"Yo soy un hombre de guerra y quiero ser arquitecto de la paz".
Así se define el general Alberto Mejía, quien acaba de asumir el comando del Ejército. Y así como él mismo se identifica como un comando, así también afirma que si se firma la paz con las Farc, los soldados de Colombia están dispuestos a garantizar "hasta con su propia vida" la seguridad de los guerrilleros, si entregan las armas y se desmovilizan.
Es la primera vez en la historia del país que un comandante del Ejército es hijo de un general que ocupó el mismo cargo. El general Mejía Ferrero es hijo del general Nelson Mejía Henao, quien fue comandante del Ejército de 1988 a 1990, durante el gobierno del presidente Virgilio Barco.
El general Mejía se ha formado en combate y en academia: ha sido comandante de muchas unidades militares, pero también tiene tres maestrías: una sobre seguridad internacional, en Monterrey (California, EE. UU.); otra en estudios estratégicos, del Colegio de Guerra del Ejército de los Estados Unidos y de la Escuela Superior de Guerra de Colombia. El general Mejía hizo el curso de rangers, en el cual ocupó el primer puesto.
¿Cómo es la vida de un 'ranger'?
Se viven 90 días bajo las más duras condiciones; solo hay una ración de comida al día, y el curso está diseñado para dormir 2 horas diarias en la base de desierto. Cuando, al día siguiente, se salta en paracaídas, se puede dormir 5 horas. Es un curso muy duro, de mucha presión, esfuerzo y sacrificio.
¿Por qué se sometió a esas pruebas?
Digo jocosamente que mi tetero fue una cantimplora y mi chupo, un cartucho punto 50. Me esfuerzo todos los días por ser un soldado integral; aprendo todos los días para serlo.
¿Qué llama usted soldado integral?
Es como una bicicleta todoterreno: está en la capacidad de planear, de conducir operaciones, de diseñar estrategias, de liderar, y entiende la doctrina, la logística. Todo general debe tener esos conocimientos para conducir la institución.
¿Pero usted se considera un hombre fundamentalmente de combate?
Le voy a contar una historia personal para responderle. Hace unos 25 años, cuando era capitán, yo estaba en Arauca combatiendo. Las Farc habían asesinado varios soldados. Escuché por radio que mi papá fue nombrado comandante del Ejército. Me alegré mucho por él. Unas 3 o 4 horas después llegó un helicóptero con los abastecimientos y un mayor, que era del comando operativo, me dijo que debía salir de la selva para ir a la ceremonia de posesión en Bogotá. Le dije de manera muy respetuosa que yo no abandonaba a mis hombres y que prefería quedarme con ellos. Y le pedí: "Dígale a mi papá que él estará más orgulloso de mí si yo me quedo aquí que si salgo a una ceremonia".
¿Es decir, usted es un hombre de combate?
Sí. Soy un comando.
¿Qué significa ser un comando?
Un comando es un luchador con una mística especial; mística por las operaciones especiales, que hacen reconocimiento incrustándose tras las líneas enemigas para realizar acciones directas. Son operaciones muy rápidas, pero muy contundentes. Hoy, esas operaciones son conjuntas con la Fuerza Aérea, la Armada y la Policía, y todo eso se encuentra bajo un comando que hasta la semana pasada yo lideraba: el Comando Conjunto de Operaciones de las Fuerzas Especiales. En ese comando hay un entrenamiento especial de lancero y de paracaidista, que permite que los comandantes los utilicen en las situaciones más críticas, y hoy en día, focalizados contra los objetivo de alto valor estratégico.
Siendo, como es, un hombre de guerra, ¿qué piensa de la paz?
Me considero un hombre de guerra, pero alcanzar la paz no es contradictorio con ser comando o ser soldado. Nosotros somos los arquitectos de la paz.
¿Cómo cree que recibieron en las Farc su designación?
No lo sé. Pero lo que sí les quiero decir es que hoy represento a 240.000 hombres, soldados guerreros que están dispuestos a luchar por Colombia. No me deben temer a mí, sino a la capacidad de la institución que comando.
Hay sectores del país que quieren mano fuerte frente a la guerrilla y otros que apoyan la negociación. ¿En qué lado está usted?
Uno de los pilares de la democracia es que hay control civil sobre los militares. Las Fuerzas Militares siguen los parámetros que fija el Presidente de la República. Él señalará el camino más correcto que debemos seguir. Nosotros entregaremos recomendaciones juiciosas para la toma de decisiones del alto Gobierno.
General, ¿cuál es el futuro de las Farc si siguen en guerra?
En una década pasaron de tener 22.000 hombres en armas a menos de 6.000 hoy. Las matemáticas son claras: si ellos no aprovechan esta oportunidad y no son leales en sus compromisos, vamos a seguir unos años más en esta guerra, hasta que sean reducidos a su mínima expresión. Deben entender que nuestras Fuerzas Militares son fuertes y serias, y no pueden engañar al Gobierno ni a los colombianos. Deben tener en cuenta que vamos a seguir fortaleciéndonos. Cada semana recibimos docenas de desmovilizados, que acogemos con cariño.
¿Y cuál es el futuro de las Farc si se alcanza la paz?
Las Farc pueden esperar de nosotros un Ejército en la cima moral; vamos a ser garantes de su seguridad si entregan las armas, se desmovilizan y son leales con los compromisos que adquieran con el Gobierno. Nuestro Ejército va a contribuir a su seguridad, a su protección, y para eso no necesitamos traer fuerzas especiales del extranjero. Tenemos la experiencia y la ética para poderlo hacer.
Los voceros de las Farc en La Habana repiten que temen por su seguridad.
Nuestro Ejército es respetuoso de los derechos humanos y del Derecho Internacional Humanitario. Y si nuestro Presidente nos da la orden, les vamos a garantizar la vida. Le quiero decir algo más: les vamos a garantizar su seguridad con nuestra propia vida, si es necesario, siempre y cuando entreguen sus armas y se desmovilicen.
Su insistencia en la exigencia de que las Farc deben ser leales con los compromisos que adquieran con el Gobierno deja la impresión de que usted no cree en ellas.
Son el engaño a nivel táctico que llamamos ardides; eso hace parte de su actuar irregular. Nos tenemos que preparar para el escenario de que no le cumplan al país. Si lo hacen, maravilloso. Pero si no lo hacen, no nos van a encontrar desprevenidos. Hoy no sabemos si van a tomar el camino de la paz o el de la guerra, pero las Fuerzas Militares están preparadas para los dos caminos.
¿Cree que los diálogos de Cuba no son sinceros?
Quiero creer que no van a desaprovechar esta oportunidad histórica; pero tengo el temor de que no sean capaces de llevar esa agenda a feliz término.
¿Cree que es un engaño de las Farc?
Ellos saben que pueden utilizar algunas concesiones para engañar al país, y eso no lo vamos a permitir. Ahí es donde encontrarán un Ejército muy fuerte. Pero le aclaro: también estaremos dispuestos a protegerlos en caso que se desmovilicen. Si ellos toman el camino de la paz, entregan las armas y se desmovilizan, lo ético y lo correcto es protegerlos. Será un compromiso de honor.
¿Las Farc mantienen sus relaciones con el narcotráfico?
Ya no tienen concepciones ideológicas. Sus principios de rebelión son débiles porque se sumergieron en el mundo del narcotráfico. Ya no tienen relación con los libros de Marx, Lenin o Mao, sino con los carteles mexicanos de 'los Zetas'. Su ideología es más comercial que política. El narcotráfico es su soporte financiero y económico, y a eso hoy le suman la minería ilegal. Tienen un portafolio diversificado, con comprobaciones de inteligencia militar y policial a toda prueba.
¿Qué opina de su decisión de cesar el fuego por un mes?
Ellos están viendo el absoluto rechazo del pueblo colombiano a su escalada terrorista y a las barbaridades que cometen contra los más pobres. Y tratan de aparecer como bondadosos después del daño sin nombre que han causado.
¿Por qué cree que suspenden sus ataques solo por un mes?
Son cartas de negociación.
¿Para presionar un cese bilateral del fuego?
El Presidente nos explicaba que el cese bilateral no es solo dar la orden de parar operaciones; el cese bilateral requiere unos protocolos y unos acuerdos muy serios que permitan verificar, tener un control, visualizar lo que está pasando, y no es simplemente 'apague y vámonos' a los cuarteles y repleguemos a las Fuerzas Militares.
¿Es decir, por ahora, el cese bilateral no es posible?
Uno no llega aquí con agendas propias, y nuestra agenda es el artículo 217 de la Constitución, que nos traza una misión: proteger la vida e integridad de los ciudadanos; el bien común, las instituciones, la democracia. Esa es nuestra misión, y si sé que hay un grupo terrorista en algún lado y no actúo, estoy incumpliendo la Constitución, y eso es algo gravísimo; nuestra misión es continuar las operaciones militares hasta cuando el Presidente, como primer soldado de Colombia, determine otra situación.
¿Es partidario de la propuesta de desescalar el conflicto?
Ese es un tema para los responsables de conducir este proceso hacia adelante. Pero sí quiero advertir que ya hubo una zona de distensión y tuvimos que abandonar 5 municipios del tamaño de Suiza, que las Farc aprovecharon para rearmarse. Hemos vivido muchas experiencias, y las lecciones observadas, aprendidas y no aprendidas son muy grandes. Frente a la oleada terrorista, no podemos desescalar y es nuestra responsabilidad velar por la vida y seguridad de todos los colombianos y continuar en pie de lucha.
¿Estamos muy lejos aún de conseguir la paz?
Estamos en un punto muy crítico del proceso: el Presidente ya les advirtió que el tiempo y la paciencia de él y del pueblo colombiano se agotan. El Presidente les está pidiendo apresurar y no dilatar más.
¿Qué piensa de las conversaciones en Cuba?
Al margen del riesgo de engaño de las Farc, yo he estudiado todos los conflictos irregulares del mundo en profundidad y ninguno de esos procesos ha terminado con el exterminio del enemigo, sino que concluyen en una mesa de negociaciones. El camino adoptado por el Presidente de la República es el correcto.
¿Pero usted cree que el proceso terminará bien?
Por supuesto. Los militares utilizamos una frase de Douglas MacArthur: "El soldado es el primero que quiere la paz, ya que es él quien debe sufrir y soportar las más profundas heridas y cicatrices de la guerra". Yo quisiera invitarlo a ver uno de los pisos del Hospital Militar, ¡a decenas de nuestros soldados sin ojos, sin piernas! Pensar que los militares queremos continuar otros 50 años de guerra es desconocer lo que hemos vivido y desconocer la tragedia que viven los campesinos.
Hay algunos sectores políticos que afirman que las Farc están aprovechando estos años de negociación para fortalecerse. ¿Es así?
Están en el narcotráfico y en la minería ilegal. El Plan Espada de Honor, del Ejército, está diseñado para que no se fortalezcan, y los golpes que estamos dando son para evitar que se sigan fortaleciendo.
El ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, dijo que había sectores que querían politizar las FF. MM.
Intentar politizar a las Fuerzas Armadas y de Policía es inaceptable. No podemos ser tocados por la Política. Quiero decirles a los partidos que ese camino es un camino con una puerta cerrada, que estamos blindados y que no aceptamos que nos involucren. No podemos meternos en política, ni permitir que ella nos utilice.
¿Cree en el proceso de Cuba?
Usted sabe que los militares no intervenimos en política.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO