Juan Fernando Petro, hermano del Presidente, pide diálogo con los extraditables

El hermano del Presidente Gustavo Petro niega señalamientos en su contra.

Foto: El Tiempo
Domingo 19 de Marzo del 2023

Dialogar con los extraditables pide Juan Fernando Petro, quien cursó estudios en biología y filosofía en la Universidad Nacional. "La biología no la terminé y la filosofía no me sirvió para nada", confiesa. Esotérico, su pensamiento está fundamentalmente dirigido a la defensa de elementos como la vida, el medioambiente, la paz y la libertad. Es hermano del presidente de la República, Gustavo Petro, pero nunca ha hecho política ni jamás ha ejercido un cargo público. Y fue una gestión de su fundación la que hizo posible el encuentro en Ciudad del Vaticano entre su santidad Francisco y el entonces candidato Gustavo Petro. Hoy está sin trabajo y, en su diálogo con este cronista para EL TIEMPO, lamenta la situación que vive y afirma que se siente como si estuviera "frente a un pelotón de fusilamiento".

El presidente también pidió a la Fiscalía investigar a su hijo, Nicolás Petro.

¿Por qué el Presidente de la República le pidió a la Fiscalía que lo investigara?

Porque aparecieron rumores sobre supuestas negociaciones entre un grupo de abogados y varios extraditables, detenidos en La Picota, para darles beneficios, dentro del programa de 'paz total', de rebaja de penas y no extradición. Y esos abogados aparecían como el 'puente' con lo que yo estaba negociando.

¿Y qué era lo que usted negociaba? 

Desde hace meses veníamos trabajando sobre derechos humanos, con quien en ese momento no era todavía comisionado de Paz, Danilo Rueda, y otros miembros de la Comisión Latinoamericana de Derechos Humanos.

Pero ¿por qué habló usted en sus gestiones en la cárcel sobre 'paz social'? 

La Comisión Latinoamericana de Derechos Humanos me nombró Alto Comisionado del Cuerpo de Paz Internacional. Entonces ese era mi trabajo.

¿La Comisión le pidió ir a La Picota? 

No. A La Picota no fuimos con la Comisión Latinoamericana de Derechos Humanos. Era un trabajo paralelo con la Comisión Intereclesiástica de 'Perdón, paz y reconciliación' colombiana.

¿Y para qué exactamente fue a La Picota? 

Era un trabajo sobre qué piensan hoy los políticos detenidos y condenados por corrupción, después de tantos años de cárcel.

¿No hablaron con extraditables? 

Nunca. Jamás entramos a ningún patio de extraditables. Ahí están los videos.

Pero ellos enviaron a través suyo un mensaje al entonces candidato Petro... 

Conmigo no fue. Nunca me han entregado algo los extraditables o narcos. Nunca me entregaron absolutamente nada a mí y menos para que se lo pasara a Gustavo siendo candidato presidencial. Mi respuesta es un no absoluto, porque nunca fue así.

Su hermano, entonces candidato, ¿supo de su reunión? 

Se enteró después. Y le molestó. Le dije que era un trabajo exclusivamente de la Comisión Intereclesiástica de Paz, Perdón y Reconciliación. No le gustó porque, en plena campaña, ese acto de haber entrado a La Picota podría traer problemas. Como, evidentemente, los trajo... Sí, porque otros aprovecharon para hacer daño. Inventaron un imaginario político llamado Pacto de La Picota, donde dizque hicimos negociaciones. Nunca hubo ninguna negociación.

Pero, me parece que no queda claro con qué objetivo fue usted a La Picota... 

Se quería sacar, a través de la Comisión Intereclesiástica, un artículo que después se pretendió que fuera un libro.

Pero no hubo ni artículo ni libro... 

Así es. Por el escándalo mediático que se produjo.

¿Nunca pensó en el daño que podría provocarle a usted mismo ir a La Picota? 

En mi caso personal, durante un mes y medio he estado en este juego de show mediático. Las redes sociales nos han despedazado a mí y a mi esposa. Todos los días destrozan mi dignidad.

¿Pero la teoría del perdón social que usted defendió para explicar su visita a cárcel no era, al fin y al cabo, ofrecer perdón? ¿Bajar penas? 

No. El perdón social no tiene nada que ver con rebaja de penas. El perdón social es para mantener la dignidad del ser humano, no importa lo que haya hecho. De eso se trató en la cárcel de La Picota. No es que los saquemos de la cárcel, ni bajar penas. Es perdonarlos socialmente. El perdón social no es para unas personas. Es pedir una actitud nueva de la sociedad: resiliencia social.

¿Sigue usted trabajando por ese perdón social? 

No. Los problemas que surgieron me hicieron retirar. Mire dónde estoy y cómo estoy. Acusado dizque de tener vínculos o negociaciones entre unos abogados y los extraditables. Casi nada, ¡por Dios!

¿Utilizó en las gestiones que hizo su condición de hermano del Presidente? 

No. Mire lo que pasó: a nosotros, a mi esposa y a mí, nos cerraron todas las puertas y no porque estuviéramos buscando puertas extrañas de negociaciones. Nos han dicho que no podemos hablar con un ministro, porque está mal visto; que no podemos hablar con el director de no sé qué, porque está mal visto. No podemos ni entrar a un restaurante, porque si nos atienden, está mal visto. ¿Qué hacemos? Eso le pregunto. ¿Qué harán? Yo soy uno más de los desocupados de este país. No tengo trabajo. No me estoy victimizando, no me interesa eso, pero es una realidad. Ser hermano del presidente Petro cierra puertas, aunque yo no utilizaría jamás esa condición.

¿Usted ha hablado con el Presidente de su situación? 

Sí.

¿Y qué le dice? 

Pues que él también tuvo que abrirse paso a una vida solitaria.

El Presidente de Colombia, a principios de marzo, le pidió a la Fiscalía investigar a su hijo y hermano.

¿Le hizo daño la solicitud que hizo el Presidente para que lo investiguen? 

Sí, claro. Entiendo que, políticamente, era lo correcto, era lo que él tenía que hacer. Pero, familiarmente nos deja solos. Es como si lo colocan a uno, amarrado, frente a un paredón de fusilamiento. Y que le digan: defiéndase como pueda.

¿Y se siente usted así? 

Sí. Estoy frente a un pelotón de fusilamiento y atado. Esta es una sociedad que no piensa, que no tiene contenido, que no argumenta, sino que es visceral, instintiva. Yo antes salía con la cabeza levantada y ahora tengo que ponerme gorra y andar con cabeza gacha, como si debiera algo. 

Si los abogados suyos aprovecharon su presencia en la cárcel, para usarla, como dice usted, a favor de ellos, ¿los va a denunciar? 

Es que no eran abogados míos. El único abogado con el que me relaciono es con Pedro Niño. Hablábamos con él por todos los territorios del concepto de paz; en esas reuniones había líderes sociales, ONG, mujeres, campesinos, obreros, raizales, indígenas, arquitectos, ingenieros y había abogados.

¿Abogados de quién? 

No lo sé. Es su profesión. Ellos lo escuchaban a uno. Lo que yo digo es que algunos de esos abogados empezaron a construir historias.

¿Construir historias? 

Construir historias sobre supuestas negociaciones; fueron donde sus clientes, allá en la cárcel, dijeron: 'esto puede servir, esto puede ser aprovechado'. Y fueron los abogados quienes pidieron dinero. Eso es lo que está investigando la Fiscalía para aclarar nombres concretos de qué abogados inventaron rebaja de penas, y que a través mío los harían gestores de paz, etcétera, etcétera.

¿Y usted cómo supo eso? 

Porque en reuniones sobre la paz social se me acercaban y me decían que 'hay abogados intermediarios que están cobrando 20 millones de pesos por permitir acercarse a hablar con usted sobre la paz total'.

¿Y qué le parecieron todas las denuncias que sobre su caso hizo Semana? 

Cuando apareció el artículo de Semana, solo ahí, entendí por primera vez que estaban utilizando mi nombre en semejante maniobra.

¿Usted cómo confirma que utilizaron su nombre sin su consentimiento y que no fue con su autorización? 

Los abogados decían que yo estaba metido ahí; ellos lo dijeron. Para darle fuerza, supongo, a su negociación. Cuando lo dijeron, fueron los mismos extraditables quienes expidieron un comunicado en el que dicen que 'nadie de la familia del Presidente tenía ningún vínculo ni relación con esas negociaciones'.

Pero alguien podría pensar que 'el doctor Juan Fernando Petro les pidió que sacaran una declaración diciendo que él no tiene nada que ver con eso'... 

Entonces soy el hombre de más poder en este país, porque para convencer a 24 extraditables que no he visto, ni los conozco ni me conocen, ni hablé con ellos, y lograr esa declaración, se requeriría tener demasiada influencia sobre ellos. ¿Usted cree que soy capaz de convencer a 24 de estos señores de hacerlo, cuando no son precisamente almas de la caridad ni hermanitas del Santo Rosario?

Si llegara a existir alguna prueba de que usted hizo algún ofrecimiento a los extraditables, ¿aceptaría ser condenado? 

Sí. Y lo digo sincera, franca y honestamente: si hubiese en ese imaginario de posibilidades, que no lo hay, que yo hice una negociación con alguno, que me condenen, no sé cuántos años. Que me condenen. No voy a huir, no voy a esconderme. No voy a ocultarme. Nunca hice con ningún extraditable directa o indirectamente negociaciones. Hablamos de paz. Y en mis conversaciones con los dirigentes políticos detenidos comentamos que los extraditables podrían ser gestores de paz.

¿Incluirlos a ellos en la 'paz total'? 

Es que la 'paz total' incluye a todos, porque por eso se llama total. No una paz parcial, sino una paz donde se pudiera hablar con todos los que han generado violencia en el país, llámense como se llamen, hayan hecho lo que hayan hecho. Creo que hablar o dialogar no es un delito.

Pero, entonces, ¿sí hablo con ellos de la 'paz total' o no?

Ellos hicieron preguntas concernientes a qué significaba y qué se podía entender por la 'paz total' y el perdón social. Jamás hablé de rebaja de penas.

¿Usted es partidario de que la extradición se mantenga? Es una pregunta personal. Mi respuesta es no.

¿No? 

No, porque el colombiano debería ser juzgado en Colombia.

¿Usted es partidario de hablar con los extraditables sobre la 'paz total'? 

La respuesta mía es personal, no tiene nada que ver con el Gobierno. Mi posición es muy clara: hay que dialogar. El diálogo es un espacio de construcción de posibilidades; si no hay diálogo, las posibilidades hacia un futuro mejor, empiezan a bajar de manera negativa y solo quedan espacios muy pequeños de acción y esa acción sería de violencia en los territorios y son las comunidades las que en último término pagan los efectos, los daños colaterales de no dialogar, de no hablar.

¿Dialogar es negociar? 

No. Dialogar no es negociar, pero dialogar nos permitiría que tanto los unos como los otros tengan claras las posiciones de cada quien.

Desde mi punto de vista, creo que es un error total y absoluto.

¿Y el proyecto de ley de sometimiento no podría ser la solución? 

No. No. No. Con los términos en que está la ley de sometimiento no va a haber negociación y, desde mi punto de vista, creo que es un error total y absoluto.

¿Usted piensa que la guerrilla como insurrección política ya no existe? 

Claro que no existe. El narcotráfico permeó todos los grupos. Los atravesó, lo que llaman la transversalidad del narcotráfico está en todos los estamentos y en ellos también.

¿Es total la penetración del narcotráfico?

Absoluta. No nos digamos mentiras, todas las instituciones están permeadas.

Y, finalmente, ¿qué va a hacer? 

La vida de mi esposa y la mía ha quedado en puntos suspensivos... Es acostarse por la noche y decir '¿Bueno, y mañana qué?', y vuelvo a pensar en dónde me meto y qué hago sin trabajo... 


YAMID AMAT 

Especial para EL TIEMPO