En entrevista con Yamid Amat, el presidente chileno dice que la pobreza se derrota con educación.
Domingo 28 de Noviembre del 2010
El presidente de Chile, Sebastián Piñera, quien acaba de hacer una visita de estado al país, recomienda a los empresarios colombianos lanzarse a la conquista de mercados por el mundo entero y no tenerle miedo a la competencia. "Quedarse protegido sólo perpetúa la mediocridad", dice. Este ingeniero comercial con un doctorado en economía considera que "la educación es la madre de todas las batallas" que deben dar países en desarrollo como el nuestro, para derrotar la pobreza.
Hasta hace unos años Colombia y Chile tenían un crecimiento similar en todos sus ordenes pero, de pronto, Chile nos dejó atrás. ¿Qué ocurrió?
Chile se fijó una meta: transformarse en un país desarrollado y sin pobreza antes de que termine esta década y, a pesar de que fuimos golpeados por un terremoto devastador, uno de los cinco peores de la historia, nuestro país recuperó su capacidad de crecimiento. Este año crecemos al 7 por ciento. Algunos creen que bastan tres pilares para ser desarrollado: una democracia estable y legitima, una economía de mercado responsable en sus cuentas fiscales y un Estado que funcione bien; hoy sabemos que eso no es suficiente. Si queremos dar el salto al desarrollo, tenemos que agregar nuevos pilares: educación, capacitación, más inversión en ciencia y tecnología, más fomento de la innovación y el entendimiento, tener una sociedad más flexible y ágil, comprometerse con la igualdad de oportunidades y con un Estado más moderno. Esos son los pilares que Chile está construyendo y estoy seguro de que Colombia esta caminando en la misma dirección y con la misma ambición.
¿Cuál es el tipo de empresarios que necesitan un país como el suyo y el nuestro?
Innovadores y emprendedores. Empresarios que salgan a buscar nuevos mercados, nuevas tecnologías, que sean capaces de elaborar nuevos productos. Empresarios que sean más respetuosos de los derechos de sus trabajadores, que crezcan junto con ellos, que cumplan con sus obligaciones de pagar los impuestos oportunamente, que respeten la legislación laboral de buena fe, que protejan el medio ambiente, que se preocupen por sus comunidades. Ese es el empresario responsable e innovador que requerimos para transformarnos en un país desarrollado.
Colombia exporta 35 mil millones de dólares. Chile, el doble. ¿Cómo lo lograron?
Chile se decidió hace mucho tiempo integrarse al mundo y no quedarse protegido, detrás de barreras que lo único que hacen es perpetuar la mediocridad. Por eso tiene muchos tratados de libre comercio. Esa estrategia, que requiere mucho coraje, es la que nos ha permitido hacer del sector exportador un verdadero motor del desarrollo. Sé que Colombia está en la misma actitud; he conversado con el presidente Santos y hemos comprometido nuestro total apoyo para que Colombia se integre al Apec (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico) y logre un tratado de libre comercio con Estados Unidos. Espero que en la cumbre de Apec en Honolulú, en noviembre próximo, se abra una ventana para que ingrese al mundo del Asia-Pacifico, que es el 60 por ciento del producto mundial, el 60 por ciento de la población mundial y el mundo del futuro.
¿Se justifica el temor que algunos empresarios expresan por la apertura total de nuestro mercado?
No hay que temerle a la libertad. Colombia lo tiene todo; es un país maravilloso, con recursos naturales impresionantes, con gran futuro en la industria de la minería y la industria forestal. Mi humilde recomendación es que la empresa privada colombiana debe jugársela por la integración con el mundo y no temerle a competir en las ligas mayores de la economía mundial.
¿Qué resultados le ha dado a Chile el TLC con Estados Unidos?
Hubo muchas personas que sintieron temor y se opusieron, pero hoy admiten que el resultado ha sido bueno. Pero no basta con tener esos tratados. También hay que hacer reformas en nuestros países. La sociedad de conocimiento en la información exige capital humano y educación de calidad; invertir en ciencia y tecnología más que lo que estamos invirtiendo hoy; exige fomentar y no deprimir, alimentar y no asfixiar el espíritu de innovación y emprendimiento; exige luchar por una mayor igualdad de oportunidades y por una mayor justicia social; exige un Estado más moderno.
¿Cuál es la prioridad para países como el nuestro?
La educación es la madre de todas las batallas. Le quiero preguntar: ¿está Colombia atrayendo a los mejores estudiantes para que estudien pedagogía, para que haya mejores profesores?
¿Está Colombia incentivando a los buenos profesores?, ¿está Colombia capacitando bien al magisterio?, ¿está Colombia diciéndoles a los profesores que no cumplen con su labor que no pueden seguir sacrificando una generación tras otra de niños?, ¿está modificando los contenidos de la enseñanza para enseñar lo que se requiere hoy día? Es que ya no es memorizar, sino que es aprender a incorporarse al mundo moderno. ¿Está Colombia incorporando las tecnologías modernas de la educación a la sala de clases o seguimos con pizarrón y tiza y nos hemos olvidado de la educación interactiva? Esa es la gran reforma. Son muchas cosas que, sumadas, significan una revolución en educación. No sé las respuestas pero esas preguntas es bueno hacerlas y responderlas en forma honesta.
¿Ese impulso a la educación de los niños cómo llevarlo a la capacitación de los adultos?
A los trabajadores colombianos les enviaría un mensaje: tienen que capacitarse para que aumenten su productividad y su eficiencia y que eso se traduzca en mejores salarios y mejores condiciones de vida. En la sociedad de hoy el trabajador del siglo pasado no tiene un gran destino; requerimos lo que llamamos power workers, knowledge workers (el poder de los trabajadores es el conocimiento de los trabajadores) ¡Prepárense! El mundo que estamos viviendo hoy no tiene nada que ver con el siglo pasado, estamos en la sociedad del conocimiento y la información; lo que importa ya no son los músculos, sino el pensamiento y las ideas.
Otro tema: los países fronterizos tienen problemas. ¿Cómo deben manejarse?
El presidente Santos está actuando con inteligencia en el manejo de las relaciones con sus vecinos, sin renunciar a su visión de la democracia ni a sus principios. El modelo venezolano es muy distinto del modelo que está siguiendo Colombia, pero hay que respetar nuestras diferencias. No por eso tenemos que andar tirándonos piedras todos los días.
¿Qué futuro le ve a Colombia?
Colombia es un gigante semidormido porque, por la violencia que la ha acosado durante tanto tiempo, no ha podido aprovechar todo su potencial. Ahora que está ganando la batalla contra la violencia, se abre un mundo de oportunidades.
¿Cómo ganar totalmente la batalla contra la violencia?
A la guerrilla hay que combatirla con todos los instrumentos disponibles en un Estado de derecho. Nada justifica la guerrilla, la violencia, el terrorismo o el narcotráfico. Es cierto que los niveles de desigualdad de Colombia han sido excesivos, por tanto, una de las tareas es derrotar la pobreza y reducir las desigualdades y para eso hay que trabajar con dos tipos de instrumentos: los que apuntan las causas, y la causa de la pobreza es la falta de trabajo, la mala calidad de la educación y la debilidad de las familias. Y segundo, mientras esas reformas surten efecto, tenemos que aliviar las consecuencias de la pobreza y para eso hay que hacer transferencias para que los que viven en esa situación puedan mejorar sus condiciones de vida.
¿Cuál es su concepto sobre el derecho de asilo?
Debe existir en los casos en que se justifica y siento que se justifica cuando la justicia en el país de origen no garantiza el debido proceso. Creo que Colombia tiene una democracia y una justicia que dan garantías de que funcionan bien.
Su popularidad en Chile es altísima. ¿Aspirará a la reelección?
La Constitución de Chile prevé la reelección, pero no inmediata.
¿Uste reformaría la Constitución para lograr que fuera inmediata?
Un presidente no debe cambiar la constitución en función de sus propios intereses. Cualquier cambio debe regir para el futuro, no para los que estamos involucrados en ese cambio.
Milagro de los mineros
¿Cómo tomó las decisiones en el caso de los 33 mineros sepultados?
Cuando me informé de que la empresa dueña de la mina era incapaz de la operación de búsqueda, hice una reflexión simple: o era el gobierno o no era nadie. Me reuní con los familiares y les dije: los vamos a buscar como si fueran nuestros hijos. El día 17 estaba en la mina cuando el taladro logró hacer contacto con la cavidad donde estaban los mineros y ellos amarraron al taladro un papel que decía 'Estamos bien en el refugio los 33" .
Entonces, Chile entero cantó de alegría y creo que esa esperanza recorrió el mundo entero. A partir de ese instante, ya no era la búsqueda sino que era el rescate. El ministro Laurence Golborne me informó que había tres opciones tecnológicas de rescate y me pidió definir cuál usaríamos. Le dije: las tres, porque las tecnologías pueden fallar, pero nosotros no. Los secretos que transformaron una posible tragedia en un maravilloso milagro fueron: no perder un segundo, decisión inmediata, compromiso, liderazgo, unidad del país, pedir ayuda a todos los que podían y hacer las cosas bien.
¿Cómo un empresario aparentemente frío, como usted, adquirió, de pronto, esa condición tan humana?
Nunca he sido frío. Me cuesta expresar mis sentimientos porque en casa éramos cuatro hermanos y mi madre nos decía: "Los hombres no lloran", y eso nos marcó. Pero uno llora por dentro. No podía permitir que mis 33 mineros murieran abandonados, por falta de voluntad y coraje, por hacer cálculos pequeños.
Cuando regresé a Chile desde Colombia, mis asesores me decían: "No te acerques a la mina San José porque esto va a terminar en tragedia". Yo les dije: "Aunque haya una sola probabilidad en un millón de encontrarlos vivos, yo haré lo que sea necesario por rescatarlos, porque ese es mi deber como Presidente de Chile y siento que con la ayuda de Dios, de muchos, de la tecnología, y con una fe inquebrantable lograremos un milagro".
Creo que el mundo se impresionó tanto porque vio que detrás de esta operación había un compromiso con el valor de la vida. Y un Gobierno que se la juega por la vida no hace cálculos.
Normalmente, las grandes historias son malas historias, pero esta fue buena porque terminó bien y eso capturó el corazón del mundo. Luego del rescate, fui a Alemania, Francia e Inglaterra y era impresionante ver como se acercaban a decirme: "Lo vivimos como si fuéramos chilenos". Fui a Asia y los chinos y japoneses nos decían: "Lloramos como niños la noche del rescate". En un mundo lleno de malas noticias, esta historia hizo renacer valores humanos en el alma de la gente.