"La paz debe tener un candidato presidencial apoyado por una coalición, y eso debe ocurrir antes de la primera vuelta". Esa es la posición clara de Humberto de la Callecuando se le pregunta quién debería ser el candidato que garantice la continuidad del proceso de paz que abrió el presidente Juan Manuel Santos.
Los congresistas de 'la U' que se reunieron esta semana con él esperaban el tradicional guiño del jefe del Estado sobre a quién debería respaldar el partido de gobierno para sucederlo en la Presidencia de la República. "A quien garantice la continuidad de los programas de paz", indicó el Presidente, según testimonios de los propios parlamentarios. No mencionó nombres.
Con esa afirmación coincide íntegramente quien condujo en La Habana las negociaciones con la guerrilla de las Farc: Humberto de la Calle, quien no oculta su desaliento ante el silencio que ha guardado el exvicepresidente Germán Vargas Lleras.
De la Calle, mencionado como eventual candidato presidencial del liberalismo, prefiere referirse a la necesidad de un candidato de una gran coalición que garantice la paz. Por primera vez, el exvicepresidente critica a Vargas Lleras, de quien dice que "está a una distancia enorme de la paz".
¿Cree que el Centro Democrático desconocerá los acuerdos de paz si gana la Presidencia de la República?
No solo lo creo, sino que ha sido explícito y voy a citar las dos frases que ha usado el Centro Democrático. Primero, la más dura, que "volverá trizas el maldito acuerdo", lo cito entre comillas. La más suave es que hará "unos correctivos", pero los correctivos son el corazón del acuerdo: la participación en política de una guerrilla que deja las armas y su rechazo a la Jurisdicción Especial para la Paz. Esas posturas del Centro Democrático arriesgan el cumplimiento de los acuerdos, lo que genera opciones de nueva violencia. Desarmar un grupo rebelde y luego incumplir origina, como ha ocurrido, consecuencias inenarrables.
En consecuencia, ¿el próximo presidente de la República, sea quien sea, tiene que ser una garantía del cumplimiento de los acuerdos de paz?
Sí, y yo creo que este es un tema crucial para Colombia, no solo por lo que significa haber desarmado al grupo guerrillero militarmente más poderoso y más antiguo del hemisferio occidental, sino porque hay un elemento ético fundamental: la palabra empeñada del Estado. Cualquier acto en contra de esto es un acto de perfidia, porque equivaldría a un Estado que no honra la palabra. Los pactos son para cumplirlos.
¿Acto de perfidia en qué sentido?
Usted no puede desarmar una guerrilla, firmando un acuerdo, y después decir que lo va a revisar. Tan sencillo como eso.
Pero, en esencia, ¿quién garantiza el cumplimiento de los acuerdos de paz?
En Colombia hay dos tendencias: la de quienes creemos que el acuerdo es histórico y terminó un conflicto de medio siglo, el más atroz del hemisferio, que dejó ocho millones de víctimas. Más allá de eso, se abre la posibilidad de que los colombianos nos ocupemos de los temas fundamentales que hoy nos preocupan: la seguridad, el empleo, la salud, y no estar pensando todos los días en la guerra.
¿Y cuál es, en su opinión, la otra tendencia?
La de quienes consideran que se debe revisar el acuerdo y destruir lo logrado.
¿No es contradictorio decir que no sigamos hablando de la guerra cuando se sabe que sobre la paz se seguirá hablando hasta el día en que se elija nuevo presidente?
No, por lo siguiente: nosotros tuvimos el cuidado en La Habana de distinguir entre el fin del conflicto y la implantación de una paz firme y duradera; son dos conceptos separados, no hay que confundir la paz con el fin del conflicto. La discusión sobre los elementos del acuerdo va a ser cada vez menos pertinente y cada vez más estéril, porque los hechos van demostrando que el acuerdo se va cumpliendo y camina bien. En cambio, lo que sigue no es un asunto de las Farc y del Gobierno, sino de la sociedad colombiana: estabilizar el campo, darles acceso a la tierra a los campesinos, limpiar la política, construir un Estado más incluyente, traer las comunidades, tradicionalmente olvidadas, y reintegrarlas a la sociedad. Ahí es donde está el centro de gravedad de las discusiones.
Pero, sobre los acuerdos de paz hay un sector político, el Centro Democrático, que lo rechaza y otro, que no es de oposición, como Cambio Radical, que lo objeta con su silencio y su no compromiso...
La posición del Centro Democrático genera riesgos en materia de seguridad, peligro de renacimiento de formas de violencia, pero sobre todo elimina la posibilidad de lograr transformaciones que son útiles para la sociedad colombiana.
¿Y Cambio Radical? ¿Usted sí ve el apoyo de ese partido?
Absolutamente no, porque veo que el jefe natural de Cambio Radical ha guardado silencio sobre el tema de la paz, y muchos de sus seguidores en el Congreso lo que hacen es dificultar el desarrollo de los acuerdos.
Si lo interpreto bien, usted dice que si el país escoge como su próximo presidente al doctor Germán Vargas Lleras, jefe de Cambio Radical, estará en riesgo una paz estable y duradera...
Eso lo tendría que responder el doctor Vargas, porque realmente lo que ha hecho es guardar silencio sobre este tema, pero la pregunta no es esa, la pregunta es: ¿ha habido una expresión suya a favor de la paz?
¿Usted qué cree?
Yo creo que no. Me parece que lo que implica su silencio es que está a una distancia enorme de lo que hemos venido trabajando durante cinco años en la construcción de un acuerdo de paz, que para mí es histórico.
Si usted es candidato del Partido Liberal, ¿cuál será su bandera?
No he dicho que seré candidato, pero acepto por hipótesis lo que usted señala. En primer lugar, el Partido Liberal tiene que establecer unas reglas. Se dice que debe realizarse una consulta; me parece razonable, pero con condiciones: en primer lugar, para que esto no sea una simple maniobra electorera sino una decisión profunda, tanto una consulta dentro del liberalismo como una supuesta consulta interpartidista, que tendría lugar en marzo, deben regirse por la vocación clara y unívoca de defender la paz. Si eso no es así, en vez de ser un llamado profundo a los colombianos para seguir el camino de la paz será un simple juego mecánico de carácter electoral.
¿A qué consulta interpartidista se refiere?
Muchos voceros de muchas vertientes han hablado de la posibilidad de una consulta en marzo que agrupe y consolide una enorme coalición que preserve los acuerdos de paz, que no dé marcha atrás. Eso tiene mi apoyo.
¿Una gran coalición que agrupe al Partido Liberal y al partido de 'la U'?
Naturalmente, hay que agrupar a los partidos que se la han jugado por el proceso de paz, pero esto, en mi opinión, va más allá: lo que visualizo es una coalición con presencia de grupos independientes, de personas de la vida nacional, de Clara López, de Claudia López, de Sergio Fajardo, de Antonio Navarro, de los estudiantes que se tomaron las calles después del 2 de octubre, de movimientos sociales, de sectores de izquierda; el esquema de los partidos es absolutamente insuficiente. Tiene que ser una cosa mucho más abierta.
¿O sea que usted, eventualmente, prefiere ser candidato de la paz?
Yo creo lo siguiente: dos hechos han sido extraordinariamente significativos en mi vida; primero, haber sido el vocero del Gobierno en la expedición de la Constitución del 91, una Constitución libertaria, democrática, participativa, de defensa de los derechos de las personas; y, en segundo lugar, el proceso de paz que liquidó más de medio siglo de una violencia inenarrable, que dejó 7 millones de desplazados y 260.000 muertos. Esos hechos son indelebles para mí y en lo que me resta de vida voy a estar jugándomela por preservar lo que se logró en esos dos escenarios. En la tarea que me asignen.
¿Usted va a luchar por eso, por una gran coalición para defender la paz?
Sí. Voy a luchar por eso en el escenario que me asignen.
¿Debe haber una coalición?
En mi opinión, sí; que se basa en los partidos, pero que tiene que agrupar a otros muchos sectores. Tenemos que seguir la transformación de Colombia sin populismo, en una sociedad abierta, de filosofía liberal, que no discrimina, que se basa en la libertad de cultos y que integra territorios olvidados.
El partido de 'la U' decidió no tener candidato propio para la Presidencia, sino apoyar al candidato que respalde la paz. ¿Usted qué opina de esa posición?
Yo no tengo mayor vocería frente al partido de 'la U', pero esa posición, en cuanto solidifica la paz y no da marcha atrás, me parece digna de aplauso.
¿La paz debe tener un candidato apoyado por una coalición?
Sí. Esa es mi opinión, y eso debe ocurrir antes de la primera vuelta.
¿Cómo hacerlo para que ocurra antes de la primera vuelta?
La hipótesis que se ha ventilado de una consulta interpartidista en marzo es un escenario razonable, pero siempre y cuando, repito, a esa consulta concurran solamente aquellos que están comprometidos realmente con el proceso de paz.
Lo que todo el mundo considera es que será al próximo gobierno al que le corresponda el manejo de lo más difícil del proceso de paz: el posconflicto...
Es correcto. Hay estadísticas que muestran que los acuerdos de paz, si no se cumple de manera rápida y genuina la palabra empeñada, pueden retrotraerse; hay estadísticas que son realmente preocupantes. Luego, este es un momento crítico y esta no es una discusión sobre los literales o los parágrafos de las 300 y pico de páginas del acuerdo, no, es una discusión sobre si vamos a solidificar el fin de un conflicto y abrir unas enormes oportunidades de transformación de Colombia.
¿Esa garantía no la da el Centro Democrático?
Claro que no, lo que ha dicho es que quiere echar atrás en esta materia.
¿Esa garantía no la da Cambio Radical?
El jefe natural de Cambio Radical ha guardado silencio, no ha hecho absolutamente ninguna manifestación.
¿Esa garantía no la da el Partido Conservador?
No sabemos. Hay sectores que apoyan fervientemente el proceso de paz.
Senadores de 'la U' que se reunieron con el Presidente de la República aseguran que él pidió a su partido apoyar al candidato que defienda el proceso de paz...
Aparte de no haber escuchado de manera directa esa expresión atribuida al Presidente, lo que sí reconozco es que el partido de 'la U' ha acompañado el proceso de paz, y yo aplaudo eso. Y aplaudo que, más allá de si tiene o no tiene candidato -algo que a mí no me concierne y que corresponde a la mecánica política-, el hecho de que muestre su decisión de continuar apoyando la realización concreta de los acuerdos asegura que, con el apoyo de otros partidos y movimientos, se garantice para Colombia una paz estable y duradera.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO