¿Sergio Fajardo,
candidato a la presidencia de la República, es un hombre "tibio" como
dicen sus oponentes? El exgobernador de Antioquia y exalcalde de
Medellín se apresura a responder: "No voy a perder tiempo en peloteras e
insultos y ofensas para mostrarme como un valiente".
En la siguiente entrevista,
Fajardo diseña lo que será su programa de gobierno. Se define como un
hombre sin etiquetas políticas, lanza dura crítica al Centro Democrático
y dice que al expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez le llegó la
hora del retiro: "Es momento de pasar la página. Colombia necesita otro
tipo de liderazgo y otro tipo de política".
También lanza pullas contra el expresidente César Gaviria y el Partido Liberal y contra el senador Gustavo Petro.
¿Cómo va su candidatura presidencial?
No
tengo duda de que en el 2022 llegará una fuerza alternativa al poder:
este es el momento político preciso para cambiar el rumbo de la sociedad
colombiana. Tendremos que construir un acuerdo programático que
responda a las aspiraciones de una ciudadanía que está molesta e
indignada con la forma como se conduce el Estado. La deuda y el malestar
social acumulados merecen una respuesta alternativa.
Cuando me
preguntan si voy a aspirar a la presidencia, contesto afirmativamente,
pero creo que el momento no está para hablar de campañas. Vamos para
tiempos muy difíciles y nuestra obligación es aportar para salir
adelante. Hoy estoy enfocado en proponer soluciones a cuestiones tan
importantes como evitar que la deserción en la educación superior se
dispare o cómo generar empleo en medio de una economía tan golpeada.
Soy crítico y espero reemplazarlo.
El exalcalde Federico Gutiérrez dijo que usted era de centro y ahora es de centroizquierda...
A
mí no hay día en que no me pasen de bando y me pongan aquí o allá según
les convenga, y por eso desde hace mucho tiempo han dejado de
preocuparme esas etiquetas. Me niego a que me defina un epíteto, sea el
que sea.
Pero esa actitud ha dado origen a que dirigentes políticos y comentaristas lo tilden de indeciso y dubitativo...
¿Cuál
actitud? ¿Acaso decir que me tienen sin cuidado las etiquetas que
tratan de colgarme es dubitativo? Es suficientemente claro. Y si lo que
quieren algunos es que me asuste porque me dicen 'tibio' y me ponga a
perder tiempo en peloteras diarias de insultos y ofensas, para mostrarme
como un valiente, no lo van a lograr. Mi actitud es la del respeto y la
serenidad, pero entiendo que a muchos atacantes profesionales les
parezca rara y hasta les dé nervios.
¿La educación seguirá siendo pendón de su campaña?
Mi
convicción de hoy y siempre es que la educación y el conocimiento son
ejes fundamentales para enfrentar las desigualdades de nuestra sociedad y
ser motores de la transformación de nuestro país. Los años que vienen
serán duros y, por ejemplo, uno de los temas centrales será la relación
entre educación, ciencia, empleo y un nuevo modelo de desarrollo. En eso
estamos trabajando.
¿Y cuál es la relación entre educación y empleo?
Los
cambios tecnológicos han llevado a la destrucción de una gran cantidad
de empleos tradicionales y la educación no se ha adecuado a esta
situación. Eso nos obliga a replantear y entender cuáles son las nuevas
ocupaciones por atender, y la verdad es que el sistema actual no
responde a ese problema. Tenemos que hacer una verdadera revolución
educativa.
Cerca
de 800.000 estudiantes de la educación superior, universidades,
técnicos, tecnológicos, y el Sena se pueden quedar por fuera por
incapacidad de pagar sus matrículas. Esto es una calamidad. Un
estudiante que deja de estudiar es como perder un empleo formal.
Proponemos
que se implementen, entre otras medidas, subsidios gubernamentales por
un año a las familias que perdieron sus empleos y no puedan pagar las
matrículas de sus hijos, esto tiene un costo aproximado de 2 billones de
pesos; un aporte del sector privado para la manutención de estudiantes
con necesidades, por un valor de alrededor de 600.000 millones de pesos,
y un programa masivo de emergencia para la formación para el trabajo
con tecnológicos, técnicos y el Sena.
¿Cuál es el nuevo modelo de desarrollo en el que está pensando?
Tarea
urgente: recuperar la confianza de la ciudadanía en las instituciones
de nuestra sociedad. Los cimientos de la confianza ciudadana están
corroídos; la corrupción y la politiquería permearon las principales
instituciones y tenemos que recuperar la ética como base de la
transformación de la sociedad. Sin confianza no hay cambio posible. La
agenda es extensa y la pandemia ha hecho más que evidentes las agudas
desigualdades que tenemos en Colombia. Solo cito algunos puntos que
seguro harán parte de un acuerdo programático al que se deberá llegar
con otras fuerzas.
¿Cree usted que la paz requiere mucha más atención?
Tenemos
que avanzar en la construcción de la paz, la violencia sigue presente
en muchos aspectos de nuestras vidas y no podemos descansar en
superarla. Un importante capítulo en la construcción de la paz es la
apuesta por el desarrollo rural, articulado con el desarrollo ambiental,
en el marco de la riqueza de nuestra biodiversidad. La seguridad
alimentaria tiene que ser prioridad nacional. Igualmente, enfrentar los
retos del cambio climático.
¿Y el desempleo?
La
generación de empleo será un eje articulador de las propuestas. Estará
directamente relacionado con las reformas tributaria, pensional y
laboral que necesitamos. El papel de la educación y el conocimiento
serán cruciales para nuestras propuestas de desarrollo productivo y
competitividad, con un enfoque regional en coordinación con las
autoridades locales, y en especial para atender las perspectivas de esa
generación de jóvenes que hoy está llena de incertidumbres. Redefinir la
red de asistencia social para atender a las poblaciones vulnerables.
Necesitamos implementar la renta básica.
Y, por supuesto, una política que tenga el desarrollo de las mujeres como condición fundamental para la transformación.
Si la renta básica no es aprobada en la actual administración, ¿usted la creará?
Esperamos
que este gobierno la implemente. Si no lo hace, lo haremos nosotros. La
pandemia ha demostrado que la población sin recursos es un grupo más
grande que hoy no recibe ninguna ayuda del Estado.
Álvaro
Uribe jugó un papel importante en los últimos 20 años de la política
nacional, pero es momento de pasar la página. Colombia necesita otro
tipo de liderazgo y otro tipo de política.
¿Qué quiere decir 'pasar la página'?
Dejarla
atrás para poder escribir una nueva. Mientras Uribe siga de
protagonista, la historia será la misma, repetida con algunos retoques.
Ya estuvo.
¿Usted descarta buscar apoyo del Centro Democrático?
No
tengo nada en común con ese proyecto político. En todas las campañas
políticas en que he participado hemos enfrentado a sus candidatos.
Distinto es que no me la pase insultándolos porque lo considero dañino
para la democracia. Creo que podemos ser diferentes sin ser enemigos y
además vivo bajo el precepto 'trata a los demás como quisieras que te
trataran a ti'. Hoy los resultados de tantos años en el poder de ese
sector están a la vista y se puede decir que no han mejorado en lo
sustancial la situación del país.
¿Qué piensa de Gustavo Petro? ¿Cree que será su gran rival?
Petro
es un actor dentro de la política nacional, pero no comparto su forma
de hacer política. Ahora, Colombia vive problemas más graves que el
dilema tan socorrido de quién va ser el gran rival. Confío en que para
las próximas elecciones surjan candidatos, y ojalá candidatas, de muy
diferentes vertientes. Eso espero, porque los asuntos por resolver para
sacar al país de la inercia, del sopor, de la cámara lenta en que lo
tienen son tan graves que lo mejor sería que muchas y variadas opciones
participaran, y que cada quien, responsablemente y sin caer en la trampa
del odio automático, y formando coaliciones, sepa ganarse los votos.
¿Le ve alguna opción a la candidatura de Carlos Holmes Trujillo?
Como van las cosas, como están haciendo las cosas, el capítulo del uribismo llega a su fin en el 2022.
Es decir, ¿usted cree que el Centro Democrático no continuará en el poder?
En 2022 va a ganar una convergencia alternativa. No van a seguir en el poder.
En la campaña pasada usted rechazó el apoyo del Partido Liberal. ¿Hará lo mismo ahora?
Nosotros
hacemos política por fuera de las estructuras tradicionales y no
entramos en negociaciones burocráticas con nadie. En 2018 conversamos
con Humberto de la Calle para ver si era posible unirnos, pero el jefe
César Gaviria impidió que nos juntáramos.
Si
yo creyera que para presentarme a unas elecciones necesitara de
antemano y como condición el apoyo del Partido Liberal institucional,
como usted lo llama, significaría que algo estamos haciendo mal. Eso sí,
creo que dentro de ese partido, y por fuera de él, hay muchísimos
liberales descontentos y conscientes del desprestigio en que han caído
ese tipo de organizaciones, y es a ellos a los que me dirijo cuando
hablo de coaliciones.
¿Cómo le ha parecido el gobierno de Iván Duque?
Hasta
la llegada de la pandemia era un gobierno sin rumbo, sin norte, en el
marco de un malestar creciente de la ciudadanía, que en noviembre del
año pasado lo demostró en las calles. Paradójicamente, el covid-19 le
prestó ese norte, pero siguen improvisando. La ayuda del Estado a las
personas vulnerables está muy por debajo de lo que se necesita para
atender el drama de quienes más sufren, el apoyo a las pequeñas y
medianas empresas es muy tímido y no se está protegiendo el empleo en la
forma en que se necesita. Las cifras del desempleo son la expresión de
una tragedia social de proporciones nunca vistas. No han estado a la
altura del reto.
El Gobierno sigue improvisando. La ayuda del Estado a las personas vulnerables está muy por debajo de lo que se necesita para atender el drama de quienes más sufren esta situación
¿La crisis creada por el coronavirus es acaso culpa del gobierno?
No, pero la pandemia ha hecho más que evidentes las agudas desigualdades que tenemos en Colombia.
¿Su fórmula vicepresidencial será también una mujer?
Primero
tenemos que construir la convergencia. Creo que fue un gran acierto
haber tenido a mi lado a Claudia López como fórmula vicepresidencial y
que en pleno siglo XXI sería un sinsentido un gobierno que no sea
paritario e inclusivo.
¿El país que gobernará, si es elegido, será muy distinto al que esperaba gobernar?
Será
distinto en el sentido de que tendremos más desempleo y pobreza, pero
el mismo en los problemas fundamentales: desigualdades, violencia y
corrupción.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO