El liberalismo reelegirá hoy al senador Horacio Serpa y al representante Fabio Amín, como codirectores de ese partido.
Una decisión de un miembro del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, que no fue notificada oficialmente a esa colectividad, no impidió la realización de la convención. Mañana, cuando se presente la notificación, se llevará a la Corte Constitucional. Serpa dijo que era una decisión ajena al derecho y violatoria de los derechos constitucionales.
"Hoy, el partido va a darse su estructura directiva y hay una opinión mayoritaria de delegados en el Congreso que piden que haya una dirección dual".
El senador Juan Manuel Galán anunció su precandidatura y lanzó la propuesta de la jefatura única del expresidente César Gaviria. ¿Usted qué opina?
El expresidente Gaviria es jefe natural del partido, la figura más importante del liberalismo. He conversado con él y me ha dicho que lo agradece pero que no considera esa opción.
No pregunto para que me responda que eso lo decidirá el congreso liberal hoy. Pido su opinión: ¿usted quiere seguir siendo codirector del Partido Liberal?
Si proponen mi nombre y tiene acogida, acepto, claro...
Y si a usted lo ratifican como copresidente del Partido Liberal, ¿cuál será su misión fundamental?
Conducir al Partido Liberal al poder. El liberalismo va a tener candidatura presidencial propia en el 2018 y tiene la fuerza para ganar. No será fácil, pero el liberalismo acaba de ganar las elecciones regionales; está jugado por la paz, la modernidad, los retos que vienen con el posconflicto y el cumplimiento de los acuerdos de La Habana. Para nosotros lo importante de la paz no es solamente firmar unos papeles y tomarnos una foto. Hay que hacerla cierta y transformar a Colombia, para que dejemos de matarnos y podamos reconciliarnos de una vez por todas. Hay que hacer profundas reformas para que nunca vuelva la guerra. ¿Y quién las va a hacer? El Partido Liberal...
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¿Qué le parece la precandidatura presidencial de Juan Manuel Galán?
Me gusta que los jóvenes asuman el reto de dirigir el país que surja de los acuerdos. El senador Galán es un importante dirigente del partido, un congresista con experiencia y un político con cauda, de manera que me parece apropiada su aspiración. Pero no es el único en el Partido Liberal. Otros líderes de la colectividad también van a presentar sus propuestas; son la generación de la renovación y la paz. En el liberalismo están naciendo aspiraciones muy válidas e importantes. De ese ramillete destaco a Aníbal Gaviria, exgobernador de Antioquia; Luis Fernando Velasco, presidente del Senado; Juan Fernando Cristo, ministro del Interior; Simón Gaviria, director de Planeación Nacional, y Viviane Morales, senadora y exfiscal. Ojalá también se sumen líderes de los afros, como el congresista del Pacífico Edinson Delgado, y espero que se lance un líder del Caribe, para que todas las regiones del país estén en el próximo tarjetón liberal.
El senador Galán ha anunciado que propondrá que el candidato presidencial sea escogido por consulta en las elecciones parlamentarias del 2018. ¿Usted es partidario de eso?
Sí, me suena, pero hay que tener en cuenta también otras circunstancias. Por ejemplo, nosotros tenemos distancia con varios partidos políticos y lo digo con toda franqueza: con Cambio Radical y, más que con Cambio Radical, con su jefe, el vicepresidente Vargas Lleras, que ya está de candidato; pero tenemos muchos puntos de afinidad con el Partido de la U, por ejemplo. No podemos sustraernos a que haya coaliciones. Por eso, el Partido Liberal debe estar tan fuerte y tener candidaturas tan serias y tan definidas que sea capaz de participar también en acuerdos entre distintas colectividades. Mediante una gran consulta, tener una sola candidatura de liberales y de La U me parecería perfecto.
La propuesta suya es que en las elecciones parlamentarias del 18 se enfrenten el precandidato o los precandidatos del Partido de la U y los precandidatos del Partido Liberal, y el que gane, ese es...
Esa podría ser una formula. Pero mire: va a haber una candidatura de la resistencia civil y el doctor Vargas ya es candidato. Lo que pasa es que es un candidato funcionario, pero me imagino que muy próximamente se lanzará al agua.
¿Por qué dice usted que ya es candidato?
Todo el mundo sabe que es candidato. Uno no puede ser tan ingenuo y pensar que el doctor Vargas se volvió un técnico de la infraestructura nacional. Él está haciendo política. Así lo denuncié en la pasada campaña y, desde entonces, no ha habido cambio radical en su actitud. Está en franca campaña presidencial. Lo que me extraña es que él no dice ni mu de la paz. Es raro, ¿no? Él está demorado en renunciar a la Vicepresidencia y formalizar su aspiración. Y mucho más demorado en hablar del proceso de paz.
¿Por qué dice que habrá candidato de la resistencia civil?
El doctor Álvaro Uribe se resiste a que haya paz en Colombia. No se cansa de promover la continuidad de la guerra. Y los liberales persistimos en la lucha por la paz. Además, Uribe es de derecha radical. Él mismo lo acepta, no es ningún insulto, y habrá varios candidatos de derecha, entre ellos el del uribismo. Mire: el doctor Uribe ha llenado ya todos los espacios de la oposición democrática, pero no me atrevo a decir que él en un momento dado saltaría más allá de la oposición legal democrática institucional.
¿Qué quiere usted decir?
El doctor Uribe ha estado en la oposición más férrea, democráticamente hablando, que ha habido en Colombia. Ni siquiera la hubo en el siglo pasado, cuando estaban enfrentados liberales y conservadores. El propio Gaitán dijo que la oposición no podía ser sistemática. Lo que pasa es que nadie entiende que es la resistencia civil contra la paz. Para muchos es símbolo de guerra y una mala premonición de desespero ante la realidad de quedarse solo con su bandera de guerra o nada.
¿Usted cree imposible un acuerdo con él?
Totalmente. Lástima, pero él ha roto todos los puentes y eliminado toda intermediación. Sus actitudes son muy viscerales. Hay un problema muy grande y es que el doctor Uribe no le perdona al presidente Santos que, según sus palabras, lo hubiera elegido y luego hubiera aceptado que en Colombia sí hay un conflicto armado interno. Eso es irreconciliable. Le reconozco todos los méritos a Uribe, pero él nunca le reconocerá nada a Santos. La separación Santos-Uribe es irreconciliable... Hasta el fin de todos los tiempos.
¿Por qué se puede llegar a esos extremos de radicalización?
Todos somos humanos y tenemos imperfecciones. El doctor Uribe tiene muchas cualidades, pero pienso que una actitud tan recalcitrante contra la paz, por la enemistad que tiene con Santos, ya es como una enfermedad.
Si usted es reelegido hoy, ¿el liberalismo seguirá siendo un partido de centro?
El liberalismo es de centro izquierda. Tendrá que acoger un concepto reformista y lo voy a luchar hasta cuando lo logre. No hay soluciones sociales si no hay reformas económicas. El liberalismo tiene que tomar el criterio de la revisión a fondo del modelo económico, porque si no, perdemos la oportunidad de estar a tono con esta nueva vida institucional de democracia, paz y reformas profundas. El posconflicto es la gran oportunidad para transformar a Colombia.
¿Qué tipo de reformas?
Las que conduzcan al fin de la polarización y hacia una sociedad más justa, equitativa, pacífica. Un nuevo sistema de impuestos; una lucha seria contra la concentración de la riqueza sin menoscabo de la propiedad privada, que debe cumplir una función social. Luchar por la igualdad sin avasallar, pero buscando que en el país se repartan mejor las cargas tributarias.
¿Castigando a la empresa privada?
No castigando sino sincerando el régimen tributario. El que más gana tiene que pagar más. Doy un ejemplo: en muchas partes del mundo, las utilidades de las empresas pagan impuestos en cabeza de sus socios. No hay que terminar con el impuesto al patrimonio, por ejemplo. Menos, al patrimonio improductivo; crear impuestos sobre el lujo. Otra modalidad interesante es que las empresas antes de impuestos tengan unos acuerdos de participación con los trabajadores. Que las empresas paguen sus impuestos, pero que los socios de las empresas paguen sobre dividendos.
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¿Esa no es una doble tributación, desequilibrada e injusta?
Existe en los países más serios del mundo, económicamente. Y no es doble tributación: paga la empresa, pero el socio paga cuando recibe utilidades. Primero, hay una gran empresa, la empresa produce, y produce unas ganancias; y, según el sistema tributario, paga unos impuestos y luego reparte utilidades. Cuando reparte utilidades, el socio como persona recibe un ingreso importante y, entonces, debe tributar.
La reforma tributaria estructural propone lo contrario...
Vamos a actuar con responsabilidad e independencia, defendiendo el bolsillo de los más débiles. Estudiaremos a fondo esa propuesta que hoy no nos gusta a los liberales. Es decir, si hay una propuesta de reforma tributaria para cobrar impuestos a los pobres, el Partido Liberal no la aprueba. Si proponen aumentar el IVA a la canasta familiar, el liberalismo no la aprueba. Si le ponen IVA a un carro Lamborghini para que pague el 50 por ciento de IVA, sí; pero si les van a poner IVA a los espaguetis, no.
¿Ni aprobarán la rebaja de impuestos a las grandes empresas?
No hay los altos impuestos que se comentan a las grandes empresas. Hay que eliminar subsidios innecesarios, acabar deducciones inconvenientes, eliminar exenciones que no hacen falta, reducir fundaciones. Hay que sincerar el estatuto tributario. El partido no tiene ningún inconveniente con las altas clases económicas ni con la riqueza. Lo que pasa es que la riqueza tiene que cumplir una función social y compartirse. Necesitamos que haya más propietarios, por ejemplo; que toda la gente tenga casa propia, que tener un carro de 600 centímetros cúbicos no sea un lujo; que en los campos haya educación y electrodomésticos; que los muchachos tengan computadores. Eso es lo que necesitamos.
¿Y sabe quiénes ganan de todo esto? Los empresarios: habrá mucho más consumo y mayor productividad. Y se generará más empleo. La educación en la provincia es de bajísima calidad. La falta de educación genera desigualdad. En el mundo, la educación es un mecanismo para la igualdad. Aquí hay mucha injusticia. Acaba de salir el informe de la Cepal en Colombia: 38 por ciento, pobreza; 12 por ciento, miseria. Es decir, la mitad de los colombianos no ha podido entrar al sistema de vida digna. Esos son casi 25 millones. Entonces, el Partido Liberal, sin ser una organización extremista, sí quiere ser un partido reformista. Y si se logra la paz, es para que las cosas cambien. Si no es así, déjeme decirle que dentro de cinco años arranca otra guerra.
¿Ganará el plebiscito por la paz?
Va a ganar. Este no es un país suicida. Vamos a derrotar a la derecha porque el pueblo va a defender la paz, y el pueblo sabe que la paz es todo: es la vida de los padres y de los hijos; es trabajo, es progreso, es seguridad, es desarrollo. Pero sobre todo son reformas estructurales, profundas. No podemos volver a cometer los errores de pasados 50 años, no. De los 200 años de guerras que solo unos pocos quieren perpetuar. El Partido Liberal se apoderará del cambio con la paz, izará la bandera de las reformas. Si no hay cambios, volvemos a lo mismo.
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Si el Centro Democrático gana, ¿qué puede pasar?
Que daríamos un salto al pasado. Pasaría lo mismo que si el doctor Germán Vargas ganara, lo que es muy improbable: que se van a ensañar contra todo lo que el gobierno del presidente Santos ha hecho por la paz. Ya en los pasillos del Congreso se empezó a decir eso. Y cuando el río suena, balas lleva. En política ocurren tantas cosas...
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO