Solo una gran estrategia que sea un propósito nacional, una especie de cruzada, para aumentar exportaciones e impulsar nuestro desarrollo agrario puede salvar a la industria nacional. Ese es el diagnóstico que hace hoy el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, en la antesala de la 71.ª asamblea nacional de ese gremio, que se instala el jueves próximo en Cartagena.
Y Mac Master precisa: la estrategia debe ser convertirnos en una potencia latinoamericana para la producción y la exportación de alimentos.
Mac Master, economista de la universidad de los Andes con maestría en desarrollo económico, se queja del daño terrible que le hace el contrabando a nuestra industria. Ese será uno de los temas centrales de la asamblea.
¿Cuál es hoy la situación de la industria nacional?
Tenemos una industria golpeada, que tenía una senda de crecimiento muy promisoria hasta los años 90 y que perdimos.
¿Por qué dice usted que se ha perdido?
La razón general es que el país se olvidó de su industria. Síntomas de ello son, por ejemplo, haber acabado con el Ministerio de Desarrollo, que nos daba gran impulso, y haber abierto la economía sin haber preparado el aparato productivo para que fuéramos nosotros más competitivos.
¿Los tratados de libre comercio también la han afectado?
Colombia hizo bien al firmar los TLC que firmó, pero ha debido desarrollar una política de fortalecimiento productivo; quedamos en un escenario difícil porque entregamos un mercado de 50 millones de personas a muchos competidores.
¿Eso no es culpa de los industriales al no aprovechar los nuevos mercados?
No. Los industriales de alguna forma responden a la posibilidad de competitividad exterior. Incluso, compañías colombianas han tomado esa decisión de abrir plantas en otros países para atender el mercado colombiano.
Pero los TLC tienen cláusulas de reserva para proteger la industria colombiana...
Sí, pero hemos sido tímidos. En general, los mecanismos de defensa comercial colombianos se han quedado cortos frente a las afrentas de otros países; es como si nos cohibieran todos los organismos internacionales.
Deme un ejemplo para tener claro lo que usted quiere decir...
Un productor internacional llega y nos da productos con prácticas desleales o los trae a través de canales de contrabando. Esa es una gran afrenta contra la sociedad colombiana. El país se debería indignar con ese acto, tanto como lo hace cuando un gobierno vecino, con un simple decreto, trata de modificar los límites de la geografía nacional. Frente a la industria, no tenemos dignidad. Nos importa más la percepción mundial de que somos cumplidores de las normas y adoptamos una gran cantidad de decisiones para complacer a la Organización Mundial de Comercio (OMC), y así hemos venido entregando buena parte de la industria. Queremos siempre ser los más disciplinados de la clase.
¿Lo que usted sugiere es que, como lo hacen otros países, hagamos trampas?
No, de ninguna manera. Lo que estoy diciendo es que los países nos trampean y nosotros no nos defendemos con suficiente energía y suficiente dignidad.
¿Por ejemplo?
Colombia tiene en este momento un arancel especial ad valorem para la defensa de los textiles, las confecciones y el calzado. La OMC ya anunció que es un instrumento ilegal. Tenemos que indignarnos y actuar. Los países y los productores externos deben saber que cuando cometen prácticas desleales de comercio en Colombia, realmente se defienden los intereses nacionales.
Le voy a poner un ejemplo: las barras de acero corrugado para la construcción. Acabamos de identificar un cargamento de 7 mil toneladas que fue declarado como de aleación de acero, que tienen un arancel mucho más bajo. Nos autogoleamos. Lo denunciamos, enviamos funcionarios nuestros que fueron con la Dian, y ¡no se pudieron hacer las pruebas! Las 7 mil toneladas de barra están aquí, y pagaron 5 por ciento menos de arancel que lo que paga todo el mundo. Eso es asumir una posición indigna. Está estimado que el contrabando en Colombia es de cerca de 6 billones de dólares anuales. El 80 por ciento de esos 6 billones son contrabando técnico. Y son estimaciones oficiales del Gobierno.
¿Qué es el contrabando técnico?
Las trampas de países y productores para entrar sin aranceles al país.
¿La ley anticontrabando que acaba de aprobarse no enfrenta eso?
Por ella luchamos y es un esfuerzo grande por formalizar la economía. El contrabando de hoy es tan dañino para el país como lo fue el narcotráfico en los años 80.
¿Ese crecimiento del contrabando no es una especie de 'fuego amigo'?
Pues, no se puede olvidar de que cada producto que llega de contrabando a Colombia pasó por algún país que, seguramente, es amigo nuestro. La zona franca de Colón, en Panamá, es origen de una gran cantidad de contrabando. Lo que Colombia requiere es apoyo de Panamá, país amigo, en la lucha anticontrabando.
¿Qué tanto daño le hace el contrabando a textiles, calzado y manufacturas?
El caso de las textileras y las hilanderas es uno de los más dramáticos. Éramos potencia regional. Pero los productos chinos, que han entrado incumpliendo las normas de competencia leal, inundaron el mercado colombiano. Y no hubo defensa comercial. Mire: las guerras en el mundo se producen por tres razones: límites geográficos, razones religiosas y razones comerciales. Esa guerra se está dando con tratados que solo nosotros cumplimos. Colombia tiene que tomar una posición mucho más fuerte en la defensa de su industria manufacturera. Necesitamos una política sólida de defensa comercial, de la industria y de los servicios, porque Colombia se está diversificando: call centers, procesamiento de datos, back office, software, apps. Allí también se está presentado ya una competencia desleal.
¿Qué necesita la industria colombiana para modernizarse?
Un propósito nacional, que debe ser exportar, por ejemplo, alimentos. Hoy, Perú exporta 2.000 millones de dólares en frutas y verduras con una gran política agraria que incentivó el desarrollo para exportación. Aquí tenemos la falsa idea de que ayudar al sector privado es regalarles plata a los ricos; ayudar al empresariado no es apoyar adinerados, es ayudar al desarrollo del país. ¡Está prohibido dar un incentivo a ciencia y tecnología!
¿Pero hasta dónde la industria no es responsable de esas falencias?
Es una corresponsabilidad de todo el país, incluyendo a la industria. No puedo afirmar que el decaimiento industrial sea solo culpa de los gobiernos, pero sí tienen la obligación de crear ciertas condiciones, incentivos y apoyos a la industria. Nuestros gobiernos han sido muy legalistas, más papistas que el Papa. De eso no hay duda y no nos está dando resultado. El gran problema de la humanidad es su crecimiento: 9.000 millones de habitantes son un reto: ¿cómo se alimentarán esos 9.000 millones de personas?
¿Por qué multinacionales de alimentos se han ido del país?
Porque hay incertidumbre jurídica. Ni siquiera se pueden comprar tierras. Recuerde los problemas cuando empresarios compraron tierras para hacer agroindustria en la altillanura.
¿Me está hablando de las famosas unidades agrícolas familiares?
Exacto. ¿Cómo hace usted para montar un gran proyecto si no tiene el volumen mínimo de tierra? Si Colombia quiere ser una potencia mundial en alimentos, tiene que desarrollar agroindustria. Hay un rezago inmenso de genética de semillas.
¿La situación del sector textil, manufacturero y del calzado es catastrófica?
En la industria de telas y de hilandería, sí. Es una catástrofe. En manufacturas, la situación es mala y en calzado, crítica.
¿Y por qué cree usted que la OMC va a tumbar la norma arancelaria que se dictó para proteger manufacturas, textiles y calzado?
Porque le parece que es una protección indebida no permitir a Panamá competir con Colombia, cuando lo que hace Panamá es una triangulación. Panamá no es confeccionista, ni produce calzado, ni textiles.
¿Por qué nuestra economía está desalentada, fría?
En economía hay que decir la verdad: en Colombia hubo enfermedad holandesa. Sin embargo, el país no lo reconoció, y por tanto no se tomaron medidas que la contrarrestaran. Nuestra economía dependía del petróleo y del carbón, que eran más del 70 por ciento de nuestros ingresos. No hubo una gran política de fomento y de apoyo a la industria para defenderla del mal.
¿Esa enfermedad holandesa trajo el déficit de exportaciones de hoy?
Por supuesto. Tenemos un déficit acumulado de los cinco primeros meses del año de cerca de 5.000 millones de dólares. La única solución para equilibrar es exportar. De las decisiones que tome el Gobierno dependerá el futuro de nuestra industria. Por ejemplo, la reforma tributaria estructural tiene que salir pronto. La industria no solo no resiste más impuestos sino que no está resistiendo los actuales. Por eso, la reforma tributaria estructural tiene que corregirlos. Este año vamos a tener un poco de contracción. Necesitamos una estructura tributaria que dinamice la economía, no que la contraiga. Necesitamos una reforma tributaria que genere competitividad para que las multinacionales que quieran instalarse en Colombia lo puedan hacer, así como las colombianas que quieren crecer.
Ante la fuerte devaluación que estamos viviendo, ¿qué tan rápido logrará la industria dinamizar sus exportaciones para reactivar mercados externos?
En este momento hay un ejército, un contingente comercial de colombianos abriendo mercados de exportación, reabriéndolos. Eso toma un tiempo, eso se destruyó con la enfermedad holandesa y lo estamos reconstruyendo. En el último trimestre vamos a tener reactivación de exportaciones. Está trabajando la industria petroquímica, la de confecciones, la de alimentos.
Ese es el lado bueno de la devaluación. El malo: ¿cuánto ha crecido la deuda externa privada?
La deuda privada es de 42.000 millones de dólares. Ha crecido, en pesos, al menos el 50 por ciento. Ese es uno de los grandes efectos de la devaluación.
¿Cómo resumiría las razones del bajísimo crecimiento industrial?
Los gobiernos abandonaron a la industria. Este trata de enmendar, pero aún no tenemos crecimiento. Es parte de la propuesta que hacemos: un desarrollo estratégico de largo plazo. No significa subsidios, como dicen algunos. Incluso dicen malintencionadamente que pedimos volver al proteccionismo. Es desarrollo agrario, por ejemplo, para sembrar algodón de fibra larga, como lo hace Perú. Es el que están usando las textileras. Traigamos tecnología. Hagamos una política de desarrollo para solucionar el problema de la propiedad de la tierra en la altillanura y crear distritos de riego. Una política de desarrollo agrario para que los campesinos vuelvan al campo con buenas condiciones.
La industria pide condiciones de defensa comercial, de innovación, pide que se levanten esas barreras absurdas de los trámites ante el Gobierno y pide una gran estrategia que sea propósito nacional. Esta no puede ser iniciativa solamente del sector privado. ¿Cómo hubiera hecho Chile para exportar frutas si el gobierno no monta esos grandes refrigeradores en los puertos y aeropuertos? La estrategia de gobierno e industria debe ser: "exportar, exportar, exportar", pero como resultado de un plan de largo plazo. Si lo hacemos, el futuro es brillante. Si no, es oscuro.
Tenemos que insertarnos en las cadenas productivas de valor global. El Gobierno tiene que ser el gran aliado del sector privado; no se pueden hacer esfuerzos aislados; no podemos exportar de todo. Tenemos que programar, no dispararle a cualquier cosa.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO