¿Por qué Cali está en el centro de la tempestad que enfrenta el país? ¿Por qué es la ciudad referente de la crisis nacional?
El alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, afronta y responde estos dos grandes interrogantes. Pero no limita su diálogo al momento de crisis que vive la ciudad. El alcalde Ospina va mucho más allá del análisis de las dificultades actuales. Hace pública su convicción de que su gran ciudad tiene una enorme oportunidad de aprovechar estos momentos de drama, de dolor, para "obtener las ganancias que la crisis puede generar".
Optimista, este médico cirujano, ex gestor de paz y convivencia bajo la gobernación de Gustavo Álvarez Gardeazábal, está seguro de que pronto regresará la venta de chontaduro en todas las calles de la que aún sigue siendo hermosa capital del Valle.
¿Qué es lo que pasa en Cali?
Hemos tenido que administrar el monumental reto de la pandemia con todas sus consecuencias, sumando a ello la gravísima situación que cumple ya 12 días, detonada por la reforma tributaria y potenciada por la inexperiencia del equipo nacional de gobierno en el manejo de una crisis de esta envergadura, en el marco de la ciudad colombiana más cercana a los mayores cultivos de hoja de coca del mundo, a la minería ilegal, al 'gota a gota', a los conflictos no resueltos por la tierra y a las omisiones y privaciones históricas de nuestros jóvenes.
¿Qué quiere decir inexperiencia del equipo nacional de gobierno?
Pues, Yamid, hay que decirlo con todas las letras: hay un real debilitamiento de la gobernabilidad en todo el país, en los departamentos y, desde luego, en la vida local, como es el caso de Cali. La confianza del ciudadano en la institucionalidad, en las autoridades y en el liderazgo es débil.
El exvicepresidente Humberto de la Calle propuso desde comienzos de la semana que termina que el presidente ha debido encerrarse en palacio con los líderes del paro durante el tiempo que fuera necesario hasta llegar a un acuerdo. ¿Qué le pareció ese consejo?
Yo le he propuesto al señor Presidente que venga a Cali, que se instalen unas mesas con todos los actores. No hay forma distinta de tramitar un conflicto que con los actores directos, hay que entender las nuevas ciudadanías y las nuevas realidades. Pero mire: al comienzo de la movilización no había liderazgos determinados, fueron espontáneos. Si bien empezó con la reforma tributaria, en el camino aparecieron otras motivaciones, y eso debe ser atendido.
"Hay un real debilitamiento de la gobernabilidad en todo el país, en los departamentos y en la vida local, como es el caso de Cali"
¿Cómo se podría regresar a la normalidad?
No creo que debamos regresar a la misma normalidad y aplazar más soluciones de fondo, debemos empezar con un trabajo de equipo que recupere confianza, con un esfuerzo entre distintos, sin excluir las diferentes visiones. En esencia, repensando muchos aspectos de la vida nacional. Le pongo un ejemplo: coincidiendo con el paro, nos tumbaron uno de los íconos de la ciudad, la estatua de Sebastián de Belalcázar. Hay familias caleñas que tiene fotos con el papá, con la novia, allí, en ese lugar, hay personas que ven la foto y dicen: 'Eso es Cali'.
¿Qué significa repensar entonces?
Ver la historia con los ojos de todos. En Cali, por ejemplo, no existe la estatua del cacique Petecuy, quien jamás fue vencido por el español; tampoco en la ciudad más afro de todo el continente, el monumento a Casilda, mujer negra que constituyó el primer palenque de la región. Abundar, pues, en más visiones, democratizar más la vida de la ciudad y del país, que, estoy seguro, es un anhelo suyo, mío y de todos.
Tiene usted una visión optimista de los días por venir...
Vendrá más participación, más jóvenes con educación con calidad, más transparencia y menos arrogancia, más inclusión y más respeto por la vida.
¿El estado de emergencia manifiesta declarado por usted es indispensable? ¿Qué tantas son las necesidades de Cali en materia de contratación?
La reconstrucción de Cali demandará un esfuerzo multilateral monumental. En el marco de la crisis necesitamos mecanismos expeditos para proveer la ayuda humanitaria y consolidar el derecho a la vida. Vamos a rescatar la economía.
Al comienzo de los movimientos de protesta, usted parecía estar a favor de esas manifestaciones, y su actitud cambio radicalmente cuando aparecieron el vandalismo y los saqueos, ¿así fue?
Siempre estaré a favor de proteger el derecho a la protesta; sin embargo, dados los problemas de la pandemia propuse al comité del paro que la postergara y que daría un día cívico para su desarrollo, pero no escucharon. El vandalismo desnaturaliza, deslegitima y lleva a la sociedad a una espiral cada vez más violenta, contenerlo es imprescindible. Los jóvenes, ellos deben ser la prioridad.
¿Qué tipo de diálogos y con qué resultados ha realizado usted?
En el incendio de la protesta con estaciones del MIO incineradas, almacenes saqueados y muertes en las calles, no tuvimos con quién hablar; mi única opción: salir con la bandera y los cascos azules de la Secretaría de Paz, con las secretarías de Cultura, Deporte, el IPC, y todos a mediar. Insistimos en el llamado a la sensatez. Hemos hablado con todo el mundo, con la Iglesia, las juntas comunales, las JAL, los empresarios, los comerciantes, los congresistas, los concejales, la comunidad internacional, los indígenas; sin embargo, falta lo más importante: el diálogo directo, constructivo, con la diversidad de jóvenes, desde quienes protestan en paz hasta los que forman parte de los combos.
¿Y nada logró?
Aunque parecieran pocos, el más importante hasta hoy es el que ha permitido establecer el cordón humanitario con el que hemos podido abastecer nuestras plazas con algunos víveres y combustible. Otro es la instalación de las mesas distritales para iniciar una escucha respetuosa que salve vidas. Pero, Yamid, la conversación esperada es la que debe darse en Cali entre el señor presidente Iván Duque y los jóvenes de la ciudad. No solamente hemos hablado con los dirigentes de la protesta, que de por sí es muy importante, también hemos hecho reuniones permanentes con los equipos de trabajo de la Administración, con los alcaldes del área metropolitana, con la Gobernación, con las autoridades de Policía y con el Ejército. Todo para articular respuestas exigiendo respeto a la vida, a los derechos de quienes protestan y efectividad en la recuperación de la normalidad.
¿A qué adjudica usted semejante movilización nacional?
A una intención represada por la pandemia desde las jornadas de protesta del 2019 y a la inoportunidad de una decisión presidencial sin consensos.
¿Se refiere a la presentación de la reforma tributaria?
Sí.
Pero la situación fiscal del país es sumamente delicada...
Es cierto, todos los gobernantes tenemos enormes retos presupuestales.
¿Ha recibido del Gobierno central algún tipo de ayuda para enfrentar la crisis?
El mayor ha sido el de los caleños, Yamid. Hace mucho rato no se veía unidad frente a un reto de ciudad. La representación vallecaucana en el alto Gobierno Nacional se ha puesto la camiseta y trabaja sin cesar en la solución. El DPS, el ICBF, Justicia, Interior están acá de tiempo completo, Susana, Lina, Ana María, Wilson, Jairo lloraron conmigo esta tragedia.
¿Cuál es el balance de estos diez días de violencia?
Siete almas, siete vidas perdidas en el marco de las protestas, una sola es ya una tragedia; 481 lesionados, 182 agentes del Estado, 25 funcionarios públicos y dos desaparecidos... Colombianos todos, pobres todos. Seis puntos de bloqueo, algunos permitiendo con intermitencia la movilidad; 41 estaciones del MIO dañadas, 11 incendiadas, 62 buses afectados, 63 estaciones de gasolina, 36 supermercados saqueados y 51 entidades financieras vandalizadas.
Y los vendedores del chontaduro...
Cientos de miles de personas que viven del día a día sin cómo garantizar su sustento, trabajadores informales, emprendedores, pequeños empresarios. Esto evidencia muchas cosas, hambre, violencia, carencia de cultura ciudadana; es aquí donde nos enfocaremos en cada uno de los días que tenemos adelante como gobierno. Y como dice usted: ya no hay chontaduro en las calles; pero volverá.
¿Qué hará con las facultades de la urgencia manifiesta?
Rediseñaremos nuestro plan de desarrollo y conseguiremos $ 400.000 millones para reconstruir lo destruido, tanto en lo público como en lo privado; esto, a su vez, permitirá la transformación de la ciudad y generación de empleo. ¡Nos Levantaremos por la vida!
¿Cuándo, cómo y por qué Cali pasó de ser una de las más pujantes ciudades del país al estado de postración en que se encuentra?
Cali está en el centro de la tempestad. No es marginal ni siquiera en las crisis. Es la ciudad referencia de esta, y eso es una enorme oportunidad. Si así lo vemos y lo asumimos, este momento será positivo. Mi llamado es a no quedarnos con las pérdidas, sino a obtener las ganancias que la crisis puede generar.
¿La economía estimulada por el narcotráfico y desaparecida después tuvo algo que ver con la declinación de la ciudad?
Sí, pero no es lo único, también la constante lógica de exclusión social, la inequidad y la ausencia de una visión regional que integre el suroccidente. Eso es absolutamente necesario, no se puede mirar a Cali sin Buenaventura, sin el Pacífico, sin Nariño, sin el macizo del Cauca; es entendernos como región, el ordenamiento territorial que la Constitución del 91 planteó está pendiente.
¿Qué pasa con la juventud de Cali?
Pasan cosas buenas y también no tan buenas. De lo bueno, van al Super Bowl nuestros bailarines de salsa, Niche gana un Grammy, talento joven está hoy en las plataformas de Netflix y el cine, ganan los Juegos Nacionales después de 20 años, son los que más aportan al medallero olímpico nacional, están en las plataformas juveniles, en las iglesias, crean, disfrutan, investigan y construyen de todo. En todos están la alegría, la fuerza, la rebeldía, la búsqueda de mejor vida, de existir, de ser. Pero la sociedad también excluye, marginaliza, los hace presa de lógicas culturales de conseguir rápido, de vivir a mil, y se articulan a las ilegalidades regionales.
¿Y qué ocurre con todas las localidades del entorno de la ciudad?
Se presentan bloqueos en algunos municipios vecinos que afectan la movilidad, el acceso de alimentos, medicamentos y combustible. Se han presentado enfrentamientos con la Fuerza Pública, saqueos de empresas, supermercados y granjas productivas. Hay daños en la infraestructura pública y dificultades para acceder a Palmira y al aeropuerto.
Cali y el valle son los principales productores de huevos y pollos del país, ¿la situación de esos sectores es de desastre?
Evidentemente, de inminente desastre, y por esto todos debemos crear los consensos para no perder un empleo más, pero no a partir de la fuerza arbitraria que provoca muertes. Logramos corredores humanitarios para unos primeros bienes esenciales de consumo humano, el paso por seguir es otros insumos vitales para la industria alimentaria y de medicamentos. Esperamos que, fruto de los diálogos establecidos, podamos avanzar en la normalización de las actividades productivas. No podemos perder un empleo más en el marco de la reactivación económica de la peor pandemia de la humanidad en la historia reciente.
¿Qué hacer para salir de esta pesadilla?
Primera línea, desactivar a los halcones de la muerte, impedir a toda costa que un joven más sea asesinado, escuchar sus necesidades y sus propuestas para solucionarlas. Segunda línea, que el señor presidente Iván Duque establezca en Cali la mesa para la vida digna. Tercera línea, proteger del saqueo y la extorsión en nuestras calles. Cuarta línea, recuperar la confianza transformando realmente el Estado, porque las mismas viejas recetas traerán los mismos viejos resultados de violencia, carencias y falta de gobernabilidad en el país.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO