derrota desvalorizó a los jugadores?
Es que el equipo no está en venta. Solo se irá Medina. Los demás continuarán. Tengo una anécdota con Óscar Rodas: en su momento la MLS de Filadelfia lo quería. Puso 800.000 dólares sobre la mesa por el 70 por ciento y yo, con el sentimiento de hincha, no quería desbaratar el equipo y no lo vendí. Y Óscar se diluyó. Fue al Tolima y no le fue bien. Ahora le estoy dando paso al Caldas a ver si agarra. Moraleja: a los jugadores hay que venderlos en su momento; esto es un bus que pasa.
¿Qué jugadores salen?
Salvo Wílder Medina, todos tienen contrato hasta diciembre.
¿Quién remplaza a Medina?
Vamos a traer refuerzos importantes: ya están Giovanni Arrechea, que jugó en Millonarios y estaba en el León de México, y William Zapata, que es de Medellín y viene en calidad de préstamo; salió del América. Voy a contratar un centro delantero goleador argentino de primera división. Finalmente, lo que necesita Santa Fe son goles: vamos a contratar quien los haga.
¿Y Valdés?
Hay una oferta de empresarios de fútbol pero no de un club. Él sigue.
¿Y el problema de los laterales?
Voy a buscar un izquierdo.
¿Y ante el bajonazo de Omar Pérez?
Voy a conseguir alguien que nos ayude en la creación. para acompañar a Omar.
¿Ya no hay jugadores intransferibles?
No. Ya no hay intransferibles.
¿Si el problema del Santa Fe fue la fatiga, les dará vacaciones?
Sí. Solicite y obtuve de la Dimayor el aplazamiento de la primera fecha, que era contra Alianza el 28. Los jugadores regresan el lunes 29 y reaparecemos en la segunda fecha, precisamente contra el Nacional, en Medellín.
¿Y si se les llega a ganar, ya para qué?
Lo que pasa es que las heridas del fútbol solo se curan con el fútbol. Por eso digo: vamos a reforzarlo, vamos a traer gol; la vida sigue, y ¡vamos a triunfar!
¿Muchos aficionados se preguntan si Omar Pérez jugó tan mal el partido ante Nacional, por qué el técnico Wilson Gutiérrez no lo cambió?
¿Por quién? Molina está lesionado. Y sacar al líder es un mal mensaje. Hubiese sido peor, si es que peor pudiera haber sido.
¿Y Gutiérrez qué explicación le da a tan terrible noche?
Un bajón futbolístico del equipo. Ese primer gol de Duque no se lo pueden hacer a un equipo serio. Ni Roa ni Valdés fueron capaces de enfrentar a este jugador y lo dejaron solo. Nos marca ese gol, y si bien el equipo no estaba jugando bien, en vez de reaccionar, ¡se fundió! Una descarga eléctrica a veces revive y a veces mata.
Hoy quiero pedirle perdón a la fanaticada y prometerle que Santa Fe seguirá siendo, en el fútbol de Colombia, el gran protagonista. Como presidente, yo tengo que darle muchas más alegrías a esta hinchada porque vivo y respiro por este equipo. Yo no tengo empresa, está en manos de mis hijos. Santa Fe es mi razón de vivir. Y a la fanaticada tengo que darle la celebración que les estoy debiendo. Y de paso, corregir los errores que cometió el operador de la boletería. Ya fue cambiado. Quiero decirles a los seguidores del Santa Fe, parodiando a un expresidente: “Los mejores días están por venir”.
Se apaga la grabadora. Y Pastrana se va. Veo el libro que he vuelto a repasar. Es de Kapuscinski. Se llama La guerra del fútbol. Y leo:
“Estoy leyendo Moby Dick de Herman Melville. El protagonista del libro, el marinero de nombre Ismael, navega por el océano. Junto con los demás miembros de la tripulación, persigue una peligrosa y escurridiza ballena, que acabará emergiendo de las profundidades del mar, para asestarle un poderoso golpe. En un momento dado oye al capitán (…) lanzar la orden: ¡A dar la vuelta al mundo! Y entonces Ismael piensa: “¡La vuelta al mundo! Hay mucho en ese sonido que inspira sentimientos de orgullo, ¿pero a dónde llevará toda esa navegación? Solo a través de peligros innumerables, al mismo punto de donde partimos (…) ¡Ismael sigue navegando...!”.
‘Esto es cada día más grande’
El balance deportivo de este primer semestre no es bueno. Se perdió la Libertadores y se perdió el torneo nacional. ¿Cuál es el balance financiero?
Absolutamente insuperable. Salimos de la ley de quiebras. A junio 30 teníamos un superávit de 3.400 millones de pesos, el mejor del fútbol colombiano. Esa cifra no incluye la taquilla del juego ante Nacional, de 4.000 millones, ni la venta de Medina. Se compró sede deportiva. No teníamos campo de fútbol donde entrenar, y ahora tenemos terrenos propios en Tenjo, con una batería de camerinos y dos canchas deportivas profesionales. Estamos construyendo la sede habitacional, auditorio, comedor, gimnasios, piscinas, todo lo que requiere un equipo de fútbol como Santa Fe. Y no estoy contado los 2.000 millones de pesos de la capitalización, que ya están entrando a la fiducia. Esto cada día es más grande.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO