"La paz está vivita y volando", afirma el expresidente Juan Manuel Santos, quien contó para esta entrevista que "cuando despegó el papa Francisco de Cartagena, en esa visita histórica le entregué la palomita de la paz que yo no me había quitado en muchos años y le dije que la protegiera porque tenía que volar sola en medio de muchos cazadores. Me siento muy contento de que a pesar de tantos intentos por hacerla trizas cumplió cinco años vivita y volando. El 50 por ciento de los acuerdos fracasan en los primeros cinco años. Hoy, más del 95 por ciento de los excombatientes siguen en el proceso, más de un millón de víctimas han sido reparadas, la justicia especial trabaja a marchas forzadas, la Comisión de la Verdad lleva más de 26.000 personas escuchadas y la comunidad internacional, sin excepción, sigue apoyando y señalando el acuerdo como un ejemplo para el resto del mundo, como vimos esta semana".
El exmandatario aceptó la invitación para hablar sobre los resultados de los acuerdos de paz firmados hace 5 años entre su gobierno y las Farc, que pusieron fin a 50 años de guerra en el país.
¿Dónde están los mayores lunares de la paz hoy?
En la falta de garantías de seguridad para los excombatientes y los líderes sociales. Los están asesinando. Y en la casi nula implementación del punto 1, el de la reforma rural. Lo mismo ha sucedido infortunadamente con los capítulos sobre género, medioambiente, comunidades indígenas y afrodescendientes.
¿Y después de 5 años de vigencia, cuál cree que fue el mayor olvido del acuerdo?
¿Olvido en que dejamos algo por fuera? No se me ocurre. Tal vez lo contrario. Fuimos demasiado ambiciosos, nos pusimos demasiados objetivos. El Instituto Kroc dice que es el acuerdo más ambicioso, integral y profundo que jamás se haya negociado y cumplir con los más de 500 puntos va a ser bien difícil.
¿No fue olvido o descuido no haber ocupado con Fuerza Pública todos los territorios que estaban en poder de las Farc?
Si se lee con cuidado el acuerdo, eso estaba previsto. Con el general Mejía se puso en marcha el Plan Horus y se desplegaron 580 pelotones de 40 soldados cada uno en las zonas más críticas escogidas con una matriz técnica en colaboración con la Fiscalía. Eso, aparte de las unidades móviles. La seguridad mejoró sustancialmente. Infortunadamente el plan se dejó marchitar.
Mire lo que pasa con el Catatumbo, en Putumayo, en Nariño, en Cauca...
Sí, es una desgracia. Pero eso no es por el acuerdo sino por la falta de implementación del acuerdo.
El padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de Paz, consideró como "frío" el compromiso del gobierno actual con el acuerdo. ¿Usted qué cree?
El presidente de la Comisión de la Verdad suele decir la verdad.
Usted dijo hace un par de días que el presidente Duque se ha vuelto buen promotor del acuerdo de paz. ¿Fue una sátira?
En parte. Para nadie es un secreto que este gobierno ha sido hostil frente al acuerdo, pero en los últimos tiempos vemos a un Duque sacando pecho, aquí y en el exterior, por lo que supuestamente está haciendo para implementar el acuerdo, cosa que nos complace muchísimo siempre y cuando entre lo dicho y los hechos no haya demasiado trecho. Su consejero Archila dice que el próximo gobierno debe construir sobre lo construido. Estoy de acuerdo. Vamos a ver qué deja realmente construido y por supuesto que entre más mejor. Ojalá hubieran dicho y hecho lo mismo desde el principio.
El secretario general de la ONU, António Guterres, al visitar lugares que fueron afectados por la guerra, dijo que "la paz no viene de un día para otro, sino que cuesta trabajo construirla, cuidarla y sostenerla". ¿Eso es así?
Así es. Yo lo asimilo a la construcción de una catedral: ladrillo por ladrillo, con mucho cuidado y mucha paciencia porque dura mucho tiempo. Guterres dijo que la paz ya había echado raíces. Pero hay que echarle agüita todos los días.
¿Pero las afirmaciones de Guterres no explican en parte la aparente demora del Gobierno en la implementación de los acuerdos?
Lo que el dice, y la ONU sí que lo sabe, es que la paz no se construye de la noche a la mañana.
¿Qué piensa de la sucesión de asesinatos de muchos líderes regionales, que acogieron el proceso?
Es sin duda lo más preocupante que está sucediendo. Se requiere una política de seguridad mucho y más eficaz y cambiar las métricas sobre lo que constituye éxito para la Fuerza Pública y el Estado.
Pero es que, realmente, es imposible colocar un soldado a proteger a cada uno de los desmovilizados...
Por eso hay que concentrarse en asegurar lo que los militares llaman control militar del territorio.
El Estado debe recuperar el control territorial y esa debe ser la nueva métrica para medir el éxito. No el número de bandidos muertos capturados ni el número de hectáreas erradicadas.
Por otra parte el Gobierno dice y repite que los asesinatos son producto de venganzas o pleitos por narcotráfico...
Por supuesto que hay mucho de eso.
¿Quién los está matando?
Hay de todo. Narcotraficantes, terratenientes, disidencias, bandas criminales.
¿Existe el riesgo de una operación exterminio, como ocurrió con la UP?
No. Son situaciones y condiciones muy diferentes.
Los disidentes del acuerdo, miembros del llamado grupo 'Marquetalia 2', dicen que fueron engañados, traicionados...
Traidores son quienes firmaron y después abandonaron el barco, incumplieron. Lo firmaron y ahora, cinco años mas tarde, despotrican de él.
El embajador de Estados Unidos, Philip Goldberg, afirmo que solo el 30 % de los 578 compromisos del acuerdo se han cumplido. ¿No es grave?
Ese porcentaje también lo señala el Instituto Kroc; 30 % en una tercera parte de los quince años que están estipulados en el acuerdo matemáticamente no luce como grave, sino normal. Lo que pasa es que en muchos puntos como la reforma rural el cumplimiento es mucho más bajo.
¿Por qué no se ha podido cumplir la titulación de tierras?
Falta de voluntad política y falta coordinación del Estado.
Tampoco se ha logrado la eliminación de los cultivos de coca... ¿Están ahí comprometidas las antiguas Farc?
Había 99.000 familias en el programa acordado con las Farc, 66.000 erradicaron voluntariamente 45.000 hectáreas con una resiembra menor al 1 por ciento. Eso ha debido continuar en lugar de concentrarse nuevamente en la erradicación forzosa y anunciar una aspersión que ya demostró su ineficacia. Después de tres años y medio hay algunos que siguen diciendo que es culpa del gobierno anterior. ¡Hágame el favor!
¿Qué opinión tiene de las afirmaciones del expresidente Uribe contra el acuerdo de paz, contenidas en la carta que envió al secretario general de la ONU?
Me parecieron delirantes. Algo le debe estar pasando.
¿Cree, como lo afirmó Rodrigo Londoño, que el presidente Duque tiene un pie dentro y un pie afuera en el tren de la paz?
Es una forma de decir lo mismo que dijo De la Calle, que Duque votó por el No pero ahora está por el Sí. Tenemos un nuevo Duque propaz. Lo importante es que cumpla. Hay otro aspecto del nuevo Duque que me parece bueno: últimamente también se volvió verde, ambientalista. Bienvenido sea. Pero sucede lo mismo. Ojalá, como se lo pidió el secretario general de la ONU, también cumpla, empezando con hacer aprobar el tratado de Escazú, al que ni siquiera se le ha puesto mensaje de urgencia, o que no siga subiendo los subsidios a los combustibles, o que no siga promoviendo el 'fracking' o la aspersión con glifosato.
El Centro Democrático y, en consecuencia, el Gobierno hacen permanentes críticas a la JEP. ¿Usted qué opina de la gestión del tribunal?
Son críticas infundadas con claro tufillo político. Las propias Naciones Unidas dijeron que están muy satisfechas con el trabajo de la JEP. El trabajo es monumental: debe resolver la situación jurídica de más de 13 mil comparecientes.
¿Cree, como dicen los enemigos de la JEP, que es un tribunal de impunidad?
Todo lo contrario. Los máximos responsables están siendo juzgados y serán condenados y sancionados. Eso nunca había pasado. Entre más pronto suceda, mejor, porque una de las críticas es que se está demorando demasiado en producir las primeras sentencias.
Los mismos que se inventaron el cuento de la impunidad y el horror de ver a los exguerrilleros en el Congreso fueron ponentes o apoyaron los indultos al M-19 o al Epl. ¿Qué me dice de Everth Bustamante, senador del Centro Democrático?
¿Cuál es su opinión sobre el proceso que inicio el Departamento de Estado de Estados Unidos para eliminar a las Farc de la lista de terroristas?
Que estaban en mora. Las Farc dejaron de existir hace 5 años, se volvieron partido político, y a eso contribuyó Estados Unidos. Por tenerlas en la lista se ha entorpecido la sustitución de los cultivos ilícitos o los proyectos productivos porque ni siquiera pueden abrir una cuenta bancaria.
¿Usted hizo alguna gestión en ese sentido en su reciente viaje a Washington?
Sí, pero eso ya se estaba cocinando desde hace tiempos. Es lo pactado y lo justo.
¿Con quién hizo las gestiones?
Con el alto gobierno y con algunos congresistas.
¿Y las críticas de algunos republicanos?
Pues habría que preguntarles por qué no dijeron nada cuando Trump les ofreció lo mismo a los talibanes sin ninguna contraprestación.
Hay quienes opinaron en Colombia, frente a ese proceso, que debería limitarse a las disidencias...
Estoy de acuerdo y creo que es lo que van a hacer.
¿Es verdad que usted estuvo en Etiopía en una gestión de paz?
Es verdad. Me reuní con el primer ministro Abiy y otros funcionarios y con el expresidente de Nigeria Obasanjo, que está tratando de ayudar a parar esa terrible guerra a nombre de la Unión Africana. No le puedo decir más porque estas gestiones deben ser discretas.
¿Por eso António Guterres mencionó a Etiopía para que siguiera el ejemplo de Colombia en su última rueda de prensa en el Palacio de Nariño?
Nada que ver. Coincidencia. Pero sí les compartí nuestra experiencia a los etíopes. Fui invitado a título personal como Nobel de Paz, no en representación de nadie.
¿Qué opina del libro de Mora criticando el proceso de paz?
No lo he leído. Me imagino que serán chismes y sacadas de clavo personales con sus compañeros durante las negociaciones. Me cuentan que dice todo tipo de mentiras y que con la edad se ha vuelto muy resentido. Es una lástima que el general Mora acabe su vida lleno de odio, cuando debería estar orgulloso de haber firmado el desarme y el fin de quienes combatió toda su vida militar. Lo que hay que entender es que los procesos de paz son como las leyes y las morcillas. Hacerlas es muy desagradable, pero cuando salen del horno son ricas para comer. Lo que se debe evaluar es el resultado final, lo que está escrito y firmado. Ahí están las más de 300 páginas al escrutinio del mundo entero. Mora nunca me dijo que estaba en desacuerdo con nada de lo que se estaba decidiendo. Sí me daba quejas de sus compañeros y hasta me renunció un par de veces y lo entiendo porque estar enclaustrado 4 años en una casa en La Habana con personajes tan disímiles debió ser un martirio. Qué paradoja: Pastrana había advertido que no se podía confiar en Mora, que fue su comandante del Ejército. Pero a final de cuentas va a quedar muy mal porque las preguntas de fondo son: ¿por qué no se retiró? ¿Y por qué firmó?
YAMID AMAT
ESPECIAL PARA EL TIEMPO